dimarts, 23 d’abril del 2013

La mentira no paga.


Hace unas fechas Mariano Rajoy compareció en sede parlamentaria anunciando que el déficit de 2012 se quedaba en el 6,7% del PIB. Un exitazo. No era el limpio 5,8% que había anunciado en un momento de euforia, pero sí un buen trecho por debajo del ignominioso 9,4% en que lo dejaron los fementidos socialistas con todas sus herencias. Estaba el hombre tan contento que hasta vaticinaba el fin de la recesión. Tocaba el cielo con la mano.

Por desgracia, los eurócratas de Bruselas que, ciegos de leyenda negra, se la tienen jurada a España, saltaron horas después de la declaración de Rajoy dejándolo por mentiroso. Horas después. ¡Si lo tendrán calado! Decían los probos funcionarios que Montoro había hecho algunas trampillas con las devoluciones de Hacienda que ponían el déficit en un 7,2% en realidad. Y advertían de que, cuando se cuantificase el rescate a la banca, la cantidad subiría. Efectivamente, Bruselas dice ahora que el déficit español es del 10,6% del PIB; el más alto de la Unión Europea. Queda, pues, claro, que Rajoy mintió una vez más a la opinión pública. Este sistemático (y absurdo) recurso a la mentira y el pantano de corrupción en el que sobrenadan el gobierno y su partido son los verdaderos obstáculos para salir de la crisis.

¿Quién confiará e invertirá en un país comido por una corrupción galopante y en el que el gobierno, cada vez que habla, miente?

Confrontado ante esta cruda realidad, Rajoy hace una de sus enmarañadas propuestas. No es que él haya mentido, no. Es que España superará las previsiones económicas menos favorables. Su 6,7% no es una mentira sino una "previsión económica favorable", mientras que el 10,6% de Bruselas no es la verdad sino una "previsión económica menos favorable". Ni verdad ni mentira. Tanto monta, monta tanto. La pena es que estas cantidades no son previsiones sino hechos consumados cuantificados y verificados. Y una es falsa y otra, cierta.

Y amenazadoramente cierta. No es ya que el fin de la recesión vuelva a perderse en un sombrío túnel en el que seguimos sino que, de hecho, estamos mucho peor que hace un año. El 10,6% de déficit de 2012 es 1,2 puntos superior al del 2011, el 9,4% que dejaron los socialistas. Hay 600.000 parados más y, por supuesto, muchísima gente desasistida y empobrecida en diversos aspectos de primera necesidad. Y no hablemos de los desahucios o de las previsiones del otro ministro económico, Guindos, que ha pasado de augurar una caída del PIB del 0,5% (seguimos en recesión) a otra del 1,5% (estamos en caída libre) sin que el augurante considere necesario explicar por qué la cuantía su multiplica por tres.  Tanto pretextar la herencia recibida y la han hecho buena, cuando parecía imposible por lo desastroso que fue el último periodo de Zapatero.

Obviamente la política de austeridad es un fracaso. Y no solo en España en donde el objetivo de reducir el déficit de este año a un intervalo entre el 4,4% y el 6,6%, se ha incumplido clamorosamente. Tampoco en Europa ha conseguido resolver ninguno de los problemas. Al contrario, los ha agravado y extendido. Es tan claro que hasta Frau Merkel, al parecer, está dejándose convencer de que ya no cabe exprimir mucho más a ese Lumpen del Mediterráneo. Habrá que hacer algo.  Según informa la prensa, alguna con toques de pavor, la Canciller propone una quita de soberanía de los países de la UE, por decirlo con terminología al uso. ¡Los alemanes pidiendo a los demás europeos que cedan soberanía!  Cunde el pánico. Sin embargo eso es exactamente lo que tiene que pasar porque es lo que siempre buscamos cuando comenzamos el proceso de integración. No seamos hipócritas. Queríamos una unión política europea porque es la única que puede garantizar la económica, como está viéndose ahora hasta la saciedad. 

Quizá el error sea uno de imagen o de comunicación, esto es, que lo enuncien los alemanes. Es también inevitable dada la preponderancia económica de su país. Daría mejor imagen, seguramente, que la intención la anunciaran Dinamarca o Suecia, pero no resultaría tan verosímil. Con Alemania puede haber unión política europea o no. Sin ella, no. 

En cuanto a nosotros, españoles, es un momento similar a la polémica del noventa y ocho sobre si europeizar España o españolizar Europa, ambos empeños inútiles por imposibles. Pero, si hay que pronunciarse, Palinuro lo tiene claro: europeizar España. Abriga la esperanza de que así será imposible que el país vuelva a tener gobiernos que mientan sistemáticamente y hagan la vista gorda frente a la corrupción, la amparen o, incluso, sean parte de ella.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).