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diumenge, 18 de gener del 2015

El casuismo de los trileros.


Hay dos cosas tan esencialmente españolas como las corridas de toros: llamar trileros a los demás y el casuismo jesuítico. A primera vista parecen muy alejadas. Falso. Son hermanas gemelas.

Acababa Palinuro de subir su post anterior sobre Podemos en Andalucía, tan contento por resultarse a sí mismo equilibrado, perceptivo, matizado y justo y, ¡paf! se da de bruces con esta entrevista de Pablo Iglesias en "El País". El periódico, que dispara con balas dum-dum, le ha puesto un titular a leche agria. Primera reacción: otra entrevista de este jaez y a estos los votan Anguita y la España profunda. Segunda reacción, ya apuntada por los entrevistadores, Eva Sáiz y Francesco Manetto, por cierto muy buenos: hay que atacar al verdadero enemigo que es Pedro Sánchez y el PSOE, no Rajoy y el PP. 

Volvemos de inmediato sobre ese suculento titular cuya lectura obvia es: "el bipartidismo solo es malo si no es el mío" o "quítate tú para que me ponga yo".  Antes, vamos al cuerpo doctrinal de la entrevista, por lo demás, flamígero, pero con fuego fatuo. Es de agradecer que en el cada vez más confuso discurso de Podemos comiencen a vislumbrarse postulados. Sostener que invocar la disyuntiva izquierda/derecha es de trileros es muy español. "Trilero" llamaba Guerra a Suárez; "trilero" Aznar a González y también Rajoy a Zapatero, aunque el gallego, prefería hablar de conejos de la chistera, expresión que también emplea Iglesias. Aparte de ser algo muy español conduce a tres conclusiones complementarias y ascendentes:

1ª: es personalmente incongruente para alguien que, en la intimidad, dice ser de izquierda;
2ª: es objetivamente insultante y falso porque el hiato izquierda/derecha es el único que está presente en todos los sistemas políticos del mundo. En todos;
3ª: es moralmente repugnante en un país en el que cientos de miles de personas fueron asesinadas y siguen sin recibir justicia por ser de izquierda.

¿Lo anterior es muy fuerte? Sí, desde luego. Y llamar trilero al prójimo lo es más. Porque este no es el fin de la historia sino, al contrario, su principio. Ese lamentable epíteto es la forma actualizada del casuitismo jesuítico verdadera esencia de Podemos que este trata de camuflar como pragmatismo, tacticismo leninista y otros ismos de similar pelaje. La divisoria izquierda/derecha es cosa de trileros, salvo que me convenga, en cuyo caso es tan contundente, cierta y firme como la del ser y la nada.

Los jesuitas, los grandes artífices de esta forma de "razonamiento" según la cual el fin justifica los medios, incluidos la mentira y el engaño, lo hacían a mayor gloria de Dios. Quienes se dicen no creyentes (aunque Palinuro ya pone en duda hasta esto), ¿a mayor gloria de quién o de qué lo hacen?

Volvemos al bipartidismo que hasta ayer era bicha maligna, peste purulenta, necrosis fatal, nido de serpientes, alacranes y monstruos infernales y hoy futuro diáfano y radiante. Ante él, aquí formulado en escuetos términos de escuela de negocios como "dos opciones",  se supone que la peña, feliz de que le aligeren la dura tarea de pensar y de poder elegir entre el bien y el mal, acudirá alegre, muy alegre, a expulsar el mal y traer el reinado del bien.  El estilo que nos enseñó el gran Manes, fundador del maniqueísmo, forma antigua, iraní, de Podemos.

A Palinuro se le ocurrió hacer un comentario en este sentido en Twitter y se echó encima un alud de sectarios que, por supuesto, no se consideran tales sino puro criticismo kantiano: que el pobre Palinuro no ha entendido lo que quiere decir el líder, que no dice eso, que en la entrevista matiza, que dice otra cosa, que no hay que leer "El País", que no sabe lo que es el bipartidismo, que manipula más que respira, que está muerto de envidia, que le fastidia el éxito ajeno, que los achaques de la edad, que Palinuro es muy libre, demasiado, que en su falta de disciplina se le va la olla, que no respeta nada y que el sol sale por Antequera. [Breve digresión: el aluvión incita al optimismo sobre la capacidad mental de los defensores de la recta interpretación de los mensajes del mando].

Dejemos a los fieles seguidores contando los pelos del rabo de la esfinge. Y volvamos al casuismo y al trile.

Parte importante de la entrevista se dedica a hacer sangre de Pedro Sánchez, (el verdadero enemigo, porque esto huele cada vez más a segunda edición de la pinza) a cuenta de su indefinición, su falta de claridad, su inconcreción, su ambigüedad. Muy cierto, ciertísimo. Sánchez camina por un campo de minas y pisa como puede para salvar su pellejo. Pero ¿quién habla de ambigüedad? Hasta tres preguntas gastan los entrevistadores para sacar a Iglesias algo concreto sobre Cataluña... y no lo consiguen pues todo se fía a un vagaroso "proceso constituyente" previsto para las calendas griegas.

¿Por qué? Porque la ambigüedad es mala y pecado salvo que sea la mía, que diría Ignacio de Loyola y sus discípulos, Lenin y Podemos. Y, quien dice la ambigüedad dice todo lo demás: ¿renta básica? Ayer, sí; hoy, no. ¿Jubilación a los 60? Ayer sí, hoy no. ¿Impago de la deuda? Ayer sí, hoy, no se sabe. ¿Programa electoral? Depende de para qué.

Si los demás actúan así son ambiguos y trileros. Si lo hacemos nosotros, atruena la razón en marcha. Y todo esto, además, para acabar copiando las propuestas del adversario (¿enemigo?) socialista como esa de blindar los derechos en la Constitución. Por descontando, una copia en línea con el sentido copiador de la existencia que alienta en esta organización, en donde todo es imitación ajena y copia, desde el nombre de "Podemos" (Yes, we can), pasando por los títulos de los órganos, el color de los símbolos, las canciones, el nombre del jefe, los "hallazgos" teóricos como casta y régimen y hasta la propuesta de responder con una sonrisa a cada insulto (copiada de Zapatero). Aquí propio, genuino, original no hay nada. Todo es copia y, en este caso del blindaje de derechos, en realidad, plagio.

Y no acaba ahí la cosa. Si es necesario, se eleva la ambigüedad y el silencio a esencia misma del universo. Hay que ir a Madrid a manifestarse el 31. ¿Para qué, sobre qué, en contra de qué? Para nada, sobre nada, en contra de nada. Porque sí, porque se nos ha ocurrido a nosotros, que no tenemos que dar razón de nuestros actos porque somos Dios.

La prueba es que la manifestación del 31 se hará a mayor gloria de...Pablo Iglesias, Podemos, Dios. Y, además, no hagais tantas preguntas. Conformaos con ir a dónde os digan y la satisfacción añadida de que, dentro de cincuenta años, podréis decir a vuestros nietos: "Yo estuve allí". Esto es literal. No me lo he inventado.