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diumenge, 22 de desembre del 2013

Rajoy está tranquilo.

La policía judicial entra en la sede del partido del gobierno con orden expresa del juez de registrarla en busca de unos documentos supuestamente incriminatorios y necesarios para la instrucción de la causa. Había pedido esos papeles en agosto sin que, hasta la fecha, se le hubieran entregado. Catorce horas duraron las pesquisas policiales en las que al parecer, se ha incautado abundante información de la que se seguirán las consecuencias procesales pertinentes. Pero, políticamente, es como si no hubiera pasado nada. La policía registra durante catorce horas la sede del partido del gobierno en busca de pruebas de comportamientos presuntamente irregulares, pero el gobierno no tiene ni una explicación que dar. Que un gobierno se apoye en lo que parece una banda de malhechores es lo más normal del mundo. Y a los malhechores los acechan los jueces, ya se sabe. Cada cual en su sitio. Nada que decir. Nada serio.

Porque no es seria la respuesta de Rajoy desde Bruselas. Al contrario, es la enésima muestra de su fabulosa mendacidad. Dice el presidente que "están tranquilos" (debe de referirse al conjunto del partido o a sus dirigentes), como si el hecho de decirlo no fuera ya un desmentido. En las organizaciones complejas es imposible garantizar que en algún recoveco de las dependencias, las secretarías, las vicesecretarías, las delegaciones no haya algún papel olvidado, alguna factura problemática, algún archivo informático incriminatorio. Que se lo pregunten a Miguel Blesa, último cultivador del género epistolar.

No les llega la camisa al cuerpo y por eso se dispara la mendacidad. Sostiene Rajoy que no ha habido registro de la sede de su partido sino una simple petición judicial de colaboración que su gente se ha apresurado a prestar en virtud de su acrisolada costumbre de ponerse siempre al servicio de la justicia. Tan conocida es esta costumbre que el juez llevó la operación en el más absoluto sigilo sin informar de ella ni el ministro del Interior y, además, dio orden a los policías de entrar en la sede "por las buenas o por las malas". Casi parece un episodio de los intocables. El registro no fue un registro y la policía no fue a Génova 13 en busca de pruebas sino a presentar sus respetos a esta colección de probos ciudadanos. Pura mendacidad.

Como pura mendacidad es el ataque a los derechos de las mujeres, perpetrado por el ministro de Justicia y que ha suscitado una ola de indignación. Según juicio unánime, se trata de una norma de espíritu franquista. Se recuerda ahora que Gallardón es yerno de un ex-ministro de Franco, secretario general del Movimiento, autor de un libro de expresivo título, Sin cambiar de bandera, que ya lo dice todo. Se recuerda asimismo que es quien ha renovado el marquesado (o algo así) de Queipo de Llano, recompensa de Franco a su compañero de armas, el que animaba por la radio a violar a las mujeres de los milicianos.

Pausa. ¿Cómo alguien capaz de renovar un título con el cual se honra la memoria de quien alentaba a violar mujeres puede legislar sobre algo que las afecta directamente, el aborto? ¿Cuál puede ser su ecuanimidad, su equidad, su respeto por los derechos de las personas cuya conducta pretende regular? La pregunta es retórica y la respuesta, obvia. Los franquistas son así: en la guerra, se viola a las mujeres y, en la paz, se las sojuzga como si fueran incapaces o menores de edad.

Lo curioso de este franquista en concreto, el muy nacionalcatólico Gallardón, es que diera el pego,  convenciendo a muchos comentaristas de su talante moderado, abierto, incluso progresista. Los medios vienen ahora llenos de lamentos y amargas recriminaciones. ¿Cómo ha podido Gallardón hacernos esto?  En fin. La mendacidad se beneficia siempre de lo que unos llaman buena fe y otros simple credulidad.

Es el espíritu del franquismo: la agresión frente a la crítica o la protesta, la hostilidad hacia los derechos ajenos, la impunidad por comportamientos irregulares, incluso delictivos, el desprecio a la opinión pública y el sentir de la ciudadanía y, desde luego, la más absoluta mendacidad. El registro de la sede del PP no es un registro sino una solicitud de colaboración; la tiranía de Franco no era una dictadura sino una democracia sui generis. Da igual lo que se diga. Aquí nadie responde de nada ni dimite jamás ni da explicaciones por sus disparates. Pregúntesele también al ministro de Industria, a punto de dejar el país a oscuras y tiritando de frío. 

La mendacidad es sublime. "España es una gran nación" repite Rajoy por doquier (excepto cuando lo traicionó el subconsciente y dijo, y grabado queda, "ETA es una gran nación") y, al mismo tiempo, explica que su máxima preocupación es hacia dónde quiera ir Alemania. Esa supuesta tranquilidad nace de la experiencia franquista: se puede decir cualquier cosa, incluso desmentirse uno mismo. España es una gran nación a remolque de otra. También Franco decía que España era una, grande y... libre.No sucede nada. Nadie pide explicaciones. Y, si las pide, se le aplica la ley mordaza.

A todo esto, según algunos expertos, España puede entrar en su tercera recesión en 2014. No importa. No será recesión sino recuperación moderada, igual que los salarios no bajan sino que "crecen moderadamente". Lo que está pasando no está pasando.

dissabte, 21 de desembre del 2013

Dos sofismas de la ley contra las mujeres.

Toda la ley de ese hipócrita ultrarreaccionario respira misoginia. Está dictada directamente por los mayores enemigos de las mujeres, los curas, los que las consideran siervas de Satán, condenación de los hombres y no sé cuántas estupideces más. Toda ella, desde el principio al final.

Pero contiene dos cuestiones que llevan el sello inconfundible del engreimiento de este ministro que se piensa un nuevo Kelsen y no es otra cosa que un monaguillo bobo a las órdenes de los clérigos. Son la legalidad del aborto por violación y la irresponsabilidad penal de las mujeres en caso de interrupción del embarazo.

La violación. Si, como afirman estos falsos santurrones, de lo que se trata es de proteger la vida del concebido, ¿por qué se permite el aborto en caso de violación? También podría preguntarse por qué se permite en caso de riesgo para la madre. Pero aquí la respuesta podría ser porque el peligro de vida de la madre puede poner en riesgo la del hijo. Pero no hay tal cosa en la violación. El niño puede ser robusto y viable y la madre también, ¿por qué, sin embargo, se admite el aborto?  Porque no se atreven a prohibirlo, como, mucho más consecuentes con su inhumana doctrina, hacen los católicos en varios países latinoamericanos. La violación está aquí mal vista (gracias a la lucha de la izquierda y las feministas) y estos sinvergüenzas no se atreven a decir lo que piensan, esto es, que algo habrá hecho la violada y que prevalece el derecho del nasciturus. Como no es el caso, es claro que hay algo que está por encima del "derecho" del feto. Y si lo está la violación, ¿por qué no otras circunstancias, incluida la libre voluntad de la mujer de parir o no parir según decida? La violación, sí; la libre voluntad de la mujer, no. ¿Por qué? Porque le da la gana a esta manga de clericalfascistas.,

La irresponsabilidad penal de las mujeres. El ministro Gallardón es tan presumido, tan estúpido y tan soberbio que vende como un hito progresista que la ley no haga reproche criminal a la mujer que haya abortado sino a todos los demás que hayan intervenido. Afirma que es un paso adelante en la lucha de las mujeres por su emancipación. Lo de menos es que este medida esté copiada de las recomendaciones para poner fin a la prostitución, esto es, castigar al proxeneta y al cliente, pero no a la puta. Ya es bastante repugnante comparar una situación de explotación sexual de la que la mujer suele ser las víctima con la libre decisión de abortar. Pero hay más: a este sofista barato no parece habérsele ocurrido que proclamar la irresponsabilidad penal de las mujeres en actos libremente consentidos equivale a seguir tratándolas como menores de edad, como enajenadas. O sea, como mujeres desde el punto de vista de esta derecha insoportable, fascista y meapilas.

(La imagen es una foto de La Moncloa aquí reproducida según su ”aviso legal”).

divendres, 20 de desembre del 2013

Contra las mujeres.


En un país en cuya capital el colegio de abogados decide mantener el título de "decanos honoríficos" a favor del genocida Francisco Franco y el fascista José Antonio Primo de Rivera no tiene nada de extraño que el gobierno haga aprobar leyes injustas y machistas por un parlamento que, a su vez, reverbera de reaccionarios y cipayas.

Es un país en el que un porcentaje importante de la población sigue siendo franquista, fascista, partidario de la dictadura y que vive tan feliz regida por un gobierno compuesto por corruptos, imbéciles y meapilas y dirigido por otro corrupto especialmente mendaz. Es un país que no pertenece al continente en que se encuentra, Europa, sino al de Asia musulmana, ni al siglo en que se halla, el XXI, sino al XV.

A lo mejor con estos dos datos, esos genios que reprochan lo poco que se consiguió en la transición pueden ver lo que cuesta mover esta densa capa de burricie, oscurantismo y servilismo rasgos esenciales de España. O quizá puedan ahora demostrar cuánto valen, evitando que la reacción nacionalcatólica hunda más el país. Y quizá se entienda también por qué la zona más avanzada, más europea, Cataluña, pretende independizarse y muchos la envidiemos.

Que siete diputadas del PP aplaudan como locas al ministro que convierte en ley su propia servidumbre demuestra a las claras el grado de abyección a que pueden llegar los seres humanos. Porque esa ley que este hipócrita clerical ha impuesto al país a caballo de una mayoría absoluta lograda por la banda de malhechores que ganó las últimas elecciones a base de mentiras es el ataque más brutal que se ha producido en nuestro país en contra de las mujeres.

O sea, esas siete cipayas, aplauden como lo que son: almas serviles, criadas del machismo patriarcal de los curas y sus monaguillos, elementos en el proceso de reproducción de su miseria. Pero son algo más: auténticas estúpidas que no solamente aplauden que se las despoje de sus derechos sino que se las trate como inferiores mentales.

¿Por qué? Sencillo: ¿han escuchado ustedes a este untoso sofista vanagloriándose de que "por primera vez se va a despenalizar de modo absoluto a las mujeres en las casos de abortos ilegales", como si fuera una conquista para ellas? ¿Lo han oído decir muy ufano, como buen fariseo y sepulcro blanqueado que en el aborto, la mujer nunca es culpable sino víctima, dando a entender que es un avance?

¿Y qué es eso sino muestra palpable de que este majadero considera a las mujeres como menores de edad, niñas, inferiores, irresponsables de sus actos?

Esa muestra de machismo es lo que estas descerebradas aplauden y los ciudadanos normales tenemos que soportar porque 11 millones de individuos, de esos que aceptan encantados que Franco y José Antonio sigan siendo decanos honorarios del colegio de abogados, lo han votado.

El aborto es sagrado.


Hace unos meses, las bravas activistas de Femen irrumpieron en el Congreso de los diputados al grito de el aborto es sagrado. Hubo un desbarajuste, un rifirrafe y un notable desconcierto entre los diputados. Solo se escucharon algunos tímidos aplausos mientras la mayoría guardaba un incómodo silencio, incluso las mujeres. Algunas, las más reaccionarias, manifestaron luego su reprobación, mientras las demás callaban en una muestra de cobardía.

La reacción más típica vino más tarde en improvisada declaración a la prensa de ese prodigio de hipocresía que es el ministro de Justicia. Dijo Gallardón que no podía entender, que le resultaba incomprensible, la expresión de "aborto sagrado". Por supuesto; es una de tantas cosas que este hombre, bloqueado por su fanatismo religioso, no entiende ni podrá entender jamás. La reclamación era provocativa. Para poner en evidencia que el ministro solo considera sagrado lo que a él le place. Lo demás no puede serlo. La idea de que alguien tenga algo por sagrado con el mismo derecho con que él considera lo contrario ni se le pasa por la cabeza. La de que él tiene tanto derecho a imponer sus opiniones sobre lo sagrado como el que tienen los demás a obligar a lo contrario, esto es, ninguno, todavía menos. Es la base de la intolerancia, la intransigencia, el fanatismo, el nacionalcatolicismo y, por supuesto, el fascismo. Es el meollo ideológico de este político profesional a las órdenes de los clérigos.

Si los dioses no lo impiden hoy aprobará el consejo de ministros la reforma de la Ley de interrupción voluntaria del embarazo, inspirada en las peticiones de la jerarquía católica, aunque no a su entera satisfacción. Los curas querrían la prohibición absoluta, acompañada de duras penas. Pero ya no están los tiempos para andar quemando gente; está mal visto. Han pactado, pues, con su monaguillo civil la eliminación de la ley de plazos vigente, la negación del derecho al aborto, el retorno a la ley de 1985, que se ha quedado obsoleta por menoscabar la condición de las mujeres y seguir tratándolas como menores de edad.

Es una involución, a tono con las que impone el gobierno en otros ámbitos, el educativo, el acceso a la justicia, los derechos de manifestación, expresión y reunión, el orden público, etc. Pero es especialmente repugnante porque, aparte de la represión ideológica y de clase, esta prohibición tiene un tinte de género, es una prueba más de que, en la contienda política, cuando se trata de los derechos de las mujeres (como cuando se trata de los de las minorías nacionales) aumenta el consenso interpartidista de carácter patriarcal y reaccionario. Los curas (todos hombres), el ministro (hombre) un comité de expertos sobre el aborto o algo así que constituyó el gobierno (compuesto exclusivamente por quince hombres) lo que ya es en verdad ridículo legislan sobre los derechos de las mujeres sin escucharlas siquiera y tratando, como siempre, de sojuzgarlas, reprimirlas, humillarlas. Como siempre. Repito, como siempre.

Las leyes, el poder, el aparato del Estado, los tribunales, el sistema penal, toda la parafernalia represiva se moviliza contra un avance en un proceso de emancipación de más de la mitad del género humano que ya habría de ser incuestionable. Y no solo el aparato represivo. También el ideológico. Esta legislatura precisamente se inició con unos sofismas enunciados por el ministro en sede judicial hablando de la "realización" de las mujeres y la lucha contra la "violencia estructural", en una cantinflería conceptual con la que pretendía engañar a la opinión acerca de sus verdaderas intenciones, creyendo, sin duda, que la ciudadanía tiene un nivel mental inferior al suyo. Lo cual es materialmente imposible.

Si las falacias del ministro y su demagogia seudoemancipadora no merecen refutación, menos aun los especiosos argumentos que siguen manejando los antiabortistas cuando les da por hablar y no por atentar a bombazos contra quienes defienden el derecho a la libre interrupción del embarazo dentro de los límites razonables que marca la ciencia, que es el único criterio aquí admisible. Mientras la ciencia no diga lo contrario, la interrupción del embarazo hasta cierto tiempo de la gestación no implica crimen alguno y, por tanto, pertenece al irrestricto campo de la libre voluntad de las mujeres.

Lo demás es perder el tiempo con los trolls antifeministas, entre los cuales, por cierto, hay muchas mujeres sumisas, incluidas algunas supuestamente "progres" y tan sumisas como las otras. Perder el tiempo, porque ya está todo dicho. Los partidarios del derecho al aborto no obligamos a los antiabortistas a abortar. Hagan ellos lo mismo y no arrebaten un derecho en nombre de sus convicciones privadas. Si hay restricción del derecho al aborto será por vía coactiva, represiva, no discursiva. Y frente a esto, la consigna de Femen es lo más contundente.

Sí, señoras, señores, curas, ministros y carcundas de todo pelaje machista, el aborto es sagrado. Y los hombres, los hombres feministas, tenemos que estar con las mujeres, movilizarnos con ellas en la lucha por sus derechos porque solo cuando ellas alcancen la plena propiedad y disposición sobre sus cuerpos, que los hombres llevamos siglos negándoles mientras consagramos las nuestras, recuperaremos una dignidad que ahora no tenemos (pues somos cómplices de esta injusticia) y estaremos en el camino hacia la igualdad entre los sexos. 

(La imagen es una captura de un vídeo de El País).

dijous, 10 d’octubre del 2013

Femen y tabú.

Llama mucho la atención el lema pintado en el pecho de las activistas de Femen: El aborto es sagrado. Se irguieron cuando comenzó a hablar Gallardón, uno de los muy devotos ministros de este gobierno carcunda, empeñado en despojar a las mujeres del derecho al aborto. Y comenzó el espectáculo habitual: tetas al aire, gritos (¡el aborto es sagrado! ¡fuera de nuestras vaginas!, etc), forcejeos, contorsiones, empleo de una u otra forma de la fuerza pública, reducción y posterior detención de las alborotadoras. La cámara, perpleja, sin saber cómo reaccionar, mucha incomodidad y bochorno; algún tímido aplauso de IU. Luego vendrán las furibundas condenas con el ceño fruncido. Las mujeres del PP están como furias, profiriendo maldiciones. Tachan la protesta de repugnante, fanática y patética. ¡Voto al chápiro! Están tan furiosas que no saben lo que dicen. Y si se comparan estas fotos con las de Cospedal enarbolando peineta, pues no sé yo... En la izquierda reina el desconcierto, incluidos sectores feministas que ven en estas protestas frivolidad y hasta un juego intencionadamente ambiguo con el machismo dominante. Si protestamos por la cosificación de la mujer en la publicidad, no podemos recurrir a ella en la protesta. Luego volvemos sobre el asunto, más complejo de lo que parece.

Me interesa antes de nada el lema. Léase bien: El aborto es sagrado. Es fuerte, ¿verdad? La izquierda, los progres, no nos apoyamos en la noción de lo sagrado. Nuestra defensa del derecho al aborto es de moral racional, de respeto a los derechos del individuo, empezando por el de decidir libremente si quiere o no abortar, y pretende tener un fundamento científico. ¿A qué viene aquí lo sagrado? Eso es actuar como la derecha, los conservadores, los reaccionarios, los curas, las iglesias, las religiones, el orden constituido, el patriarcado. La cultura misma que, según Freud, se erige sobre el totem y el tabú. El tabú del incesto, el del canibalismo, el del aborto: una prohibición rígida, sacra, que castiga como pecado severamente toda infracción. Invocar el carácter sagrado del pecado es ir a dar la batalla de modo radical en el campo mismo del adversario. Aquí nace esa incomodidad de la izquierda y cierto feminismo ("cierto" porque Femen son feministas), en que tienen interiorizado el tabú en su terreno sagrado y pretenden combatirlo con las armas de la razón. Cosa inútil pues todo lo sagrado es inmune a lo racional y solo puede combatirse con otro sagrado. En el caso del aborto, ¿en qué descansa esa sacralidad? En que es una manifestación obvia de la autonomía del individuo y su derecho a disponer de sí mismo aquí y ahora. Algo mucho más sagrado que todas las divinidades celestiales o infernales.

Así que tocado quedó el ministro de Justicia, balbuceando lugares comunes sobre la falta de respeto a la sede de la soberanía popular, sede en la que domina absolutamente el partido del ministro, que no deja hablar a nadie pero convierte en leyes, es decir, en normas racionales, universales, generales y abstractas los tabúes de su iglesia.

Lo de Femen tiene su tela. El logo de más arriba, lo dice la leyenda, representa los colores de la bandera ucrania, pues el movimiento nace en Ucrania hace unos años, el palo es el de la letra cirílica de origen griego, phi, de feminismo, los círculos son tetas, "es divertido, reconocible, representa la oposición y el aguijón de la avispa". Se me ocurre que podía adaptarse en España, en donde la combinación amarillo/azul no dice nada cambiándola por los colores republicanos. Al fin y al cabo estamos en casa de Palinuro. El resto, lo mismo: tetas, phi, etc. Es solo una propuesta. Cuestión de pensarlo. Las componentes de Femen suelen ser estudiantes universitarias o licenciadas. Es decir, nivel cultural alto. Su feminismo es indudable: happenings al estilo de las pussy riot que también las han llevado a la cárcel. Acciones contra el machismo, contra el islamismo, el cristianismo, la subordinación de la mujer en cualquier campo, etc. Los contenidos están claros. Las peleas pueden llegar por las formas. Son muy provocativas, rompedoras, el concepto de escándalo público se refleja en todos los rostros sorprendidos de los espectadores. Suelen quedarse estupefactos hasta que interviene la policía o similar que, a su vez, tampoco está muy segura de cómo proceder. Son momentos de escándalo festivo y pacífico que juegan con el universal atractivo de los pechos femeninos. No creo conocer a casi nadie a quien desagraden las tetas a la vista. Claro que a lo mejor es porque conozco a poca gente.

Las acciones son modalidades evidentes de la vieja táctica anarquista de la acción directa con elementos de desobediencia civil. Las de Femen jamás se enfrentan a la fuerza pública y se dejan detener y procesar. Entienden que lo suyo es eso, propaganda por la acción, algo con lo que el orden público entendido al modo autoritario suele tener muchos problemas. Traten de imaginarse una acción de Femen en ese pueblo de la costa en el que la alcaldesa dicta a los vecinos la música que pueden escuchar, cómo deben ir vestidos y cómo han de comportarse, al más castizo estilo de España unidad de destino en lo universal. Imagínenlo y traten de contener la risa. 

Este tipo de acciones responde a la intencionalidad ya explícita en el logo, diseñado por Artemy Lebedev, el creador de Art. Lebedev Studio, una empresa privada de diseño rusa con sede también en Nueva York, dedicada al diseño avanzado de carácter industrial, gráfico, online y de interfaz, una gente muy simpática, con una política corporativa anticorporativa también muy rompedora que la lleva a colgar los premios que recibe en las paredes del retrete. Parte de un asunto de principio que Palinuro hace suyo sin dudarlo: no trabajamos con personas privadas, partidos políticos, organizaciones religiosas, pajilleros y todos quienes tienen puntos de vista contrarios a los nuestros. Tan entusiasmado está que, según me ha dicho, planea pedir a Lebedev una franquicia para España en donde hay una gran demanda de renovación de logos, símbolos y modos de acción.

Ir a pedir el logo a Lebedev ya revela intencionalidad programática feminista neta en Femen que, por cierto, se ha metido en todos los charcos, incluida la lucha en contra de la legalización de la prostitución. En definitiva,  es una de las formas típicas de protesta en una sociedad compleja, como un mosaico, con modos muy distintos de expresión (ecologistas, homo, bi, transexuales, M-15, mareas de mil colores, hackers, anonymous, etc.) todos ellos potenciados por el uso masivo de las redes. Lebedev es, básicamente, diseño online. En el caso de Femen se mantienen en el tiempo, son pocas y con escaso apoyo social y menos recursos económicos. Pasa siempre con las vanguardias.

¡Ajá! Pero el buey sigue arando y estos fogonazos tan superficiales apenas son arañazos. La realidad persiste. ¿Les parece poco atacar el tabú en su raíz y declarar sagrado el aborto?

(La imagen es una foto del logo de Femen, diseño de Art. Lebdeveb Studio, bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 9 d’octubre del 2013

La moción de censura de Femen.


El tiempo se ha acabado. Aquella moción de censura con la que, en un insólito momento de valor, Rubalcaba amenazó al gobierno hace meses, es ya la única arma a disposición del PSOE para conseguir que este gobierno de embusteros, autoritarios y presuntos corruptos, atrincherado en su mayoría absoluta, dé explicaciones a la ciudadanía, a la que trata como un rebaño de ovejas. Hasta la fecha PSOE e IU han intentado todo para que la derecha se avenga, cuando menos, a fingir algún talante democrático y cierta sensibilidad parlamentaria. Pero ha sido inútil. La necesidad de Rajoy de impedir que las acusaciones sobre los sobresueldos que pueda haber estado cobrando, sus mentiras en el Parlamento (y fuera del Parlamento) y el resto de sus prácticas poco menos que mafiosas se le formulen a la cara, y la del PP de evitar que se conozca públicamente el grado de corrupción que anida en su seno, llevan a ambos a colaborar para que el Congreso se convierta en un remedo de las cortes franquistas que, en el fondo, es el tipo de órgano legislativo que añora la derecha.

La mayoría absoluta derechista ha yugulado todas y cada una de las docenas de mociones de la oposición pidiendo la comparecencia del hombre que lleva dos años ocultándose después de haber mentido afirmando que él daría la cara. El Parlamento, falseado en su esencia por una guardia pretoriana, verdadera colección de paniaguados, tiralevitas y logreros del partido del gobierno, no sirve literalmente para nada. No actúa, no controla, no fiscaliza, no investiga y se limita a "legislar" bovinamente unos textos que el gobierno le remite como Franco, con un motorista. Es el parlamento de la vergüenza y la impotencia, poblado por unos diputados acobardados y sumisos que, por no tener, ni siquiera han tenido (salvo dos o tres modestas excepciones) las agallas necesarias para aplaudir y vitorear a esas tres mujeres de Femen que han dado una lección a un país cada vez más aborregado. Patidifusos se han quedado los representantes de la soberanía popular (que, en el fondo, solo representan a los barandas de sus partidos), boquiabiertos, incapaces ya ni de hacer algún comentario sobre los atributos con que estas bravas mujeres cuestionan y provocan este machismo emasculado de sacristía que rezuma el hemiciclo de mayoría nacionalcatólica. 

Únicamente Edurne Uriarte, haciendo gala de su oquedad cerebral y su ausencia de dignidad de género, se ha atrevido a balbucear cuatro necedades sobre ese magnífico gesto de quienes valen mil veces más que ella en todos los sentidos, tachándolas de... ¡espectáculo machista! desde alguno de los numerosos canales mediáticos de los que dispone gracias a la pasta de la derecha, que no a su inexistente ingenio. Digno comentario de quien llegó a ser nada menos que pareja del inenarrable Wert, el que inaugura eventos entrando por las puertas de servicio.

Son las mujeres de Femen quienes han presentado la moción de censura que el PSOE no se atreve a interponer, sacando a luz la viscosa hipocresía del ministro Gallardón, meapilas sofista al servicio de los curas en su intento de cargarse el derecho al aborto. Ellas y solo ellas. Los socialistas (¡y las socialistas!), callad@s como conej@s. Y, por supuesto, a horas del hecho, Rubalcaba -cada vez más parecido a Rajoy- silente y desaparecido.

Hasta un portavoz habitualmente cómico con los tirabuzones de sus seudoargumentos como el del PP, se permite el lujo de provocar a los socialistas afirmando que no tienen valor de presentar la moción de censura. Que no tienen valor, ni ideas, ni programa, ni líder.

Y va a ser verdad.

Esta oposición casi parece la sombra de un gobierno a la sombra de un presidente a la sombra de un delincuente. Innoble situación.

Ya que no son ustedes capaces de respetarse a sí mismos, respeten cuando menos a los votantes que les pagamos unos sueldos suculentos a cambio de los que no hacen ustedes nada y den la batalla por la democracia, la libertad y la dignidad de la gente. Hablen ustedes con Cayo Lara para que apoye la moción de censura (si no lo hace, que diga por qué y arrostre el merecido descrédito que le caerá) y presentenla de una maldita vez.

Queremos personas dignas en el parlamento, por lo menos tan dignas como las mujeres de Femen. No patos acobardados por el facherío reinante.

dissabte, 27 de juliol del 2013

Sangre, sudor y rabia.


Finales de Julio en un Madrid achicharrado y nunca mejor dicho pues las chicharras no paran en los jardines. Se les une la algarabía de las cotorras; por eso lo de algarabía, que es el ruido de los árabes cuando invadían en algarada tierras de cristianos; que estas cotorras vienen en son de guerra, como plaga temible de depredadoras. Tanto que el Ayuntamiento ha decidido salir a cazarlas, como los tramperos iban a cazar osos. Y quizá con medios parecidos. La nota melodiosa la ponen las urracas, mientras los madrileños van a sus cosas con la lengua fuera y sudando la gota gorda. Muchos estaban de vacaciones y regresan sudando y sudando salen los que las comienzan hoy. De siempre ha sido julio el mes más sudoroso del año en Madrid. Agosto lleva la fama pero el bochorno, el aire tan caliente que sofoca, la luz cegadora de las calles con unas acacias raquíticas, eso es de julio; cuando el foro echa el bofe es en julio. El "poblachón manchego" de Ortega se manifiesta en su cegadora crudeza. Madrid, el rompeolas de las Españas, no ha visto jamás más olas que las que hagan los bañistas en la llamada "playa de Madrid", por otro nombre la charca del obrero, y las de los patos en el apacible discurrir del Manzanares, regato con ínfulas de riachuelo. Lo primero que llama la atención (luego hay muchas otras cosas, algunas enojosas) al comparar otras capitales europeas con la española, París, Londres, Roma, Viena, es la importancia que tienen sus respectivos ríos en la vida de la ciudad. Sin el Sena, no habría bateaux-mouches, ni gabarras que van y vienen, faltaría alguna película de Renoir y quizá no hubiera ni impresionismo. Sin el Támesis y su actividad portuaria, no habría East End, cockneys, ni Shaw habría escrito Pygmalion ni Wilde El retrato de Dorian Gray, ni hubiera existido Jack el destripador, ni las novelas de Sax Rohmer, llenas de chinos misteriosos y opio. Sin el Tíber, nada de puerto de Ostia, ni Testaccio, nada de romagnolo ni isola Tiberina, ni la mole adrianea. Y ya no se hable del Danubio, ese que solo ven azul los enamorados porque todos los demás lo vemos de un sospechoso marrón. Así que los madrileños viven de espaldas a su río. Que en verdad no es tal. Hay más agua -y salada- en el sudor de los madrileños en el mes de Julio que en el Manzanares.

Y de pronto la sangre ha estallado en un punto del noroeste y ha salpicado a un país en modorra. Con tanta violencia que, en los primeros momentos, se habló de atentado. Es mucho el destrozo, la mortandad, el desastre de vidas; mucho el golpe. Casi ochenta víctimas nos han caído encima, apenas cubiertos los cadáveres con mantas apresuradas y nos han dejado de piedra. Ha habido varios tipos de reacciones destacadas. Lo primero de todo, la laureada de honores, para esos bomberos que han interrumpido su huelga y se han puesto al tajo de salvar vidas humanas. La población en bloque a socorrer a las víctimas, a ayudar a los policías, los sanitarios, los médicos y a donar sangre. Tanta que hubo que organizarlo todo vía twitter para que los hospitales no se colapsaran. La sociedad es rápida, solidaria, eficaz. Las autoridades han respondido. Feijóo llegó en minutos, luego fue Rajoy, que parece ir aprendiendo. Los medios, en general, no tuvieron su mejor día. El 24h de RTVE ni se enteró de lo que estaba pasando y las cadenas privadas fueron incapaces de interrumpir la programación. Mucha prensa escrita derivó hacia lo morboso y sensacionalista, levantando la indignación de las redes. Son las redes las que han difundido la noticia, han colaborado en las medidas de socorro y han comentado la cobertura de los medios. Las redes son más rápidas, más flexibles a fuer de interactivas, están más capilarizadas y, por supuesto, son inteligentes.  También han albergado el debate de interpretaciones. ¿Cómo entender la catastrofe? Hay quien busca el lado politico: es el capitalismo, las privatizaciones, el afán de lucro, los recortes, la presión a la que están sometidos los trabajadores. Y hay quien reduce el asunto al factor humano puramente individual: el maquinista. Las dos empresas, RENFE y Adif, lo culpan directamente. Sospechoso. Pero precisamente circulan historias de comentarios suyos en su TL en Facebook que ponen los pelos de punta. Lo más probable es que haya de todo, incluida la negligencia culpable de alguien más y, como siempre, la indignante comprobación de que las empresas no invierten en seguridad por codicia. Como sea, la sangre ha estallado en Santiago y se ha mezclado con el sudor de julio.

Y todo lleva no a las lágrimas sino a la rabia. Esa tragedia de la gente normal se da en una sociedad gobernada por unos políticos consistentemente acusados de haber cometido todo tipo de delitos, faltas, trapacerías, arbitrariedades y corruptelas. Un presidente del gobierno de quien dice el ex-tesorero de su partido, al que él nombró y con quien estaba a partir un piñón hasta hace muy poco, que incumplía la ley de partidos. A quien el mismo personaje acusa de de haber cobrado sobresueldos hasta el ultimo momento en sobres . Un presidente que según el mismo Bárcenas, (a) el Innombrable, le había garantizado que cobraría su salario sine die. La rabia surge al ver que es todo así de sórdido, de ruin, de miserable. Y que están todos en ello: Arenas protegiendo a Bárcenas, Cospedal despidiéndolo en diferido antes de lanzarle demandas como quien tira venablos, Aznar, Álvarez Cascos, Mayor Oreja, Trillo, callados como difuntos. Y a este cortjo principal acompañan chirigotas, mojigangas y comparsas de lo más variado, Urdangarines, Matas, Lópeces Viejos, Albondiguillas, Sepúlvedas, Bigotes, Fabras, Baltares y me dejo docena y media del tablado de la pillería. Un cuadro de Gutiérrez Solana, una fiesta como el auge y caída de la ciudad de Mahagonny, en donde el robo estaba institucionalizado..

Está claro que la estrategia de Rajoy de no hablar, mandar callar, silenciar al extremo patológico de no nombrar a Bárcenas, ha fracasado. Gürtel y Bárcenas, Bárcenas y Gürtel son la ruidosa agenda española, tienen al gobierno contra las cuerdas, dedicado exclusivamente a escurrir el bulto e idear estrategias de salvación ante una convición cada vez más extendida: no hay otra salida que la dimisión. Total, el gobierno no gobierna; se defiende. Gobernar, gobierna Bárcenas, el delincuente, "ese señor", cuyo cuñado sigue siendo el jefe de algo importante en la sede de Génova. Gobiernan las cabeceras de los periódicos, con El Mundo por delante y los otros diarios de la derecha defendiendo trincheras. Gobierna Europa. Todos los barandas europeos tienen la nariz metida en España. Incluida su prensa que, por cierto, pone a Rajoy cual no digan dueñas. Ni siquiera la Dueña dolorida que, evidentemente, no lee The Economist. Gobiernan todos menos el gobierno.

A lo que no renuncia Rajoy es a la marrullería. Tiene que comparecer, según dice con su habitual sinceridad, "a petición propia" y tiene que hablar, tiene que explicar. Pero explicar ¿qué? ¿Nadie le ha leído sus derechos? ¿Nadie le ha dicho que todo cuanto diga podrá usarse contra él por la vía judicial? No hace falta. Ya lo sabe él muy bien. Por eso se propone desactivar la comparecencia. La ha puesto el 1º de agosto, quiere rellenarla de información no pedida sobre Europa, la crisis y las consabidas reformas y pretende obscurecerla anunciando la bajada de algún impuesto. Esto ultimo es llamativo: quiere mitigar la rabia y la indignación comprando a la gente. Es una forma de ver el mundo. No precisamente noble.

Bien. Y producida la comparecencia, dadas las no-explicaciones y ofrecida la no-dimisión, ¿qué más cabe hacer? Hay quien dice que basta con sentarse a esperar los desarrollos procesales del caso Bárcenas quien ya ha anunciado que tiene dinamita para volar el gobierno. Puede ser cierto, puede ser un farol pero, si el juez no se toma vacaciones, este agosto promete ser el más amargo de la vida de Rajoy. Y el de más rabia del reino.
 
También cabe ir adelante con la moción de censura. No cabe; se debe plantear. El presidente podrá asistir o no (doble contra sencillo a que no), pero el líder de la oposición mayoritaria podrá explicarse en la cámara y, a través de la cámara a todo el país. La opinion está deseosa de escuchar a un politico sobre el que no pese la acusación de ser un rufián.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dissabte, 11 de maig del 2013

Fracaso absoluto, total.


La semana pasada, con el paro disparado en 1.200.000 personas más y todos los indicadores por los suelos, el gobierno reconocía paladinamente el fracaso de sus políticas al admitir que concluiría la legislatura en 2015 con una tasa de desempleo superior a la que había heredado. La población será en conjunto más pobre de lo que era cuando Rajoy tomó posesión. El PIB cae más de lo que había caído antes. Un fracaso rotundo en el orden material, económico frente al cual el gobierno ha reaccionado como cabía esperar: negándolo. ¿Cómo puede negar lo que acaba de confesar? Muy sencillo, con la retórica estilo Báñez que el presidente maneja con igual soltura: es verdad que estamos mal, pero podíamos estar peor; es verdad que hay más de un millón de parados nuevos, pero podía haber dos millones; es verdad que aumenta el desempleo, pero lo hace con más lentitud. Todo esto es lo que el gobierno llama "signos esperanzadores". Unos signos que solo ve él.

Esta semana, además del fracaso material, económico, el gobierno ha encajado el fracaso ideológico, espiritual. En un solo día ha tenido que retirar los dos anteproyectos legislativos que iban a ser los pilares de la contrarrevolución: la ley de educación y la del aborto. Los ha retirado porque hasta él, con su talante autoritario, se ha dado cuenta de que levantan una fuerte oposición social mayoritaria. Ni sus propios votantes ni militantes están de acuerdo con esos dos ataques reaccionarios a los derechos de las gentes, el aborto por un lado y la educación por otro. Y lo mismo acabará pasando con la sanidad. La privatización es tan expolio que hasta puede no salir.

Es curioso que se hayan retirado los dos proyectos acariciados por dos de los ministros más reaccionarios y que muestran un rasgo en común: la altísima consideración en que se tienen a sí mismos, no compartida por nadie más. Dos sectarios altaneros que creen saberlo todo y los prejuicios no les dejan ver ni en dónde están. Sus compañeros de gobierno, más simples, tienen sin embargo más olfato político. Estos dos, con su soberbia y su pedantería, son dos verdaderos metepatas. La inauguración de Wert pidiendo españolizar a los niños catalanes ha hecho más por el soberanismo catalán que todas las esteladas juntas. Su idea de lo que deba ser la educación es perfectamente compatible con la que pueda tener Esperanza Aguirre, que no conocía los horarios laborales del profesorado al que gobernaba. 

Los espectáculos de Ruiz-Gallardón teorizando sobre la condición femenina y la esencia de la maternidad son cómicos y se convierten en hilarantes cuando el ministro -quien, al parecer, pasaba por ser persona equilibrada en no sé qué círculos- se empeña en justificar su legislación represiva con argumentos emancipadores poco menos que sacados de mayo del 68. No es cosa de cebarse con esta pareja de fatuos majaderos pero su caso sirve muy bien para entender la razón profunda de sus políticas. Si no se impide que la mayoría de la población disfrute de sus legítimos derechos, entre ellos, singularmente, la educación, acabará probándose que solo el dinero permite que individuos tan estúpidos como estos dos lleguen a alguna parte a extremo de amargar la vid a sus semejantes.

Porque el resto del gobierno, desde los aristócratas tipo Morenés hasta los plebeyos enriquecidos como Cañete o las tontas pijas estilo Mato, ya sabe que no pasa de ser un puñado de inútiles cuyo único mérito es haber sido muy amigos de Rajoy (quien tampoco se hace notar por la profundidad del concepto) y, en algunos casos, haber trincado los dineros que esta pandilla reparte entre los suyos para "compensarlos" por el ímprobo trabajo de hacer las cosas rematadamente mal. 

Fracaso en lo material, fracaso en lo ideológico y bajo sospecha de corrupción: ¿sirve para algo este gobierno?

(La imagen es una caricatura mía por el procedimiento de "animalización" a partir de una foto de La Moncloa en el dominio público).

diumenge, 21 d’abril del 2013

La batalla del aborto.


Según la prensa, el sector duro del PP (como están las cosas, prácticamente todo él) se ha lanzado a conseguir la derogación sin más de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Viene azuzado por la jerarquía católica que ha exigido dicha derogación por boca de Rouco Varela. La misma también que, por boca de otro prelado asegura que la Iglesia "no legisla". Claro que no. Se limita a hacer como Bertrand Duguesclín que ni quitaba ni ponía Rey, pero ayudaba a su Señor. Y su Señor en este caso exige la aniquilación de la infame ley del aborto. O tal cosa dicen los clérigos porque a ese su Señor solo parecen oírlo ellos. Total, que el ministro de Justicia, un hombre con empaque eclesial, abandona su herético primer empeño de dejar en último término a la decisión de la mujer la de abortar o no. Nefanda proposición. Ya se encargará él de construir alguna alambicada propuesta basada en las teorías de la revolución de mayo de 1968 para justificar que lo radicalmente progre es que las mujeres no puedan decidir.

Hay que entender el neoliberalismo de la derecha española. Cree esta firmemente que la libertad no es otra cosa que la posibilidad de elegir, de decidir entre opciones alternativas. Pero, a continuación, hay que hacer alguna precisión para que nadie confunda la libertad con el libertinaje, cosa de rojos. Primera precisión: no todo el mundo puede disfrutar de la misma libertad de elección. Las mujeres embarazadas, por ejemplo, no la tienen. O, si la tienen, es compartida con otros. Con los curas, pongamos por caso, que de esto del embarazo entienden mucho. Segunda precisión: aunque todo el mundo pueda elegir por igual, solo podrá hacerlo si en verdad hay una alternativa, es decir, dos opciones. Y no es el caso, porque el aborto no es una opción ya que debe estar prohibido y penado no solo por la ley de Dios sino por la de los hombres.

A esto llama la Iglesia "no legislar".

Si no fuera un asunto tan dramático, resultaría chusco. Sobre todo por los denodados esfuerzos de algunos por convertir el debate en un guiñol. Los antiabortistas se hacen llamar pro vida, principio que defienden a veces matando gente, como si hubiera alguien pro muerte y llaman a los otros proabortistas cuando, como todo el mundo sabe, a favor del aborto no hay absolutamente nadie en el mundo. Lo que hay es mucha, mucha gente a favor del derecho de las mujeres a elegir si abortan o no. En España el 90 por ciento.

El debate desciende a veces a niveles tan lamentables que se hace preciso recordar a los prohibicionistas que los partidarios de considerar el aborto como un derecho de las mujeres no piden que la práctica sea obligatoria como en cambio sí piden ellos que lo sea la prohibición. Nadie obliga a nadie a abortar si no quiere. Este debiera ser un argumento decisivo para que la Iglesia y sus siervos en el gobierno dejaran de meterse con la gente.

Pero no lo es porque los prohibicionistas sostienen que el aborto es intrínsecamente pecado y delito y echan mano de la ciencia para ello. Lo único aquí cierto, sin embargo, es que la ciencia no avala las conclusión eclesiástica que los curas quieren imponer por ley. Y mientras la ciencia, que es la única que formula verdades racionales de validez universal, no avale dicha conclusión de que toda interrupción del embarazo desde la concepción es un asesinato, un homicidio, la conclusión no pasa de ser, si acaso, un dogma de fe, con igual valor que la transubstanciación, el misterio de la Santísima Trinidad y asuntos de este jaez, algo que obliga a los creyentes pero no a todo el mundo. Dicho en plata: los no creyentes tenemos tanto derecho a imponer nuestras no creencias a los creyentes como estos las suyas a nosotros, es decir, ninguno. Por eso nosotros no obligamos a los creyentes a abortar y exigimos que ellos no nos obliguen a no abortar.

Hay quien añade que, además, los antiabortistas son quienes luego abortan en secreto porque su fortuna se lo permite. Esto es cierto y añade un tinte especialmente sórdido a estos comportamientos hipócritas tan frecuentes en quienes están empeñados en imponer a los demás sus pautas morales. El ejemplo más obvio: la prédica de la Iglesia sobre los niños y los abundantísimos casos de pederastia en el clero. Pero no añade gran cosa al fondo de la cuestión, pues este es un asunto de valores.

Entre toda la hojarasca, un principio emerge claro: la decisión sobre el aborto, la maternidad, es un derecho exclusivo de la mujer. Esta lo compartirá con quien voluntariamente quiera, pero la decisión final es suya, como un derecho incontestable. Un derecho que, según sabemos, desde Locke, arranca del derecho del hombre al propio cuerpo o, lo que es lo mismo, la prohibición de la esclavitud. ¿O no es obvio que quienes niegan ese derecho de la mujer a su propio cuerpo la están esclavizando? Con cadenas de hierro, de oro, de pétalos de rosas celestiales o de argumentos de feminidad trascendental y otras estupideces, pero esclavizando. 

(La imagen es una foto de World Can't Wait, bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 17 d’abril del 2013

La ofensiva contra las mujeres.


Arrecia el patriarcado con fuego de todas las baterías. Desde el fondo del templo de Dios, Rouco reclama la derogación de las leyes del aborto y del matrimonio homosexual. La primera petición apunta directamente a la mujeres, para privarlas de un derecho esencial como es el de disponer de la propia vida. La segunda va contra todos los homosexuales, femeninas y masculinos. Nueva restricción de derechos para convertir a las mujeres (y, de paso, a los gais) en ciudadan@s de segunda. Rouco es el Bautista clamando a los pies del palacio de Herodes, hoy accidentalmente el Vaticano. Pero su destino es muy otro. No será su cabeza la que vaya en bandeja sino la de Eva o, mejor, Lilith, la personificación femenina del mal. 

Gallardón está ya estudiando, con su habitual capacidad para el sofisma, la forma de vaciar de contenido la ley de la interrupción voluntaria del embarazo sin que parezca que está haciéndolo. Es ese fabuloso espíritu de mixtificación que se encierra en la propuesta de que el ministerio de Justicia sube las tasas judiciales para garantizar la gratuidad de la Justicia. El hecho es que, si Gallardón cede ante las imposiciones clericales, serán los curas quienes gobiernen. Lo mismo que ha sucedido con el ministerio de Educación cuyo ministro se ha apresurado a cumplir las órdenes del episcopado en materia de enseñanza privada, supresión de educación para la ciudadanía e implantación de la doctrina religiosa. Y, en la medida de lo posible, la educación, segregada por sexos pues, según el ministro, esta segregación no discrimina, como se demuestra por el hecho de que también la hayan implantado los integristas de Hamas en Gaza.

Está claro: en donde los curas mandan, las mujeres llevan la peor parte. Siempre. Y a esa misoginia acendrada de la Iglesia se une la de una sociedad civil educada en los más preclaros principios del machismo andante. Ese alcalde que dice que las feministas lo son hasta que se casan, igual que los comunistas hasta que se hacen ricos y los ateos hasta que se estrella su avión, muestra la esencia misma del machismo. La equiparación de las tres circunstancias es tramposa. Lo del comunista y el ateo los involucra a ellos solos confrontados con circunstancias genéricas fuera de su control. Allá ellos con sus conciencias. Lo de la feminista es el resultado de una interacción entre dos seres humanos, un dominador y una dominada. Es una relación de violencia. Esa presumida renuncia al feminismo por razón de matrimonio es la formulación vulgar de la leyenda de la doma de la bravía, aunque no tan vulgar como su manifestación de sobremesa cuando los hombres explican el comportamiento de una mujer porque es una malfollá que lo que está pidiendo es un macho.

El cargo del PP que hace unas fechas dijo que las leyes, como las mujeres, estaban para violarlas, dimitió acto seguido. Era una brutalidad demasiado pétrea para edulcorarla de algún modo haciéndola pasar por una de esas estúpidas incorrecciones políticas que invocan quienes no tienen ni idea de lo que es la corrección política. El alcalde en cuestión, sin embargo, para no dimitir ha acabado diciendo lo contrario de lo que afirmaba, admitiendo que no se puede generalizar, que algunas feministas lo hacen y que él lo encuentra lamentable. ¡Lamentable! Si son esas las que prueban la veracidad del supuesto de que, en el fondo, las feministas lo que quieren, como todas, es casarse con un hombre que las mantenga. Lamentablemente, claro.

La defensa de los derechos de las mujeres es la primera línea de la defensa de los derechos fundamentales.

dimarts, 16 d’abril del 2013

Las clavijas de Clavijo.


Ni en el Vaticano dejan los suyos tranquilo a Rajoy para que el hombre haga lo que mejor sabe hacer, esto es, nada. Hasta la Santa Sede ha llegado el piafar del caballo blanco de Santiago en Clavijo, montado por Rouco Varela esta vez para que los cristianos aniquilen a los infieles y prohíban el aborto y el matrimonio homosexual. Al propio tiempo, los cruzados de la causa de la Fundación FAES exigen al pusilánime presidente del gobierno que muestre garra y que no se deje ganar la calle. Lo segundo suena un poco a bronca de jayanes en mitad de la calle. Un estilo dialéctico propio de Aznar. Lo primero llega más a lo profundo. El aborto es un pecado nefando para la Iglesia católica que lleva aparejado la excomunión automática. La abortante y sus cómplices quedan excomulgados. ¿Puede considerarse cómplice a un presidente del gobierno que, estando en su mano acabar con los abortos, no lo hace? ¿No será, así, más cómplice que nadie, pues lo es de múltiples interrupciones criminales del embarazo?

Rajoy no es un monarca más o menos absoluto como Enrique II o Enrique VIII, pero tampoco parece que Rouco sea Thomas Beckett o Tomás Moro. Ya no llegan los conflictos tan a cosa de vida o muerte. Hay procedimientos administrativos. La Iglesia tiene numerosos intereses que cuidar para jugárselo todo a un conflicto institucional. Además, es mejor mantener la amenaza que ejecutarla. Los fieles se enardecen más. Habrá que escuchar al pío ministro del Interior cuando su jefe regrese a España. Para él, los deseos de Rouco son órdenes.

Por todas partes aprietan las clavijas a Rajoy. Lo quieren al frente de la revolución conservadora, repartiendo mandobles y aprovechando la situación en que la oposición mayoritaria anda perdida en un jardín interior del que solamente sale para demostrar que cada vez está más alejada de la realidad. Los escraches ponen dramáticamente de relieve que lo mejor, la crema de nuestra sociedad, la dirigencia, se ven amenazados y hostigados, como si fueran perroflautas identificados por los antidisturbios porra en mano. ¡Ah, no, eso no puede ser! Los escraches de los grupos provida ante las clínicas abortistas son la voluntad de Dios; los de los antidesahucios ante las puertas de los políticos opuestos a la ILP de dación en pago son tiranía de Satanás. ¿Para qué tenemos un gobierno, para qué una policía? Los escraches deben terminar. Los de Satanás.

¿Qué hace falta para que Rajoy actúe? ¿Fundamentación teórica? Lo que la FAES no da, Cospedal lo presta: los escraches son nazismo. Ahora ya puede Rajoy entrar en batalla. ¿No derrotamos en su día el comunismo? Y eso que las potencias occidentales, equivocándose de enemigo, se habían aliado con él en contra del nazismo. Claro, no podían tener la presciencia del Caudillo, centinela de Occidente. Ahora, ya derrotado el comunismo, vamos a derrotar también el nazismo, para que se vea nuestro católico sentido del justo medio. Además, a qué engañarnos, estos nazis y los comunistas de antaño son la misma chusma.

Santiago y cierra España.

(La imagen es una foto de mermadon 1967, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 8 d’abril del 2013

Del rosa al amarillo.


Tomo prestado el título de una película de Manuel Summers de los años sesenta con algo de licencia. Porque Summers cuenta dos historias, una es la rosa y otra la amarilla, mientras la fábula de hoy es una sola historia del rosa al amarillo. También hay licencia en el significado de los colores. En Summers, el rosa era el de la infancia y la pubertad y el amarillo el de la vejez. En la historia actual el rosa es el de las revistas del corazón y el amarillo el del escándalo.


El rosa. Los Príncipes de Asturias son presencia habitual en las revistas del corazón, género rosa por excelencia. Casi como los héroes de una leyenda. El príncipe que se casa con las hermosa plebeya. Un Pigmalión de clase. Símbolo de la eternidad y la modernidad de la monarquía. La sangre antañona se mezcla con la reciente y turbulenta del pueblo. Una joven de su tiempo, moderna, profesional, desenvuelta, trinaban los plumillas. El Príncipe mostraba también un carácter actual, abierto, sin prejuicios. Los únicos que torcieron el gesto en público fueron los curas. La Princesa de Asturias, futura Reina de España, era y es una divorciada. Y en diplomática torcedura de gesto quedó el asunto. Mandan los cánones que la mujer llegue virgen al matrimonio. Pero, en fin, no están los tiempos para pedir gollerías. Además, el rosa dominaba. Pronto llegaron las dos angelicales criaturas, las dos niñas que a su vez llenaron páginas y páginas de papel couché, intensificando el rosa, color adjudicado a las niñas por tradición iconográfica popular.

El amarillo. No tiene ahora -o por ahora- nada que ver con la edad de la pareja que sigue presentando inmejorable aspecto, aunque el Príncipe luzca ya barba cana. Tiene que ver con el escándalo. El amarillo es el color del sensacionalismo, la murmuración, el cotilleo. Yellow Chrome. Y llega en forma de libro que se presenta hoy de David Rocasolano, primo de la Princesa de Asturias, con un título de múltiples connotaciones. Podría entenderse como una despedida del primo o como una despedida de la prima, una especie de amenaza.

Porque, según parece, el libro cuenta que, antes de casarse con el Príncipe Felipe, Leticia se sometió a un aborto. Y eso ya son palabras mayores. Tan mayores que lo más cómodo que podría suceder es que no fueran ciertas. La Princesa siempre puede querellarse. Porque, si lo son, habrá que abrir un debate sobre varios asuntos.

Es evidente que si la Princesa abortó hizo uso de un derecho que le concedía la ley. Que lo haya mantenido en silencio o en secreto tampoco es, en principio, criticable, pues, no siendo nada ilegal, es cosa que solo afecta a ella y a las personas más directamente involucradas, como el padre del nonato y solo hasta cierto punto. Otra cosa es la cuestión religiosa. El gesto torcido de los curas de cuando el divorcio va a tornarse aquí en una mueca de espanto y quien sabe si algún que otro exabrupto. Porque esto ya no es un asunto de doncellez, sino, al parecer, un crimen. Si Leticia ha abortado está automáticamente excomulgada. Pero estas son cuestiones que afectan a la conciencia de la Princesa y la relación que tenga con la iglesia.

Desde un punto de vista de izquierda y agnóstico, Leticia no ha hecho nada vituperable y el color amarillo sobra. En la izquierda somos republicanos y abogamos por el fin de la monarquía con o sin divorcios, con o sin abortos. Pero, mientras llega la República, no se nos ocurre atacar el comportamiento público de la Princesa en este campo ni tacharlo de escándalo.

El problema, una vez más, lo tiene el gobierno. Si por él fuera, se derogaría la ley de interrupción voluntaria del embarazo, siguiendo el criterio de sus sectores más ultramontanos. Como no se atreve, el ministro competente, Ruiz Gallardón, anda buscando fórmulas para vaciarla de contenido. Pero le va a resultar difícil ir contra el aborto cuando la futura Reina de España ha recurrido a él. Por eso, la publicidad del hecho clarifica sobremanera las cosas, aunque pueda resultar molesto para la protagonista. No es posible restringir o suprimir el derecho al aborto en un país cuya futura Reina ha abortado. Ciertamente, el gobierno es libre de manifestar su desagrado y en algún caso concreto, como el del ministro del Interior, miembro del Opus, quizá debiera dimitir por razones de conciencia.

Otra cosa es que Leticia sufra represalias de parte de la Corona o su "entorno". Serían injustificables y una razón más a favor de los republicanos a la hora de pedir la substitución de la Monarquía por la IIIª República. Un objetivo tan razonable y sensato como la lucha contra el déficit.

divendres, 23 de novembre del 2012

Justicia para los ricos y sofismas para los pobres.

La hipocresía, sofistería y profunda estolidez del repelente niño Vicente Gallardón al descubierto en sus razones para imponer las tasas judiciales. Estas no obedecen a su deseo de impedir que los menos favorecidos accedan a la justicia, ¡qué va! Lo que tratan es de garantizar el acceso de estos a la justicia "gratuita". Es un cinismo descarnado que solo puede formular un fascista correoso porque, obviamente: no hay justicia "gratuita". Toda la justicia está pagada con los impuestos de los ciudadanos, incluidos los pobres. Cuando estos acceden a la justicia, acceden a lo que es suyo y a lo que este sofista quiere arrebatarles para dejárselo solo a los ricos, los únicos que pueden volver a pagar una justicia para ellos que, además, será de calidad, dado que en parte también está pagada por los pobres a los que, sin embargo, se les niega. ¿Esta claro? Los pobres pagan parte de la justicia de los ricos y ellos no tienen ninguna. Los ricos no pagan la justicia de los pobres (ya que estos no la tienen) pero se benefician de una de superioridad calidad.
Se trata de una prueba más de un síndrome de suficiencia de este nacionalcatólico que toma a los demócratas por aquejados de imbecilidad y piensa, desde la suya, mucha más profunda, que puede engañarlos, manoseando sus principios y valores y prostituyéndolos con una mentalidad orwelliana: pagan ustedes por la justicia para que la justicia sea gratuita. Por la misma razón por la que el mismo sujeto sostenía que negar el derecho de la mujer a decidir sobre su maternidad es la vía para emancipar a la mujer. Que este pedante quiera llenar los ovarios de las mujeres con rosarios, rezos de sacristía y sofismas baratos no oculta ni medio minuto la intención de esta derecha cavernícola de implantar una involución en toda regla de la convivencia ciudadana española. Y Gallardón -al que El País apoyaba como representante del conservadurismo civilizado- es la punta de lanza de este retroceso histórico: educación, sanidad y justicia para los ricos. Igual que los viajes a Londres de sus hijas.
Un asco. 

dimecres, 15 d’agost del 2012

La derecha o todo el monte es orégano

¿Se imagina alguien que Luis Roldán, el sinvergüenza que se apropió de ingentes cantidades de dineros públicos, incluidos los fondos de los huérfanos de la Guardia Civil, fundara un partido político para, digamos, mejorar la salud moral de España?
Quince segundos de silencio para que cale la idea.
Absurdo, ¿verdad? ¿Quién iba a votarlo? La gente no es tonta. ¿O sí?
La Gaceta de hoy, ese pasquín dedicado a envenenar la convivencia entre españoles, trae una entrevista en la que Mario Conde, condenado a veinte años por estafa y apropiación indebida, anuncia su nuevo partido, que presentará en unos días, Sociedad Civil y Democracia con la finalidad de regenerar España, para lo cual este antiguo delincuente proponer iniciar nada menos que un proceso constituyente.
Otros quince segundos de silencio para asimilar la noticia.
¡Eso no es posible! Brama un parroquiano en la barra de un bar. ¿Cómo va este ladrón a decidir qué se hace en España?
Tranquilo, hombre tranquilo. Otros delincuentes han hecho sus pinitos en política y no les ha ido del todo mal. Jesús Gil montó un grupo político liberal, la ideología de Esperanza Aguirre para esquilmar la Costa del Sol. Y José María Ruiz Mateos se hizo europarlamentario a fin ser aforado y rehuir la acción de la justicia.
¿Cuál parece ser la condicion para que los delincuentes, estafadores, ladrones y asaltacaminos consigan lo que se proponen en política? Que los partidos que dirijan sean bien de derechas.
Nuevos quince segundos para ver si la izquierda y la derecha son lo mismo.
Compárese la actitud de Ruiz Mateos, aforándose para escapar a la acción de la justicia con la de Juan Manuel Sánchez Gordillo desaforándose para denunciar cómo la justicia del capital es pura injusticia.
Es la derecha para quien, al ser el poder algo que considera propio por ley natural y divina, no hay obstáculo alguno en saltarse la ley, la moral, el decoro y lo que haga falta con tal de salirse con la suya.
Mutatis mutandi es lo que pasa con Andrés Ollero que, a pesar de ser un feroz militante antiabortista y haber sido diputado del partido que recurrió la ley del aborto al Constitucional, no ve razón para inhibirse a la hora de entender como magistrado de lo que defendió con uñas y dientes como político. Ollero no es un delincuente, no ha sido condenado por los tribunales. Solo es un sectario, un miembro de una secta, el Opus Dei que, como todas las sectas, no deja margen de acción a la autonomía moral del individuo. Así que cuando Ollero dice "no ver" razones para inhibirse, ni siquiera ve que esta excusa no pedida ya habla sobre la inmoralidad y posible ilegalidad de su decisión.
Será neceario recusarlo porque él carece de la integridad moral de inhibirse por manifiesta parcialidad.
Efectivamente, es la derecha que cree que todo el monte es orégano.
(La imagen es una foto de daniel.stark, bajo licencia Creative Commons).

Los 400€ y el aborto.

Hay claros indicios de polarización de la sociedad española. Lejos de apaciguarse, la vida pública se ha crispado más con el triunfo electoral de los conservadores. Apoyados en su mayoría absoluta por un lado y en la crítica situación del país por el otro, han creído que podían aplicar un programa de reformas profundas, radicales, impopulares, sin preocuparse de la oposición. Un error. Esta es una sociedad muy compleja, capaz de detectar cuándo la oposición parlamentaria es irrelevante y de articular otra sustitutoria en la calle.
La derecha insiste en que la oposición debe hacerse en el Parlamento. Sin embargo, aparte de que el propio gobierno lo ignora y actúa a base de decretos-leyes, se da el hecho, más que simbólico, de que la oposición real esté en la calle. Cada vez más. Y no por los manejos de las minorías parlamentarias, sino porque nace en ella de modo espontáneo, según los distintos sectores sociales articulan su respuesta ante los ataques que reciben por las políticas restrictivas del gobierno.
Un inciso respecto a las políticas restrictivas. Son más que eso. Son una verdadera contrarrevolución o, cuando menos, involución en materia de educación, derechos de las mujeres, de las minorías en general, laicismo, derechos de los trabajadores, justicia social, servicios públicos. Quieren una España más ignorante, más sumisa, más religiosa, pobre y obediente. Y a callar, o a ver TVE que viene a ser lo mismo.
La polarización se ha agudizado en los últimos días. El gobierno pretendía extremar la dureza de sus ajustes privando a los parados de larga duración del subsidio de 400€. Todo el mundo le avisó de la posibilidad de un estallido social y por fin lo hubo, de alcance limitado, pero como la chispa que puede prender el fuego. Como decía Sánchez Gordillo, Les hemos metido el miedo en el cuerpo. En efecto, así ha sido.
Y ¿por qué había de asustarse tanto el gobierno por una especie de pequeño motín mujy disciplinado, nada comparable a las banlieus francesas, ahora mismo en Amiens, por ejemplo? Porque trae información en la recámara. Sabe que, a partir del 1º de septiembre, cuando entre en vigor el alza del IVA, todo se encarecerá mucho y la gente tendrá que salir adelante pagando más con menos ingresos, cosa que no va a contribuir a la paz social.

Por otro lado, la derecha tampoco da cuartel en los otros aspectos de la vida, la educación (ya prácticamente sometida al Concilio de Trento), la sanidad, empobrecida y en vía de extinción, la igualdad de derechos con independencia de la opción sexual de cada cual (¡cómo se resiste a morir el viejo desorden!), el aborto.
El aborto, cómo no. La bestia negra de la iglesia católica, lo que fomenta el radicalismo de los grupos provida que, a veces, reivindican su objetivo a bombazos, la raya de lo tolerable, la condena eterna, la maldición divina.
De tal modo obnubila el juicio de la derecha el aborto que hasta personas ecuánimes pierden el oremus al enfrentársele. El magistrado Ollero, miembro del Opus Dei y ex-diputado del PP (el partido que presenta el recurso ahora pendiente de la decisión del Tribunal Constitucional) no cree que deba inhibirse de entender en la causa. A Palinuro los dos datos se le antojan causa bastante de inhibición si no a instancia de parte, de oficio. Cree Palinuro que la pertenencia a sectas religiosas no es compatible con la condición de magistrado. Naturalmente, el punto fuerte del argumento es si el Opus es o no una secta. Palinuro así lo cree pero, no queriendo derivar el asunto a una controversia colateral, se aferra a la idea de que el hecho de ser antiabortista militante en el seno del partido cuyo recurso está por resolverse es motivo de inhibición.
Ollero no puede aducir una sola razón en favor de seguir entendiendo en la causa, salvo el acto de fe de que un antiabortista militante va a mutar en un juez ecuánime e imparcial en asunto de aborto porque sí. Es más, que Ollero haya intentado curarse en salud afirmando que no ve razones para inhibirse demuestra a las claras que las hay y son muy poderosas; la primera de todas que eso no se hace por elegancia. Ollero falta a todas las normas de la cortesía procesal cuando, ante el surgimiento de la más mínima sombra de duda (y esto no es una sombra sino una tiniebla) debiera haber delegado en sus colegas de sala la decisión sobre si convenía que se inhibiera o no. No lo ha hecho lamentablemente. Pero, antes de embarcarnos en otra interminable cuestión llena de sofismas, hay un modo por el que Ollero puede fortalecer algo su muy debilitada posición: que consulte a los otros magistrados de la sala si creen que debe seguir o inhibirse. Si no lo hace, la sentencia del Tribunal, de producirse en estos términos será particularmente nociva, cuanto que no cabe recurso contra ella. Lo que salga del Constitucional será el aborto de ahora en adelante en España. Por eso debe inhibirse el magistrado Ollero. No puede juzgar como juez lo que defendió como político.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimarts, 14 d’agost del 2012

Catástrofes humanas.

Palinuro sostiene que no hay "catástrofes naturales" sino que todas son humanas. Cuando no tienen repercusiones negativas para los hombres tampoco son catástrofes sino fenómenos de la naturaleza. Cuando las tienen, siempre es por causas humanas, por falta de prevención, lentitud en la respuesta, errores de evaluación, descoordinación, ineficacia y grandes desigualdades sociales. En efecto, el mismo terremoto no causa los mismos daños en toda la ciudad; lo más probable es que los barrios pobres salgan peor parados porque los materiales de construcción son de peor calidad. ¿Por qué las casas de los ricos están en zonas seguras mientras los pobres se hacinan en el cauce de una torrentera, por donde un buen día puede venir una riada?
Las catástrofes son humanas. Ese incendio de Alicante en el que han muerto dos brigadistas parece haberse producido de un modo fortuito, al abrir un conductor el capó del coche y salir de este una llamarada que prendió de inmediato en la vegetación. Supongo que podría haberle pasado a cualquiera, aunque siempre se podrá argumentar que hubo negligencia en el mantenimiento del vehículo. Si algún culpable hay que buscar, probablemente el responsable de la vegetación en la zona aunque en este secarral de España, con 44º, arden hasta las fuentes.
Estos incendios descomunales tienen algo de bíblico. Me extraña no haber leído hasta la fecha ninguna interpretación en el modelo de Sodoma y Gomorra o arrepentíos, pecadores. Todo se andará, supongo. El incendio de La Gomera es otro desastre que, aun sin víctimas mortales, es ya una tragedia para miles de personas, muchas de ellas evacuadas de sus casas y habiéndolo perdido todo. Hay en La Gomera un factor añadido, el carácter insular, y de ínsula pequeña, pues su diámetro es de unos 22 km, algo así como la distancia de Madrid a Alcalá de Henares. Tiene unos 20.000 habitantes. El fuego ha arrasado ya el 11% de la isla y obligado a evacuar el 10% de la población. Una investigación determinará los daños y los fallos humanos que parece haberlos habido, el primero de todos, la insuficiencia de medios técnicos contra incendios en la isla. Pero eso lo dirá el informe de la investigación.
Lo que no está libre de reproche ya mismo es el insultante comportamiento del ministro de Medio Ambiente. Verlo en los toros mientras el país ardía y sus hombres morían abrasados subleva el ánimo de cualquier persona de bien. Parece que Arias Cañete proyecta acudir al funeral de los dos brigadistas, a imponerles no sé qué medalla. Que vaya protegido porque los ánimos están más quemados que los cuerpos de las dos víctimas y alguien puede partirle la cara por figura. Palinuro iría a la imposición de medallas como ministro dimisionario, pero no todo el mundo piensa y actúa igual.
Tratando de justificarse, Arias Cañete achaca su presencia en el tendido real del coso al cumplimiento de una orden emanada de la vicepresidencia del gobierno. Al margen de que las órdenes deben desobedecerse por razones de conciencia cuando sean injustas, cabe preguntarse por las consideraciones en función de las cuales se impartió esta. ¿Advirtió Arias Cañete a la vicepresidenta de la situación en La Gomera? ¿La conocía él mismo? La vicepresidenta, ¿estaba informada de antemano? ¿Por qué se decidió por la corrida de toros, sabiendo además lo controvertido de este espectáculo? Si esto es así, si la vicepresidenta decidió dar prioridad a los toros (por razones ideológicas, me malicio) por delante del destrozo de la vida de miles de ciudadanos, podría aquella acompañar al ministro en dirección a la puerta de salida a la calle.
Pero, claro, los dos mencionados son meros alfiles de su jefe, el estratega Rajoy, que ayer envió un telegrama de condolencia por el fallecimiento de los dos brigadistas. Tienen que morir dos hombres para que el veraneante Rajoy envíe ¡un telegrama! Un texto probablemente a la altura de su categoría humana; algo así como: "Profundamente conmovido pérdida dos valiosas vidas humanas. Envío a Cañete con medalla".
La otra catástrofe humana de la portada de El País atañe al aborto. Que sea Ollero, exdiputado del PP, miembro de la prelatura personal del Opus Dei (según Palinuro, una secta) quien haya de redactar el fallo del Tribunal Constitucional en el recurso del PP contra la Ley del aborto hace temer lo peor. Ollero es antiabortista militante hace ya más de veinticinco años. Pero eso no lo lleva a inhibirse de la tarea, sino al contrario, lo cual demuestra el alto grado de militancia del ponente.
El ataque al concepto del aborto como un derecho de la mujer no ceja ni un instante, pues es fundamental en la dogmática católica. Que sea esta la que rija para el conjunto de la sociedad es un disparate propio de sectarios. El antiabortismo de la iglesia es absoluto: las mujeres no pueden abortar ni en caso de violación. Y ese es el espíritu del ponente. Así que la catástrofe que se cierne sobre las mujeres es humana, muy humana, demasiado humana.
Queda por preguntar el porqué de esa cerrada oposición eclesiástica al aborto. No se me ocurre otra respuesta que la misoginia. La mujer, la descendiente de Eva, es un ser inferior, dependiente, no enteramente racional, nada de fiar, proclive al yerro, al que hay que tutelar, sin dejarle adoptar decisión importante alguna ni siquiera la que afecte más directamente a su vida. Las logomaquias para cohonestar esta visión profundamente misógina con la moda contemporánea de la igualdad de géneros carecen de interés; son puro cuento cuya falsedad se descubre comparando dichos y hechos. Y por si alguien cree que de verdad la iglesia considera intocable el derecho a la vida del feto, piense en cuál sería su criterio sobre el aborto si fueran los hombres quienes parieran.
No obstante, esta actitud retrógrada se reviste de todo tipo de consideraciones metafísicas y pretendidamente científicas al mismo tiempo, para responder en todos los frentes. Y, sin embargo, el asunto es muy sencillo: se trata de saber qué prevalece en nuestra decisión, si el beneficio del aún nonacido en detrimento de la madre o el de la madre en detrimento del aún nonacido. La derecha argumenta que el feto tiene derechos y que estos prevalecen sobre los de la madre. En la izquierda argumentamos que, en efecto, el feto tiene derechos (por ejemplo, a que se le atienda correctamente a través de la gestante y se le cuide), pero no prevalecen sobre los de la madre. La derecha quiere proteger un bien futurible y, por tanto, hipotético. La izquierda quiere proteger un bien presente, real, supremo para su poseedora. Para la derecha todos los seres humanos tienen que acatar los designios de su dios. Para la izquierda los seres humanos son autónomos y ninguno tiene el derecho de imponer a los demás su fe y sus dogmas.
Añádase a esto que los partidarios del aborto no interfieren en la vida de los antiabortistas, no los obligan a abortar, mientras que la derecha sí interfiere en la vida privada de la gente, impidéndole el ejercicio de lo que para Palinuro es un derecho de la mujer: el de gestar o no.
En definitiva, ganas de perder el tiempo pues, en lo tocante al aborto, está todo dicho. 

dilluns, 30 de juliol del 2012

Las tres desgracias

Se habían citado en una elegante peluquería del centro para darse unas mechas e ir luego a picar algo por ahí para charlar un rato, intercambiar impresiones antes de la desbandanda del verano. Eran Esperanza Aguirre, Ana Botella y María Dolores Cospedal, las tres mujeres más poderosas del PP no integrantes del gobierno. Palinuro no se perdió el encuentro y, dada su habilidad para camuflarse, asistió a él, unas veces disfrazado de espejo, otra de barra de bar de copete.
Aguirre. ¡Qué año! Tenemos el pueblo soliviantado.
Cospedal. Sí y la policía no actúa como debiera. Tenéis que hablar con Cristina.
Botella. La pobre no da abasto. 2000 manifestaciones en Madrid.
Aguirre. Son todos liberados. Si se acabara con esa mamandurria...
Cospedal. No sería suficiente. Hay que acabar también con los interinos.
Botella. Sí.¡Qué peste! ¿Cuántos tenéis vosotras?
Aguirre. Haya los que haya, son demasiados y, dado que no podemos eliminar funcionarios...
Cospedal. Hay que cambiar la ley de una vez por todas. Los peores son los funcionarios. Como están seguros en sus puestos, andan siempre protestando.
Botella. Claro. Por eso proponen los empresarios que también se pueda despedir a los funcionarios. Sobre todo ahora que, con la reforma laboral, se puede despedir gratis. Ya era hora. ¿Cuántos tienes tú, Esperanza?
Aguirre. Como los interinos: demasiados y siempre protestando, cuando son la verdadera causa de nuestro déficit.
Cospedal. ¡Ah! ¿Ya sabes cuánto déficit tienes?
Aguirre. Muy graciosa, Loli. Pero la verdad es que tenemos el enemigo metido en casa: liberados, interinos, funcionarios. Socavan nuestra autoridad y los valores que defendemos. La autoridad, el respeto, la disciplina, el orden. ¡Y mientras tanto, teniendo que colocar a nuestros parientes con cuentagotas!
Botella. Lo socavan y lo ponen todo perdido.
Cospedal. Tienes razón, Esperanza: no se puede consentir que se apropien espacios públicos. Ahí están otra vez en Sol, haciendo el ganso.
Botella. Es verdad. Es como las prostitutas en Madrid. No se puede consentir que se apropien espacios públicos para su... negocio.
Aguirre. Lo que hay que hacer es no darles motivos. Mariano lo está haciendo fatal.
Botella. ¡Ah, no! De eso ni hablar. Mariano está haciéndolo de cine. Y no digamos ya Alberto.
Cospedal. Sí, sí, yo creo que el jefe va bien orientado. Las medidas desagradables, al principio. Luego, tenemos tres años para recolectar lo sembrado.
Aguirre. Hostias es lo que vamos a recolectar como sigamos así.
Botella. Por favor, Esperanza, modera tu lenguaje.
Aguirre. Hostias; os lo digo yo. ¿Habéis visto la última encuesta de El País?
Cospedal. Las encuestas las hace todas el PSOE.
Botella. ¿Cómo lo sabes?
Cospedal. Una regla sencilla: si ganamos, vale; si perdemos, el PSOE.
Aguirre. Sí, sí, lo que quieras; pero no levantamos cabeza. ¿Tenía Alberto que meter la pata con el asunto del aborto?
Botella. Por Dios, Esperanza, qué cosas tienes. Cuanto antes. Y además lo borda desde el punto de vista de la filosofía jurídica. Eso de la igualdad de derechos de los discapacitados, a ver cómo te lo refutan los rogelios.
Cospedal. No es difícil; lo harán. Estoy de acuerdo con Esperanza: no había necesidad de enemistarse con más gente. Estamos sembrando el camino de cadáveres. Nos estamos metiendo con los ingresos de la gente, su trabajo, sus derechos. No es preciso ir a tocarle un punto débil con esto de los abortos.
Botella. Me dejáis sorprendida y consternada.
Aguirre. Bueno, vale. En todo caso, Albertito se ha dado una castaña porque ha descubierto que la gente no le sigue y así no conseguirá ser presidente del gobierno o califa en el lugar del califa
Botella. Alberto no es de esos. Tiene principios.
Aguirre. Sí, y finales. A otra cosa, mariposa; otra metedura de pata de Rajoy. ¿Por qué tiene que subir los impuestos?
Cospedal. Nos obligan en Europa.
Aguirre. No creo, mi niña. En Europa lo que quieren es que tengamos la pasta, la pastuqui, lista para pagar las deudas. De dónde la saquemos, les trae sin cuidado.
Cospedal. Pero, ¿de dónde la sacamos?
Aguirre. Hay que seguir reduciendo gasto público.
Cospedal. Pero ¿de dónde? Ya hemos recortado todas las partidas. El otro día Soraya me dijo que ya no hay de donde sacar más.
Aguirre. Esa cría acaba de caer del nido. Hay un montón de sitios donde ahorrar. Se pueden privatizar más cosas.
Cospedal. Como ¿cuáles?
Aguirre. La justicia, por ejemplo. ¿Por qué tiene que ser pública? ¿Por qué vamos a pagar todos los ciudadanos las manías de un litigioso compulsivo? O las cárceles. ¿Por qué tenemos que pagar la manutención de delincuentes? ¡Qué se la ganen!
Cospedal. Y ya no te digo nada las pensiones.
Aguirre. ¡Coñe, todas privadas!
(La imagen es una reproducción de un cuadro de Grant Wood de 1932 titulado Hijas de la Revolución, en el public domain).