dilluns, 12 de desembre del 2016

El boicoteo a Trueba

Hace unos diez días, Palinuro publicaba una crítica de la excelente película de Fernando Trueba, La Reina de España en la que comentaba que, al parecer, había en marcha una campaña de boicoteo de los sectores "nacionales" (o sea, para entendernos, nacionalcatólicos, franquistas, fascistas y demás morralla) en contra de ella. La película es extraordinaria y Palinuro, aun advirtiendo de la conjura, no le daba gran importancia, por creer que la calidad triunfaría sobre la práctica del odio y que, como suele suceder otras veces con estas campañas, sería propaganda para la película y ayudaría a su difusión. Pero estaba en un error. Quienes han puesto en marcha el boicoteo contra Trueba, al parecer, están consiguiendo su propósito pues el film no está recaudando lo necesario en taquilla para compensar por los gastos. Es decir, la están arruinando.

Y ¿por qué razón? Unas declaraciones de Trueba en las que afirmaba no haberse sentido español nunca en su vida. No se boicotea la película porque incite al odio o haga apología del crimen o el racismo, no. Se la boicotea porque su director ha tenido la audacia de decir en público lo inconveniente, lo que nadie se atreve a decir, aunque lo piense. ¿O es que esa banda de ladrones todos con cuentas en paraísos fiscales, todos defraudadores de Hacienda, todos estafadores de los dineros públicos se sienten españoles? Eso es absurdo. Es un pretexto, una excusa para boicotear una gran película desde el punto de vista cinematográfico y definitiva desde el punto de vista del contenido, una obra de arte que dice más sobre la España eterna de la cutrez, la carcunda, el fascismo y el franquismo que diez voluminosos ensayos. Sobre todo, la burla al criminal dictador y genocida Franco -que muchos en España y especialmente en PP y hasta en el gobierno, veneran- no lo perdonan. Si pudieran meterían en la cárcel al autor. Así que el boicot no es porque Trueba se sienta español o tagalo (por cierto, no sé si hay algo más español que no querer ser español), sino porque es una gran película, cargada de ironía, crítica, mordaz y antifascista.

En la crítica de Palinuro, al tiempo que se alababa el film, se hacía notar que tenía un aspecto concreto de típica propaganda comunista, términos que son redundantes, ya que decir comunismo es decir propaganda. No tiene mayor importancia porque, por mucho que se quieran ensalzar los méritos del Partido Comunista de España, estos son los que son; igual que sus deméritos. Pero escaso ojo crítico tendrá y parva decencia intelectual, quien no llame propaganda y falsedad a lo que es falso y propagandístico.

Pero eso es secundario en lo que ahora nos interesa que es reaccionar frente al intento de la carcunda nacional, con todos sus rabiosos plumillas excitados, de silenciar, acallar, una obra de arte, una obra importante, algo que debiera ver la mayor cantidad de gente posible en España. Colaborar con este boicoteo es hacer una injustica, castigar a un hombre y un equipo por haber hecho bien su trabajo y, lo que es más estúpido, privarnos a nosotros mismos de un placer estético, un reto intelectual y un ejemplo moral por seguir las cuartelarias consignas de quienes llevan más de 400 años matando en nombre de una España con la que luego se limpian el trasero.

Es claudicar ante la prepotencia de los chulos carpetovetónicos de siempre con su cabra.

Las gentes de izquierda tenemos una deuda de solidaridad con Trueba. Debemos movilizarnos para que la campaña no triunfe y, si hay que ir por segunda vez a ver la película, se va. Yo lo haré esta semana.