dissabte, 11 d’agost del 2012

El silencio de los lobos.

Lo nuevo y lo viejo se mezclan en los recientes acontecimientos de Andalucía. Los hombres del SAT confiscando víveres en Mercadona con el acuerdo y el aplauso de Sánchez Gordillo, escenifican una versión nueva de la vieja desobediencia civil. Los jornaleros, seguramente también del SAT, ocupando pacíficamente una finca sin cultivar del ejército y la posterior intervención de la guardia civil desalojándolos no menos pacíficamente es también desobediencia también pero con un fuerte deje del viejo espartaquismo agrario andaluz.
Casi todo lo que se vive hoy muestra esta amalgama entre lo viejo y lo nuevo. Probablemente pasa siempre. Los cambios casi nunca son de la noche a la mañana, sino de carácter paulatino, con periodos de transformaciones más o menos marcadas. En realidad, la realidad es esencialmente cambiante. Quien crea haber llegado a un punto de estabilidad, inamovilidad, permanencia está en un grave error. Si, por creer asegurada su permanencia, ese quien descuida las tareas de la defensa, el error se convierte indefectiblemente en catástrofe.
Eso ha pasado con los defensores del Estado del bienestar. A fuerza de teorizarlo, acabaron por creer sus propias doctrinas, entre ellas la de que esa forma de Estado era irreversible porque había consagrado su estructura realizando la tercera oleada de derechos de Marshall, los derechos sociales y económicos, incrustándolos en las Constituciones. La idea era que la protección jurídica blindaba el Estado del bienestar frente a eventuales ataques desde dentro. Como si las Constituciones no se pudieran reformar para que digan lo contrario de lo que venían diciendo. En algunos casos no es necesario ni reformarlas. La mutación constitucional se hace por vía de interpretación gracias a la cual, si es ingeniosa, se acaba entendiendo que en donde dice "blanco", en realidad quiere decir "negro".
De "Estado social y democrático de derecho" habla nuestra Constitución en el entendimiento de que se trata de la forma superior, perdurable, segura de Estado. El estado del bienestar, en su forma abreviada, es irreversible. Una vez conocedores de sus derechos, los ciudadanos ya no permitirán que se les nieguen. Todos sostienen querer lo mejor para esta forma de Estado, hasta quienes se proponen acabar con él. Estos no declaran de antemano sus intenciones pues, dicen, sus reformas, recortes, ajustes, solo pretenden fortalecerlo, al modo en que la medicina medieval utilizaba las sanguijuelas para sangrar a los pacientes a fin de robustecerlos.
Irreversible no hay nada en la vida excepto la muerte. Todo lo demás, por eterno que se crea, puede avanzar, retroceder, quedarse en donde está, sobrevivir o perecer, dependiendo siempre de la acción de los hombres. Si estos no estan prestos a defender sus conquistas frente a los inevitables ataques sino que las dan por descontadas, las perderán y pueden encontrarse como nos encontramos hoy, luchando por la contratación colectiva (que el gobierno ha aniquilado de hecho), por los derechos de los trabajadores, la jornada de ocho horas (ya una quimera en casi todas partes en donde se trabaja mucho más), por las vacaciones pagadas, la seguridad social, la jubilación y las pensiones. Prácticamente como a comienzos del siglo XX, cuando unos empresarios todopoderosos imponían condiciones leoninas a los trabajadores. Y más. Parece que en España no hay trabajo infantil (y digo parece pues no estoy seguro) pero hay empresas españolas deslocalizadas que se valen de mano de obra infantil en otros países. Sería un error pensar que ese delito no nos afecta.
Esta es la situación que la desobediencia civil de Sánchez Gordillo ha puesto en evidencia. Y de inmediato se ha montado un enorme guirigay en el campo de la derecha mediática que ha echado mano de los viejos fantasmas para asustar a sus huestes y prepararlas para la acción. Unas buenas dosis de "comunistas saquean supermercados" y quizá ya se tenga a las bases preparadas para lo que haga falta. En estos días se oye toda suerte de barbaridades dictadas por el nerviosismo.Todavía no he leído que algún cortesano oficioso haya recordado al Rey el trágico destino de la dinastía Romanov en Ekaterinburg a manos de los bolcheviques. Pero hay relatos que se acercan: la marea roja, las hordas comunistas...
Este pandemónium por unos carros de comida de Mercadona y una finca en barbecho del ejército contrasta con el silencio reverencial del establecimiento mediático respecto a las ingentes trapisondas de mangantes que tienen montadas los bancos con ayuda de los gobiernos y las instituciones europeas así como el FMI, perejil de todas las salsas desagradables. Un frente que conspira contra el bienestar de los pueblos. El lujo, la ostentación, el despilfarro, las actividades delictivas de enriquecimiento, la corrupción contrastan cruelmente con las decenas de miles de desahucios, los cientos de miles que dependen de unos 400 euros que ahora pueden volar. Y ante ese contraste, ¿quién no siente indignación?
Otros silencios están resultando también muy llamativos. El primero de todos, el de la iglesia. Ni una palabra -no digo ya hecho- sobre el aumento de la injusticia social, el paro, el empobrecimiento de la gente, la estafa, el aumento de la explotación y la opresión. Si acaso, los obispos atribuyen la crisis a cosas tan genéricas como el haber perdido de vista a Dios, vivir en el relativismo más absoluto y dejarse dominar por la codicia. Es decir, nada. Y nada ha de ser porque la iglesia es la gran beneficiaria de la crisis, tanto en el plano económico, ya que no se merman ni tanto así sus cuantiosos ingresos como en el teológico-moral, pues se le entrega de nuevo la educación de los nin@s, la santidad del matrimonio heterosexual y, con un poco de suerte, también la indisolubilidad del vínculo. En cuanto al aborto, camino llevan de suprimirlo de cuajo en nombre de la modernidad y el progresismo.
Silencio también de los cuarteles de Aguirre en Madrid y Cospedal en Castilla-La Mancha, ambas gárrulas de ordinario y con bastante veneno en la lengua. Posiblemente las dos, dotadas de un notable sentido intuitivo de la política, piensen que el gobierno está metiéndose en laberinto en donde no parecen entusiasmadas en acompañarlo. Amenazado en el exterior por un ultimátum financiero de la UE y en el interior por un generalizado descontento, Rajoy puede tener los días contados, en cuyo caso se abrirá la intersante cuestión de la sucesión en la presidencia. A veces el silencio de los lobos presagia que están a punto de empezar a dentelladas entre ellos.
(La imagen es una ilustración de Georg Grosz titulada los pilares de la sociedad, de 1926. Obsérvese el nudo de la corbata del hombre del sable en primer término).