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divendres, 16 de juny del 2017

La gloria y la crítica

La moción de censura de Podemos ha tenido, como todo, luces y sombras. La luz: la revelación de alguna figura política prometedora, una crítica demoledora al gobierno de la corrupción y la consagración de un estilo parlamentario nuevo, directo, sin concesiones pero respetuoso, en contraste con los usos tumultuarios de la bancada del PP que Rajoy llamaría de hooligans porque no sabe que existe el término "gamberro"; señorías gamberras, vamos.

La sombra: ya parece incuestionable que la estrategia del sorpasso es un fracaso. Se han necesitado tres años para reconocer algo claro hace otros tres. Tres años, dos elecciones generales, varias autonómicas y municipales, una consulta atípica catalana, dos investiduras y una moción de censura. 

Y todo para que el paradójico resultado de la moción haya sido evidenciar los límites de Podemos y su candidato, quien ha tenido que comerse literalmente sus recientes palabras de que no habrá alianza con el PSOE a nivel de júnior. Sin el PSOE no se llega al gobierno; contra el PSOE, menos; y destruirlo mientras se asaltan los cielos ha resultado la aventura del bocazas de Ícaro.

Paradójicamente, el fracaso de la moción de censura ha fortalecido la figura de Sánchez y consolidado la de su partido al que ya todos, Podemos incluido, llama "nuevo", adjetivo potente en mercadotecnia. La moción de censura ha sido a mayor gloria de Sánchez y de su partido. El primero, ausente -circunstancia esta que, bien llevada, continuará el relato de la candidatura de Sánchez- y el segundo, reafirmado en su centralidad política gracias a una intervención muy consistente, justa y moderada de Ábalos.

El equipo camina hacia la gloria. Pero la gloria ciega al tiempo que la crítica enmudece y el líder se lanza a su propia destrucción seguro de sí mismo. Cuando Sánchez comprueba que tiene una valoración alta, le conviene recordar que quizá no se deba a sus méritos, sino a los deméritos de los competidores, abundantes y hasta divertidos. El mérito de Sánchez, cuando lo tenga, consistirá en dar cumplimiento a ese compromiso de buscar una amplia mayoría que permita desbancar al PP. Aparte de que el verbo desbancar se presta a chistes, la expresión es demasiado vagarosa. En lenguaje reglamentario es más sencillo: presentar una moción de censura ganadora. Esa moción de censura solo puede ser de dos formas con variantes: forma a) PSOE, C's, Podemos; forma b) PSOE, Podemos, JxS y algunos otros. 

Las dos tienen al PSOE y a Podemos. Por tanto, sería lógico que se pusieran de acuerdo respecto a quién invitarían. Más acorde con la invitación a la izquierda de Sánchez es aproximarse a JxS, pero esto plantea un problema de equilibrio constitucional. Sin embargo, la moción de censura permite una posibilidad de entendimiento. Si ERC vota a favor de la moción de Podemos que acepta el referéndum pactado pero no el unilateral, lo mismo podría hacer JxS con otra moción del PSOE y Podemos en idénticos términos. 

La pelota estaría entonces en el tejado del PSOE y si este aceptaría un referéndum pactado y, por ende, legal. Aquilátese aquí la legalidad. Ábalos dice que el PSOE apoyará al gobierno en todas las medidas legales en el contencioso catalán. O sea, que no va a apoyarlo en las ilegales. Bueno es saberlo. Pero la cuestión es si, además de apoyarlo, propone iniciativas de solución por su parte o insta a propuestas de negociación que permitan hacer legal una solución razonable negociada políticamente.

El problema está ahí y ahí es donde Sánchez tiene que mostrar su talla.

dissabte, 3 de juny del 2017

La paz no será un camino de rosas

La renuncia voluntaria de Díez, Madina y, por último, Fernández a defender la obra teórica de la Gestora y hasta la Gestora misma es la prueba definitiva de que no era una instancia neutral, orgánica, sino un comité institucional de la candidatura de Díaz. Habiendo esta perdido las primarias, también se consideran perdedores sus pseudópodos.

El 39º Congreso del PSOE es un triunfo de la candidatura de Sánchez. Triunfo al estilo romano: entra el vencedor en la capital llevando por delante a sus vencidos enemigos en cadenas. Y establece su imperio. Tezanos defenderá el programa del triunfo y, salvo error por mi parte, el de los vencidos no tendrá defensor. Y eso que era el programa de Díaz, Juana de Arco devuelta de golpe a la condición de aldeana de Domrèmy. Eso tampoco está bien. Ese programa tenía muchos apoyos. Alguno debiera defenderlo. Y, si no, que el congreso nombre un abogado del diablo, como hace la Iglesia en los procesos de canonización, aunque ahora lo llame "promotor de la justicia", en este siglo descreído.

Sánchez parece concentrado en la labor que Díaz se había pedido de “coser” el partido. Sabia decisión dentro del arte de la guerra. Debe integrarse al enemigo vencido en lugar de agraviarlo más y echarlo al monte. También conviene que los vencidos no pongan las cosas difíciles. Díaz pide a Sánchez “respeto para los territorios”. Eso es una perogrullada, salvo que quiera decir algo distinto (algo de privilegio, etc), en cuyo caso, pardiez, se hace, si se puede, pero no se dice.

Por muy absorbente que sea la tarea de reconstrucción de la casa del padre a la que regresa el hijo proscrito, ya se ve que no será difícil, con la cantidad de antiguos servidores que retornan ahora cantando alabanzas. Queda tiempo para aclarar cuestiones en temas políticos, de interés para todas, no solamente para las socialistas. Y son tres los bloques:

El bloque de la política frente al PP en el gobierno. El comienzo ha sido lamentable, pues lejos de pedirse la dimisión de Rajoy por incompetente, se le ha apuntalado pretextando para ello la llamada cuestión catalana. Nadie se lo pidió, se ha hecho gratis (como la tan criticada abstención de la Gestora) y ello unce aun más al PSOE al PP en un contexto político parlamentario caótico (pero muy favorable a la derecha) y otro penal sombrío. No es para estar orgulloso.

El bloque de la política con la izquierda. Es obvio que sobre Sánchez gravitan fuertes presiones de los antepasados, los vivos más que los muertos, para que huya como de la peste de Podemos. El miedo a ser devorados por la fiera comunista, “sorpassados”, anida en sus memorias de lo que sucedió con la JSU. Esas cosas no se olvidan y Sánchez es un pipiolo. Pero, por más que amenacen las momias y su poderoso aparato mediático, la única posibilidad que tiene el PSOE de volver al gobierno es liderando una unión de la izquierda, al estilo portugués. Que tampoco es tan difícil. En cuanto a Podemos, el principio de la realidad ya les ha enseñado mucho. Hay que oponerse a la derecha, pero no al PSOE, con independencia de que se le considere capaz de las peores traiciones. Aplíquese la sabia cautela romana de la Punica fides (que, por cierto, viene como anillo al dedo) y manténgase alta la guardia. Pero coordínense las acciones.

El bloque de Cataluña. Luego de salir Sánchez a la palestra como Parsifal, en defensa de la honra soberana de España, se trata de saber cómo será la justa, si con las armas de la derecha o las del diálogo y la negociación. Si es lo segundo, eso no se improvisa. Hay que formular una propuesta propia, independiente de la derecha, que la parte catalana pueda considerar. Ahora se abre una buena ocasión si, como parece, Puigdemont cede a las instancias de los Comunes y se explica en el Congreso. (Ya señalamos que la posición de los comunes en Cataluña de referéndum consultivo no vinculante puede convertirlos en árbitros de la situación). En tal caso, será incluso de cortesía que el encargado de dar la réplica al catalán en nombre del grupo socialista no se limite a justificar su no, sino que haga una contrapropuesta razonable que quite hierro al conflicto.

Aunque lo veo crudo porque, esta vez, los indepes catalanes vienen al grito de Desperta ferro! y con un horizonte de Donec Perficiam.

Y, puestos a pedir, también podría el PSOE dar respuesta a la reivindicación republicana de JxS y la CUP (aunque en este caso no estoy seguro de si se trata de una república o una comuna ácrata) en el sentido de plantear la cuestión de la Jefatura del Estado como un objetivo de una reforma constitucional sin tabúes Que el soberano pueblo español, cuya abstracta esencia se manifieste en concreto decidiendo si quiere una República o una Monarquía. ¿O no tiene derecho a hacerlo?

dijous, 1 de juny del 2017

El destrozo

Es imposible valorar el destrozo que Rajoy ha causado. Estamos demasiado cerca, en medio de él, en un griterío colectivo permanente. Se estudiará en los libros de historia que abrirán con la intrigante cuestión de cómo ha sido posible que semejante incompetente haya desgobernado el país. La primera parte, la Xª legislatura, se echará a cuenta de la mayoría absoluta del PP. La segunda, el gobierno en funciones, dos elecciones, un gobierno en minoría, a cuenta de la correspondiente incompetencia de la izquierda. 

El gobierno no gobierna. Se defiende. Tapa agujeros. Comparecen sus ministros y altos cargos a proclamar su honradez personal en un aluvión de escándalos sin fin. Todos pendientes de las revelaciones que pueda hacer alguno de los suyos hoy entre rejas. Ahí está el presidente convocado a declarar en persona y, como testigo, a decir la verdad, algo para lo que parece estar incapacitado. Lo curioso y muy y mucho español es que, en lugar de cuestionarse cómo puede estar involucrado en un proceso penal el presidente del gobierno, los medios acusen a los jueces de buscar un "juicio político", una foto, una imagen, en lugar de permitirle declarar por skype. 

Asunto anecdótico, pero representativo. Un país -y menos "una gran nación"- no puede permitirse tener un fiscal anticorrupción con una cuenta en un paraíso fiscal; ni un ministro de Justicia reprobado por el Parlamento; ni un imputado diario; ni un presidente acusado de haber cobrado sobresueldos y al que mañana pueden llamar en condición de investigado. Recuérdese que en este reino del hampa nadie pone la mano en el fuego por nadie, incluido González quien no la ponís ni por él mismo.

El destrozo ha sido mayúsculo. Rajoy ha socavado el Estado del bienestar y ha destrozado el de derecho, controlando el poder judicial y usándolo para politizar la justicia. 

Ese destrozo es ya grave, pero hay otro más profundo que va con él. Ha destruido el poco o mucho compromiso, cierto o imaginario, crítico o laudatorio, de la transición. El destrozo causado se ha hecho con un ánimo de revanchismo franquista. La primera legislatura fue un monumento a la restauración del espíritu de la dictadura: sus tres pilares fundamentales fueron la LOMCE, la Ley "Mordaza" y las reformas de la Justicia perpetradas por Ruiz Gallardón. Todo esto, con mucho más en cuanto a autoritarismo, corrupción y agresividad, ha acabado demostrando que España no tiene remedio, que es imposible conseguir que la oligarquía dominante tradicional se acompase a los tiempos y abandone su carácter y práctica agobiantemente antidemocrática. 

Este país, con una monarquía sin legitimidad de fondo, no puede hacer frente a la reivindicación independentista republicana de los catalanes. Y aquí es donde el destrozo de Rajoy alcanza las proporciones históricas que a otro normalmente constituido quitaría el sueño: un país se rompe por la incompetencia de su gobernante. 

La parte correspondiente en el destrozo a la izquierda, en toda su ridícula complejidad, quedará para otro post. Por ahora séame permitido insistir en que el renovado (y parece que hasta espontáneo) apoyo del PSOE a este gobierno que no está en condiciones de gobernar no es de recibo por la izquierda. Una candidatura que se armó contra la abstención frente al PP cambia esa abstención por un voto afirmativo. 

Todo por miedo a Cataluña. Y ahora Puigdemont lanza la temida pregunta de si el gobierno está dispuesto a recurrir a la fuerza contra Cataluña. Parece que el gobierno, sí. La cuestión es si también lo está el PSOE.  Y parece que también. Lo que salga de ahí caerá sobre sus respectivas cabezas.

dimarts, 30 de maig del 2017

La cuestión de fondo

Su primer acto como SG, decía Sánchez durante las primarias, sería pedir la dimisión de Rajoy. Pues ha sido al revés, casi como si se hubiera tratado del mismo Rajoy, el de "no he cumplido mi palabra, pero etc., etc." Primero le permite sacar adelante los presupuestos jugando con la mistificación del voto del diputado canario, que es o no es del PSOE, según interese. En segundo lugar lo llama por teléfono para comunicarle su rechazo a toda consulta ilegal y su respaldo incondicional a la gestión de la cuestión catalana; sí, esa gestión que el 77 por ciento de la población dice que es mala, aunque da algo de miedo pensar qué pueda considerar aquí "mala" mucha gente. 

Se supone que se trata de un gesto de estadista, de alguien que, teniendo en cuenta la situación crítica del país, pone el interés de este por encima del de su partido, el suyo y hasta su palabra. Se supone también que obedece a una profunda convicción nacional a la par que un deseo (legítimo) de ampliar su base electoral. Y así, haciendo de tripas corazón, llama al hombre que no lo felicitó la noche de su victoria, el que se negó a darle la mano en cierta memorable ocasión, al que él mismo tachó de indigno en la televisión, aquel cuya dimisión iba a pedir, para significarle su apoyo. No cabe mayor sacrificio en nombre de la Patria. Tendrá su recompensa.

Pero, de momento, tiene su coste. El que se deriva del hecho de tomar partido en un contencioso no con una propuesta propia, sino adhiriéndose incondicionalmente a la de una de la partes, la del PP, que es la de la confrontación. Ni siquiera cuestiona el derecho del gobierno a cerrar una vía de diálogo que, de todos modos, no existía. El PSOE da por bueno lo que haga ese gobierno y se inhibe de las consecuencias. Presume que estas le permitirán en todo caso llevar adelante su propósito de ir a elecciones a medio plazo, tratando de forjar una coalición PSOE, C's, Podemos (la estrategia original de Sánchez) con una propuesta de reforma federal de la Constitución para acomodar el ser de la España plurinacional, recientemente descubierto. 

La propuesta federal es vieja cantinela. El PSOE tuvo veinte años para ponerla en práctica. Y no se movió. Bien es verdad que los nacionalistas catalanes no apretaban. Pero sí quisieron ampliar su estatuto con una profunda reforma en 2006 que apadrinó precisamente el socialista Maragall, reforma que los propios socialistas se encargaron de aniquilar (pasándole el cepillo, al decir de Guerra) y el Tribunal Constitucional apuntilló en 2010. Así que el federalismo tiene ya escaso predicamento. 

De todas formas, es igual porque lo importante aquí es qué sucederá en ese tiempo en el que el PSOE se inhibe. Hastá dónde llegará la inhibición (y, por tanto, respaldo) en una intensificación de la actuación represiva del Estado. El referéndum no es una petición de una organización terrorista, sino una reclamación de amplia base social en Cataluña y una mayoría absoluta parlamentaria. Reprimirla por la fuerza no resolverá el problema. Lo agravará y lo enquistará. 

En el lado español, el giro copernicano de Sánchez, seguramente le resultará beneficioso en cuanto a proyectar la imagen de partido moderado, dinástico. Más difícil lo tiene para atraer el voto que se le fue a Podemos por la izquierda, pero eso dependerá de la actitud del propio Podemos, en donde, según mis noticias, vuelve a hablarse de transversalidad.

dilluns, 29 de maig del 2017

Una moción sin emoción

Como sabe todo el mundo, los relevos en la jefatura de las organizaciones crean vacíos de poder. Mientras quienes se van, se van y quienes llegan, llegan, la organización (Estado, empresa, partido...) tiene que seguir actuando y respondiendo a los requerimientos que se le plantean y que, comprensiblemente, se hacen más acuciantes al pensar sus autores que, en efecto, dan con un vacío de poder y pueden aprovecharlo. Quienes se van, se desentienden y quienes llegan, no saben bien aún en dónde están. 

Dos asuntos se ha encontrado Sánchez a la puerta de su despacho: los presupuestos del PP y la moción de censura de Podemos. En ambos casos la decisión es respetar la que ya había tomado antes el grupo socialista. Si acaso mitigando el "no" anunciado a la moción con una abstención. De inmediato lo han atacado por estar faltando a sus propósitos desde el primer instante, de estar haciendo un "Rajoy". 

Sin embargo, es actitud bastante razonable. Desautorizar a la gestora de golpe y porrazo es precipitado y revelaría inconsciencia. Eso lo ve cualquiera. La cuestión es que la oposición de Sánchez comienza a partir de los presupuestos. Su iniciativa arranca con un compromiso de pedir la reprobación/dimisión de Rajoy y, de no producirse esta, una nueva moción de censura. Ese era el plan y no hay razón para cambiarlo por consideraciones de oportunidad de otra formación, Podemos, que presentó la moción sin consultar con nadie. 

No hay vacío de poder en el PSOE y el congreso próximo promete mucho en punto a los tres elementos que trae la Nueva Socialdemocracia: la sustitución de la derecha en el gobierno (por mocion o elecciones), las relaciones con Podemos y la cuestión catalana.

dijous, 25 de maig del 2017

Cincuenta días

Es tradición y norma de decoro político dar 100 días de gracia (o carencia) a quien acaba de acceder a un cargo de gestión y responsabilidad política. Al no ser el cargo institucional del Estado sino de partido, aunque muy importante y tratarse no solo de un electo, sino de un reelecto (en una peripecia con un toque de thriller) podríamos rebajar el plazo a la mitad. Cincuenta días de margen y libertad para que el recién llegado pueda acomodarse, reformar lo que estime oportuno y poner en marcha su programa sin verse entorpecido por críticas y ataques que no pueden serlo a su obra, ya que no se ha iniciado, sino a su persona y por motivos personales.

Parece generalizarse un ánimo respetuoso con esta civilizada costumbre. Los barones hostiles (Javier Fernández, García Page, Ximo Puig y Fernández Vara) han pactado ya listas integradas para el Congreso, esto es, con representación proporcional a los resultados de las primarias. Solo queda Díaz que, si bien proclama lealtad al nuevo SG, no acepta la fórmula de las listas integradas y plantea un frente de resistencia, tomando Andalucía como su bastión. Y aun aquí hay presiones para conseguir listas de integración. La gestora se reúne con Sánchez para hacer una trasmisión educada de unos poderes de los que tanto abusó. Hasta Felipe González, a regañadientes, dice que hay que apoyar a la mayoría, como si fuera una concesión y no un deber democrático. De Zapatero, tan activo y dicharachero en la campaña de Díaz, no se sabe nada. Es esperar que, tras meditarlo, también apoye a la mayoría. Rubalcaba tampoco se ha manifestado en persona, aunque viene a hacerlo a través de los furibundos editoriales de El País, desde aquel famoso en que se trataba a Sánchez poco menos que de psicópata estilo Unabomber, hasta los más recientes anunciando cavernoso el Finis Hispaniae a manos de este peligroso izquierdista.

De los demás claros varones de Castilla poco puede decirse salvo que, siguiendo inveterada costumbre, acuden solícitos en auxilio del vencedor. 

Cincuenta días de carencia antes de enjuiciar sus medidas. La política de personal político, nombramientos, reemplazos, etc., es cosa suya y de su equipo que alguna idea tendrá. En dos asuntos, no obstante, sí podemos los demás meter baza: a) lo referente al próximo congreso 17/18 de junio y b) las relaciones con la izquierda. 

En cuanto al próximo Congreso es de esperar que, reflejando el sentir de la mayoría de la militancia, se puedan debatir en igualdad de condiciones las propuestas presentadas y, desde luego, la de una gestora fallecida de muerte natural y la del equipo del nuevo SG, esa que Díaz llamaba "folleto". Con eso bastará para que el SG y la ejecutiva tengan un margen holgado de acción en una situación política muy compleja y delicada.

En cuanto a las relaciones con la izquierda y específicamente con Unidos Podemos es básico que el PSOE clarifique su actitud. Ahora hay un enfoque nuevo, con un nuevo liderazgo que pretende tomar la iniciativa, no que se la impongan. Es razonable aplazar toda medida práctica en ese campo hasta el congreso para no contradecir la política aplicada por el grupo de la gestora consistente en hacer mutis por el foro. Pero sin olvidar que se trata de un aplazamiento para luego pedir la reprobación/dimisión de Rajoy y, de no darse, presentar una moción de censura por su cuenta. Esto esencial para que no quepa decir que no ha habido cambio en el PSOE sino que este sigue en su situación de subalternidad a la derecha. Entre tanto, la presentada por UP seguirá su curso, se debatirá y será derrotada, ya que solo se ha pactado y en el último instante con los indepes catalanes.

La reelección de Sánchez devuelve al PSOE la iniciativa política en una situación de centralidad que nunca había perdido. Puede verse en ese escurridizo intento de chantaje de Podemos al PSOE de que presente una moción de censura a cambio de retirar ellos la suya, una por la que trajeron a la gente de manifa plebiscitaria con alharacas quincemayescas tan sonoras como silencioso fue luego el eco en los medios. Cualquier intento de presionar al PSOE blandiendo una mocion de censura disparatada está condenado al fracaso. Emplear una política de hechos consumados con quien puede permitirse ignorarlos deja al que lo hace en una posición ridícula. Los socialistas presentarán su moción de censura cuando ellos decidan y no al dictado de Podemos. Pero tiene que haber una reprobación, una petición de dimisión y una moción de censura por ese orden.

dimecres, 24 de maig del 2017

Pedro y sus llaves. Pablo y su espada

Empiezan a aparecer memes de Pedro y Pablo en las redes. Sí, los Picapiedra. Pero también hay otra pareja más famosa aun en la iconografía occidental, la de los apóstoles Pedro y Pablo. El primero con la llave del reino de los cielos; el segundo con la espada del poder en la tierra, aunque pudiera ser aquella con la que lo decapitaran, pues no se sabe de cierto cómo murió. Pedro aparece con las llaves de la organización de la izquierda democrática, Pablo aporta la belicosidad. Y ambos saben que han de entenderse si quieren ir a algún sitio. Entenderse no significa dejar de criticarse, pero sí de atacarse y de practicar juego sucio.

Cada uno de ellos lo tiene suficientemente complicado. En Podemos hay un sector visceralmente reacio a toda unidad de acción con los socialistas. Y es poderoso. El sector proclive a un entendimiento fue derrotado en VAII y lame sus heridas en un oscuro rincón. Manda el acero bolchevique. Ese que sigue sin entender algo elemental: si quieres ganarte a los militantes de un partido no empieces por decirles que sus líderes son un puñado de sinvergüenzas, vendepatrias y robagallinas, porque suelen molestarse. Hasta puede irse más allá y decir que también los militantes tienen esos rasgos. Pero no se sabe entonces cómo se ganarán las elecciones.

En el PSOE las cosas no pintan mejor. Sánchez, nuevo SG, tiene ante sí varios de los trabajos de Hércules y no solo el de los establos del rey Augías, como ya le han señalado. También le espera la Hidra de Lerna, el jabalí de Erimanto, el león de Nemea y algún otro, como una bajada a los infiernos en forma del próximo congreso, ese concilio en donde quieren marcarle el carné de baile. Y con dos líneas rojas: a Podemos, ni agua y con los indepes, ni a la vuelta de la esquina.

Ahí tendrá Pedro que usar las llaves y hasta una ganzúa. Sus huestes deberán presentar una propuesta al Congreso que elimine esa especie de mandato imperativo de las lineas rojas del non licet y deje razonable discrecionalidad a la Ejecutiva y al SG para articular alguna forma de acción conjunta de la izquierda y alguna propuesta de negociación con el independentismo. Sánchez y los suyos tienen un arma poderosa para conseguir su objetivo: su compromiso electoral de que cualesquiera acuerdos en estas cuestiones se someterían a consulta de la militancia y esta, obviamente, puede rechazarlos. De las dos cuestiones, la primera parece reelativamente fácil. La segunda es más difícil. Pero es imprescindible. El independentismo catalán lleva la iniciativa desde el comienzo, a lo que se ha resignado el nacionalismo español, parapetado en un "no" cerrado, sin luchar por llevar él la iniciativa con algún tipo de contrapropuesta, algo que sirva para dialogar y negociar. La respuesta de la otra parte oscilará entre el "sí" (poco probable) y el "no". Pero como es seguro que no hay posibilidad alguna de "sí" es si no se presenta ninguna propuesta.

dimarts, 23 de maig del 2017

Lo que no podía ser no fue

Las primarias han sido un psicodrama. Así se ha vivido hasta el último, hosco, rencoroso, agresivo y hasta amenazador desplante de la caudilla ignominiosamente derrotada. Las cosas tenían que terminar personalizadas y enconadas porque así empezaron. Fueron dos campañas personales que se perfilaron de liderazgo, con una diferencia: mientras el de Sánchez era de abajo arriba, impulsado por la militancia, el de Díaz era de arriba abajo, impuesto por el aparato. Los dos se acusaron de personalismo pero eran personalismos contrapuestos.

Un dato frío, tan frío que mete miedo, es que Díaz tuvo menos votos que avales, a diferencia de sus dos adversarios. No es extemporáneo ni absurdo presumir en Andalucía la famosa espiral del silencio, de Noelle-Neumann. La verdad, algo siniestro para venir además de la mano de la izquierda, que no se ha resistido a tejer una estructura clientelar análoga al caciquismo de la derecha. Esa extraña mezcolanza de institucionalismo partidista (por designar de forma exquisita lo que otros llaman "captura de rentas") explica muchas cosas sobre la visión de alianzas de Díaz: con el PP y con C's, sí; con Podemos, no; y con los indepes, menos. Una candidatura del aparato, en ignorancia del sentir de la militancia y defendida, además, de modo autoritario, intemperante, a veces chabacano y generalmente agresivo.

¿Cómo no percibió Díaz lo que se avecinaba si era palpable? ¿Cómo nadie de su confianza se lo dijo? ¿Son en verdad la vanidad y la ambición tan poderosas que ciegan el juicio y obnubilan la razón? Así parece y con efectos duraderos, a juzgar por el modo abrupto de despedirse la comitiva andaluza la noche de la elección. Se barrunta tormenta.

De eso tendrá que ocuparse el candidato ganador y actual SG. Pero antes habrá de responder al nuevo reto de Podemos de retirar su moción de censura (MC) a cambio de que Sánchez presente una suya. Es una curiosa oferta: la MC iba a ser apoyada por una gran manifa en la calle de la que los medios, sin embargo, no se hicieron eco por estar ocupados con las primarias. Y eso que la manifestación adquirió efluvios plebiscitarios cuando la MC incluyó de candidato a Iglesias. Esa MC no tiene ningún porvenir jurídico ni político de forma que retirarla o no retirarla es indiferente para los planes del PSOE. Este pide la comparecencia y reprobación de Rajoy, cosa que seguramente saldrá y, en consecuencia, su dimisión. De no producirse esta, los socialistas seguramente presentarán su propia MC que llevará su popio candidato, Sánchez, y a la que Podemos decidirá si se suma o no.

En los asuntos internos del PSOE (ya se sabe, allí en donde anidan los verdaderos enemigos, como se vio el 1-X), Sánchez transita por un campo de minas. Ya le han estallado algunas: la dimisión fulminante de Hernando y la espantada montaraz de Corcuera son solo el comienzo. Habrá otras. Vendrán de las federaciones. El venenoso editorial de El País, El Brexit del PSOE contenía una llamada a la rebelión entre los barones. Perdida la primera línea de batalla, derrotada la caudilla, el aparato se retira al segundo frente y levanta una fronda señorial contra el poder central. No obstante, algunos barones se han puesto ya incondicionalmente a las órdenes del SG (el de Extremadura y el de Aragón); otros se lo están pensando (el de Castilla La Mancha, el de Valencia y el del PV); y la andaluza muestra querencia a echarse al monte y levantar bandera en el Congreso.

Todo eso es política interna de interés inmediato para militantes, dirigentes, cargos, corrientes, pero poco más.

En el interés general, en cambio, está comprobar si esa candidatura de izquierda democrática triunfante actúa en congruencia con lo que las bases que la han armado reclaman: oposición sin fisuras al gobierno del partido más corrupto de la historia de la democracia; oposición activa que trate de deponerlo; diálogo y colaboración con las otras fuerzas de la oposición, a ser posible con todas y, si no, preferentemente con la izquierda.

Diálogo y negociación que tiene que incluir Cataluña. No es admisible que, ante una reiterada oferta de negociación del referéndum por parte de la Generalitat (oferta que llega literalmente "hasta el último minuto") la respuesta haya sido siempre "no", sin ningún tipo de contrapropuestas. Contra toda razón y contra la voluntad expresa de una inmensa mayoría de catalanes, el referéndum no se puede celebrar simplemente porque no.

Alguien tiene que empezar a decir que si en democracia cabe hablar de todo, cabe hablar de un referéndum pactado que clarifique de una vez las relaciones entre España y Cataluña.

dilluns, 22 de maig del 2017

El punto de partida

Las primarias han puesto todo patas arriba.

Innecesario señalar, sería ya crueldad, el oscuro ridículo de Podemos contraprogramando con la manifa de Sol. El interés estaba entonces, y está ahora, en otra parte. Iglesias, Garzón y Errejón han felicitado a Sánchez; no así, creo, Rajoy. Un gesto de educación y, al mismo tiempo, un reconocimiento de que hay un interlocutor. Uno que han votado las bases de su partido en un ejercicio de democracia interna insólito por estos pagos.

Eso tiene muy asustada a la derecha. El editorial de El País, poco menos que toca a difuntos por el PSOE, inmerso en la crisis general de la socialdemocracia y la particular de no hacerle caso. No es el momento de andarse con chiquilladas de consultas, bases y otros populismos. Por eso su portada avisa del peligro de la sedición catalana si no hay referéndum: la DUI. Ese fue el temor que movió al hoy extinto PSOE de la gestora al golpe de mano del 1º de octubre. Y he aquí que se lo encuentra reafirmado.

Las primarias eran vitales para el PSOE y España. Su resultado refleja el deseo de la militancia y de los electores –incluidos muchos que habían dejado de serlo- de regenerar el partido y democratizarlo y hacer lo mismo con un sistema político corrupto, autoritario y centralista. Ha sido una decisión colectiva irreprochable que habla mucho de la madurez de la militancia y de su sentido de la justicia.

Por supuesto, un repaso a los medios deja claro que todos habían previsto la victoria de Sánchez. Es inexplicable que se le diera por perdedor desde el primer momento. Sin embargo, no lo vieron ni después de los avales. No lo vio, según parece, la propia Díaz, cuya victoria pírrica presagiaba su segura derrota. En fin, eso no importa gran cosa. Como tampoco la mala uva que demostró tener la caudilla, un no saber perder llamativo: hosca, huraña, sin mencionar al ganador por su nombre y sin expresarle lealtad, como sí hizo Patxi López. Obviamente estaba fuera de sí. Todo un carácter apadrinado por las viejas glorias. Irritada, intemperante, altanera, en lugar de marcharse en silencio, como había anunciado, poco menos que promete guerra.

Lo que importa es lo que viene a continuación: el cambio de actitud del grupo parlamentario socialista (con Hernando ya dimitido), la nueva interlocución de los otros partidos, especialmente la izquierda, la nueva política parlamentaria y de alianzas del PSOE. El deber inmediato de exigir la reprobación/dimisión de Rajoy o plantear una nueva moción de censura, ya que la de Podemos habrá sido derrotada.

Y, por supuesto, queda el tema peliagudo y más conflictivo, el de Cataluña. Hoy llega a Madrid la troika indepe: Puigdemont, Junqueras y Romeva. Iremos a escucharlos la consabida anti-España. Se niegan a ir el PP, C’s y el PSOE. Pero esto no puede seguir así. Es necesario hablar, dialogar, ponerse de acuerdo. Y hacerlo en torno a un referéndum pactado.

Y ahí es donde está el único escollo de la candidatura de Sánchez no a las primarias, que ya las ha ganado, sino a las generales. Lo más difícil empieza ahora teniendo que correr en un terreno minado. La imagen del Km Cero no es buena. Sin duda se refiere al punto de partida de una carrera hacia La Moncloa. Pero se presta a equívoco: el Km Cero es un viejo punto de referencia cargado de significado centralista. Está en la Puerta del Sol, era el lugar en donde se torturaba a la gente durante el franquismo, e incorpora una idea del país que la realidad niega tozudamente.

diumenge, 21 de maig del 2017

Aquí se la juega la izquierda

Incapaces de entender las consecuencias de sus propios actos, los "cerebros" de Podemos afirman en las redes que hay una confabulación de los medios para silenciar el circo seudo-15M que montaron ayer. Y así, según ellos, se demuestra la pujanza de su movimiento y la inevitable decadencia de los medios de la tramacastarégimenblablabla. En su amarga queja se echa de ver su verdadera y única intención: robar el protagonismo mediático al PSOE mediante una triquiñuela de última hora.

Y, como no les ha salido, protestan en las redes y siguen haciendo el ridículo. Tenga usted teóricos de alcurnia e intelectuales orgánicos para que lo dejen a usted a la altura de los gusanos. La sola idea de que con un acto montado en el último momento, sin más objetivo que apoyar una moción de censura inútil, iban a robar el protagonismo al PSOE era ridícula y peligrosa. Y así les ha salido.

Montan un acto más o menos improvisado de movilización callejera en apoyo de una moción de censura absurda en congruencia con esa teoría típicamente anguitista de conjugar la acción parlamentaria con la de la calle así, por principio, sin tener ni idea de cuáles sean las condiciones concretas. Porque, no se olvide, Anguita, el verdadero espíritu de Podemos, no pudiendo quedarse quieto, había contraprogramado la contraprogramación de Podemos unos días antes, cuando convocó al Foro Cívico/somos mayoría a una manifa en todas las ciudades de España el 15 de mayo., pensando que las masas aacudirían a su llamado¿Alguien oyó o vio algo de esa portentosa manifa el día de marras? No, claro. Pero, al menos, no hubo que leer a los intelectuales anguitescos sosteniendo que el nulo reflejo en los medios demuestra que el capitalismo se hunde. 

Porque la contraprogramación de ayer al PSOE, ya tuvo que ocultar la de su díscolo padrino Anguita el día 15 y viene asimismo a ocultar la manifa convocada por el verdadero 15M para el próximo 27 de mayo, con lo que estos de Podemos ya coronan su palmarés de plagiarios, incapaces de hacer nada original. El acto, pues, pretendía ocultar el vacuo gesto de Anguita, oscurecer la verdadera manifestación del 15M, convocada por los auténticos herederos de los indignados y, sobre todo, aniquilar la presencia mediática del PSOE.

El tiro por la culata. Nadie habla de Podemos porque, como ha quedado claro con este ejercicio de irrelevancia, no pintan nada. 

La idea de que es posible anular un partido de 140 años de historia, con luces y sombras, ya se sabe, pero con una cultura y tradición propias, encarnado en todo el territorio español, en cientos de casas del pueblo y agrupaciones, con una militancia activa, muchas veces por tradición familiar, que vive su acción política de modo personal y sostenido, por un grupos de amigos con muchos seguidores en la red es literalmente absurda. 

Las primarias del PSOE son una realidad de la que el país está pendiente porque con ellas se juega mucho y por eso copan la atención de los medios. El circo de ayer en Sol, pretendiendo ponerse en el lugar del PSOE, es un simulacro en el que la soberbia y el narcisismo de sus dirigentes no les deja ver que, en el fondo, no son otra cosa que los servidores de la derecha.

Risas y veras

Ayer se me ocurrió subir un tuit diciendo: "El debate de Ferraz lo vieron 7 millones. En los avales participó el 70%. Mañana se prevé un 80%. Eso es un partido y no Podemos" y me eché encima una legión de militantes morados enfurecidos y algunos trolls que lo estaban más. Salió de todo: el PSOE es la derecha, los GAL, la Otan, el neoliberalismo, las puertas giratorias, la reforma laboral, la corrupción, la cal viva, el régimen del 78; además, está partido y agonizante y será sorpassado a las primeras de cambio.

Todo eso es posible, no lo niego, pero no hace al caso. El tuit se basaba en datos: 7 millones de espectadores de un debate en la sede del partido, en Ferraz, recogido en las televisiones, pero no organizado por ellas. Participación del 70 del censo en los avales, que da pie a esperar una mayor hoy. Teniendo en cuenta que la participación es la muestra mínima de compromiso con una causa, ese 70 % tiene un valor muy superior al del 10 o 20 % (según la base de cálculo que se adopte) que viene alcanzando Podemos en sus consultas que, a diferencia de las del PSOE, son exclusivamente digitales. Es decir, no hay que moverse de casa para hacerse notar. Es un criterio razonable para sostener que el PSOE es un partido a la antigua (y la moderna) usanza y Podemos, no.

Ni siquiera es un partido, sino una amalgama y con una evidente tendencia a legitimarse por la vía de un movimiento. La lucha de Podemos es, ante todo, por la hegemonía de la izquierda y va orientada contra el PSOE. La oposición al PP se le presume, como a los soldados el valor. Lo que realmente le preocupa es la presencia mediática y la centralidad política que sigue obstinadamente en el campo del PSOE. Es decir, básicamente, Podemos es un espectáculo y, según sus críticos más acerados, un circo. Y un circo con tendencia a la monotonía en los números. La cuestión es qué grado de presencia mediática consigue, que es donde la organización consagra sus esfuerzos y, visto en la comparación con la del PSOE en sus horas más bajas, la conclusión es clara: ninguno. Y no porque haya una conspiración del silencio en contra de Podemos, como sostienen sus seguidores desde prácticamente todos los medios de comunicación, convencionales y digitales, algunos de los cuales están a su completo servicio, sino por falta de interés de su confuso mensaje y pintoresco discurso.

La manifa de ayer, contraprogramaba los mítines de cierre de las dos candidaturas del PSOE con una petición de apoyo a la moción de censura y un elemento plebiscitario en la persona del candidato. La intención, patente, de arrebatar el escenario al PSOE, no se realizó. Los mítines socialistas coparon los medios y las redes y lo harán hoy mucho más. Hoy, la manifa de Sol de ayer es el recuerdo de un acto de nostalgia, tratando de revivir (y apropiarse para una estructura y mentalidad estalinistas) el espíritu del 15M, que, por cierto, se manifiesta el 27, si no estoy en error. Un acto de fuerza baldía, en el fondo, de impotencia porque se congregó a la gente para que apoyara una moción de censura que nace muerta.

Hoy es el día de las primarias del PSOE, se pongan en twitter como se pongan. Y es así porque en ellas se juega mucho más que quién haya de liderar el PSOE. Se juega el destino del centro-izquierda, el futuro de la socialdemocracia, esa corriente en crisis, según opinión extendida. Algo que no es un circo, sino bastante más serio. Hasta El País se ha dado cuenta, lo cual debiera hacerle reflexionar en términos deontológicos sobre cómo ha enfocado estas primarias, a base de apoyar la candidatura de Díaz y atacar la de Sánchez.

En efecto, los socialistas eligen hoy entre dos formas de entender su partido, dos ideas de la socialdemocracia: una social-liberal, conformista, plegada a la derecha y subalterna de esta, dominada por una oligarquía de políticos profesionales cuyo objetivo es que nada cambie, para seguir cobrando; otra socialista de izquierda, de izquierda democrática, capaz de trazar un camino propio entre la derecha franquista y corrupta y la gestualidad espectacular de una izquierda populista que pretende sustituir con gritos lo que le falta en razones. Ese camino existe. Es, precisamente, el que hubiera debido recorrer  Podemos de no haber retornado a la casa del padre bolchevique desde los primeros momentos.

Por último, la posición personal de Palinuro, que no es votante en estas elecciones: los socialistas eligen asimismo entre liquidar su partido (votando esa candidatura berlanguiana de la caudilla Díaz) o restituirlo al lugar que le corresponde en el sistema político español, dada la historia de este, el de la centralidad política. Eso solo puede conseguirlo de la mano de Sánchez quien ha probado estar en condiciones de hacerlo, si no por méritos propios anteriores, sí por haberlos adquirido a base de sufrir una persecución vergonzosa en las filas de su propia organización y haber tenido que recurrir al único sector que, tras años de complicidad con la derecha gracias a los entreguistas Zapatero/Rubalcaba, vuelve por sus orgullosos fueros: la militancia.

Porque esto es lo que más duele de la candidatura de Sánchez a partes iguales al PP y a Podemos que, el uno a un lado y el otro al otro, ninguno es un verdadero partido político: el PP porque, en realidad, es una asociación de presuntos delincuentes; Podemos porque no pasa de ser una amalgama de grupos izquierdistas sin discurso. Ayer, lo que más se oyó en Sol fue el término Patria. Hace falta estar en Babia para tragárselo en España.

Por más que se empleen en destruirlo, el PSOE es el único partido en serio que hay en España (otra cosa son Cataluña y el País Vasco)  y solo podrá ser destruido desde dentro. 

Cosa que sucederá si gana las primarias la caudilla Díaz.

dissabte, 20 de maig del 2017

Balance de fuego

Que se haya llegado al final de las primarias sin saber de cierto quién ganará, pues se prevé un resultado muy ajustado, ya es la mitad del triunfo de Sánchez. ¿Acaso no venía de las tinieblas exteriores, muerto viviente, defenestrado en una conjura sin posibilidad alguna? ¿No era un espejismo enfrentarse al todopoderoso aparato, rendido a los pies de Díaz? ¿No lo dejaron solo una vez caído sus más fieles colaboradores? Unos se pasaron sin más a la andaluza; otros hicieron parada intermedia en el simulacro de López, también en beneficio de aquella, pues dividía a sus posibles adversarios.

Sánchez se reinventó. Inició una larga marcha por las agrupaciones y levantó un movimiento, puso en marcha unas energías aparentemente dormidas que se manifestaron de golpe la noche de los avales inesperados. A partir de entonces, giro de 180º. Sin abandonar su partidismo a favor de Díaz, los medios hubieron de hacerle un hueco, pues lo tenían poco menos que proscrito. Y, con los medios, mudaron las cábalas de los analistas. ¿Y si gana Sánchez? 

La candidatura de Díaz, fiada a una ascensión a la SG entre vítores y parabienes, sin necesidad de primarias, carecía de plan B. Ha tenido que improvisar un programa de gobierno, reiteradamente aplazado y finalmente expuesto para chirigota de las redes. Lo cual no le ha impedido descalificar el de Sánchez, llamándolo “folleto” y probablemente sin haberlo leído. No hay plan B; hay talante B: más bronco, más agresivo.

Curiosamente, tampoco PS tenía plan B. Esperaba un resultado “digno” en avales. No contaba con el práctico empate. Eso, el giro de 180º, lo ha lanzado a posición de posible vencedor. Y ya se sabe que el vencedor es aquel a quien todos corren a ayudar. Si se deja, está perdido. Las elecciones las ganará el equipo; pero, si se pierden, las perderá él. Por eso necesita un plan B, donde se explique que votar por su candidatura es votar por la regeneración democrática, que empieza por la regeneración democrática del propio PSOE. Ese es el compromiso que le dará la victoria: la regeneración empieza por el PSOE mismo, por devolvérselo a la militancia, esa que produce repelús a Díaz. 

Los dos mítines de Sevilla, a unos cientos de metros uno del otro, son muy simbólicos. Coronan una campaña que el país ha vivido casi como una de legislativas. Y lo hacen en la misma plaza (la local y el visitante, por lo que las asistencias deben ponderarse) con una campanada final. En el caso de Díaz, con Guerra, quien no habló y en el de Sánchez con Hidalgo, quien sí lo hizo.

Traduzcan las dos imágenes a significados: el pasado y el futuro. En el día de hoy esa imagen probablemente se reforzará a lo largo de la jornada, compitiendo en atención mediática con la manifa convocada por Podemos en apoyo, en principio, de la moción de censura con el añadido de que el candidato propuesto es Pablo Iglesias.

Es una obvia contraprogramación, pero no exactamente un escrache como sostiene Díaz. Un escrache, entiendo, es justamente lo contrario de lo que pretende esta manifa, esto es, oscurecer la centralidad política del PSOE, quitarlo de las pantallas para hacer visible la moción de censura. Un escrache se hace precisamente para llamar la atención sobre otro asunto que, en este caso, serían las primarias del PSOE. Absurdo, ¿verdad?

En todo caso, la contraprogramación no va a ninguna parte porque la moción no tiene margen de maniobra. Carece de los votos necesarios y la postulación de Iglesias los hace aun más problemáticos. Habiéndose dado cuenta en Podemos del patinazo, dicen que el candidato es negociable. Una vez registrada con el candidato (pues es obligatorio), cambiarlo sería chusco. La moción está muerta. No solo reglamentariamente sino también políticamente. Podemos la defenderá, sin duda, con intensidad y amplitud. La cuestión está en si habrá alguien en el hemiciclo. Y los medios, fuera del canal del Congreso, es dudoso que lo trasmitan

La única posibilidad de que haya una moción de censura, una nueva moción de censura, es que Sánchez gane las primarias. Aun así, me cuesta creer que en Podemos aceptaran un gobierno presidido por un socialista y mucho más que formaran parte de él. Una de sus doctrinas más acreditadas es que se negarán siempre a entrar en un gobierno socialista si están en minoría.

La candidatura simulacro de López está en el limbo donde las encuestas amontonan los “no sabe/no contesta”. El propio López no puede decantarse por uno de los adversarios (probablemente por Díaz, como ordena el mando) porque no está seguro de arrastrar a los suyos en su sentido, sino en el contrario.

Pase lo que pase mañana, hay un aspecto en el que Sánchez ya ha ganado pues ha puesto en evidencia que se da un fuerte deseo en el PSOE de que todo cambie. Ese cambio que, según Sánchez, Felipe, Zapatero y Rubalcaba no entienden y, si no lo entienden ellos, que son los mentores de Díaz, menos lo entenderá esta.

divendres, 19 de maig del 2017

Miedo al cambio

Muy recomendable la entrevista de Esther Palomera a PS en el Huffington Post y también la de Sandra Llinares a José Borrell en La Opinión, de A Coruña y en la que el exministro señala que "Si el PSOE no cuenta con sus militantes se acabará extinguiendo como los dinosaurios". Ambos dicen cosas muy puestas en razón y evidentes: el PSOE oficial, el de la gestora y Díaz, no ha entendido el cambio en el que estamos. Y, añade Borrell, "hace un mes nadie daba un duro por Sánchez". ¿Será que Sánchez sí entiende el cambio? Quizá. Eso lo sabrá él y lo probará o probará lo contrario si alcanza la SG, cosa cada vez más verosímil a pesar de todos los vaticinios en contra.

Él no dice comprenderlo, sino que está en él. Los otros es que ni están. El propio Sánchez es tan sujeto como objeto del cambio que se ha articulado espontáneamente desde la militancia. Y ¿cómo se ha articulado? A través de las redes. Internet es un ámbito de acción de la militancia que el aparato no puede controlar por desconocimiento. La pesada maquinaria confiaba en que la vieja inercia, la rutina de transmisión jerárquica hasta unas bases locales,  aisladas e impotentes, funcionaría como siempre. Pero esas bases están hoy coordinadas en una inmensa red distribuida en multitud de nodos que el aparato ni entiende. La candidatura de Sánchez, entre otros activos (imagen, relato, discurso) se ha armado en las redes, en el ciberespacio.

Se dirá que así se articuló Podemos y antes el 15M y después las confluencias porque es el signo de los tiempos: las opciones políticas son básicamente digitales y móviles. Cierto. Pero en la acción digital de la militancia del PSOE interviene un factor real nada desdeñable: la red distribuida es una réplica de una red material igualmente distribuida, formada por las agrupaciones y las casas del pueblo. La diferencia entre un partido digital y un partido digitalizado (que es el meollo del cambio de que habla PS) puede verse, por ejemplo, en los respectivos porcentajes de participación en las consultas. Frente al 70% de la militancia en los avales, Podemos muestra cantidades inferiores al 20 por ciento. La participación mide el grado de implicación y compromiso de la militancia. Es la columna vertebral de un partido. A su vez, los avales de Díaz eran los esperados (aunque algo inferiores), pero los de PS fueron inesperados. El cambio está ahí y se ha valido de PS para imponerse.

La otra candidatura, no pudiendo ser menos que sus mentores, tampoco entiende el cambio en el que, aun sin saberlo, está. Se echa de ver cuando Díaz, indignada, rechaza la sola posibilidad de esconderse detrás de la militancia. Es imposible ser más inepto. La imagen sugiere el mundo de la tauromaquia pues se toma a la militancia como un burladero. No es lo peor. Lo peor es la opción alternativa que se infiere: no esconderse tras la militancia implica la exigencia de salir a campo abierto y cuerpo gentil, ¿a qué? A batirse en singular duelo entre líderes. Y Díaz es quien reprocha a los demás tendencias al liderazgo cesarista. No está mal la ocurrencia. Pero caudilla le gana.

Y como de caudillos va la cosa en el hispánico solar, Iglesias se postula candidato a la presidencia del gobierno a lomos de la moción e censura. Un gesto que ha disparado las cábalas de los mentideros: si interfiere en las primarias, si lo hace a favor de Díaz, si de Sánchez, si Díaz se lo echará en cara a Sánchez, si Sánchez a Díaz. Otra vez la centralidad de este chinchorrero PSOE, que no se quita de enmedio ni con aguarrás. Nadie se molesta en analizar la candidatura en sí y todos están a ver qué hacen en el PSOE.

Pero la candidatura en sí tiene su miga. La manifa convocada para el día 20 en apoyo a la moción de censura se ha convertido en un apoyo personal a Pablo Iglesias. Y eso es otra cuestión que adquiere un toque plebiscitario. Si se refleja en la asistencia al acto será imposible de calibrar. Y queda también por ver si este acto, con su recarga plebiscitaria, consigue desplazar al PSOE de la centralidad. Dudoso, porque las primarias son más que las primarias del PSOE, son las primarias de la socialdemocracia y el ensayo de las legislativas, y la jornada se vivirá como una jornada electoral que, además, promete ser abundante en chascarrillos y pintoresquismos.

En cuanto a la moción de censura, así formulada, recogerá, si acaso, los votos de Podemos. Si alguna posibilidad había de que contara con los de otro grupo, por ejemplo el PSOE, se disipa con un trágala personalista. Si eso es lo que se quiere o no, cada cual sabrá. Lo que sí está claro es que esta política a base de pulsiones narcisistas e histriónicas es la responsable de que el personal empiece a no tomarse en serio a Podemos.

En cuanto a las dos candidaturas del PSOE, el efecto de la moción, nulo. Si gana Díaz, el PSOE se abstendrá o votará en contra, aunque el candidato fuera el otro Pablo Iglesias porque ella está a que gobierne la derecha. Si gana PS, como parece, el PSOE pedirá la dimisión y/o reprobación de Rajoy. De no producirse, probablemente planteará una nueva moción de censura (dado que la de Podemos es un cartucho ya percutido) en la que, por supuesto, negociará la candidatura que más le interese.

dimarts, 16 de maig del 2017

El debate

En efecto, escasas veces se ha dado (si es que se ha dado alguna) tal práctica unanimidad en los medios sobre el ganador de un debate. Es llamativo y tiene mucho significado. Supongo que la TV de Andalucía será de parecer contrario. Me consta que lo es Al Rojo vivo de la Sexta, cuya animadversión a Sánchez solo es inferior a su odio al PSOE, razón por la cual, le da el triunfo a la caudilla como se lo daría a un boniato, quizá con mayor justicia. Es "periodismo comprometido". Comprometido con la manipulación. Aunque, de esto, el magisterio corresponde a El País, en un editorial probablemente inspirado por Rubalcaba, Pasado frente a futuro, tan embustero que podría esta escrito por cualquiera de los trolls y bots a sueldo de Díaz y campando por las redes.

En cuanto a Díaz, es difícil causar peor impresión y obtener un desastre mayor. Y eso que lo llevaba todo  preparado y que obviamente había apalabrado antes con López hacer una pinza a Sánchez. Ni aun así.

En la distancia corta, la caudilla es literalmente insufrible. Trajo una alternancia de agresividad de muy mal fondo y unos ditirambos arcangélicos y medio lacrimógenos que movían a risa. Pero no dejó de mirar a la cámara ni un segundo. Se dirigía a sus interlocutores de lado porque no le interesaban ya que le interesaban los televidentes. Prueba de que era todo preparación. Y hasta en eso falló por ineptitud: hay que mirar al objetivo para colocar el mensaje en directo... pero sin atosigar, sin avasallar, dejando respirar al oyente. De otro modo solo consigues despertar iritación.

Lo más llamativo fue su agresividad con expresiones de una vulgaridad bochornosa como "No mientas, cariño" o "háztelo ver" que descalificarían a cualquiera en un debate con gente respetable. No traía discurso. Dice que lo presentará mañana. He aquí uno de los fallos de Sánchez por su temor a patinar. Tenía que haberle preguntado por qué iba al debate y se guardaba las propuestas (que obviamente ya debe de tener) para el día siguiente. La respuesta está clara: para atacarlo a él , que es a lo que iba.

Ataque tras ataque, repitiendo mentiras y medias verdades. Que Sánchez es perdedor, que 85 diputados, que si segundo... Los que hundieron el PSOE fueron sus dos grandes apoyos, Zapatero y Rubalcaba, los Zipi y Zape del desastre del PSOE. Rubalcaba perdió 4.285.000 votos y 59 escaños en 2011 y, encima, se pasó cuatro años compadreando con el gobierno de la derecha más corrupta de Europa y siendo cómplice de ella. Lo cual explica por qué apareció Podemos. Si Rubalcaba hubiera tenido que competir con Podemos, como luego Sánchez, sus resultados habrían sido aun peores. Pero eso no le importaba a la caudilla cuya misión era glorificar un abstracto PSOE y cargar contra un concreto Sánchez, el único que puede evitar el desastre que esta marrullera generaría en el muy improbable caso de que gane.

Y si la agresividad irrita, lo lacrimógeno e impostadamente inocente, infantil, humilde, socialista del corazón (el "PSOE" está malito") mueve a risa. Basta escucharla dos minutos para darse cuenta de que todo es falso, urdido, falaz y que esta señora es una mala persona en traje de faralaes. Ahora ya lo ha visto todo el mundo.

De López es poco lo que cabe decir porque su discurso fue una pura monodia por encargo, pero sí interesa analizar un aspecto en él oculto porque tiene consecuencias de índole general. López hablaba como socialista y como vasco, mezclando las dos facetas, cual suele suceder con los políticos vascos sin que los españoles resuellen. Como socialista tenía ciertamente derecho a hablar y proponer de un asunto de su partido y nadie puede negarlo. Como vasco ya no está tan claro que pueda hablar de las cosas de España y los españoles cuya "igualdad" le resulta tan querida teniendo en cuenta que, a efectos fiscales, en realidad, habla sobre otro país, en el que no tiene derecho a hacerlo porque no contribuye a la caja común, como las demás Comunidades Autónomas. De no ser un hipócrita redomado (que lo es) hubiera debido callarse estas cuestiones y, desde luego, no haber planteado a Sánchez con chulería una cuestión en la que él es un analfabeto, como es la de la nación. Otro momento en que Sánchez perdió otra ocasión de responder con justicia y rapidez "¿Si sé qué es una nación? Claro. El que no lo sabes eres tú que, a fuer de vasco, la sientes en el bolsillo por valor de 500 millones de Euros." Y zanjado el asunto. Claro que a López esto no le importa. Su única función en esta fiesta es restar votos a Sánchez.

Y aquí viene el ganador que lo fue por las favorables circunstancias. Por supuesto, estuvo muy bien, fue elegante y discreto, no respondió a las tarascadas de Díaz ni se puso a su bajura, cosa que la gente agradece. También estuvo correcto y hasta generoso con López, a pesar de los puntapiés en la espinilla que este monaguillo le atizaba. En general ganó en imagen y lenguaje no verbal. Dosificó bien su atención entre la cámara y sus contrincantes.

Pero eso no hubiera bastado. De haber tenido interlocutores de más nivel lo hubiera pasado mal y, desde luego, no se apuntaría esa ventaja sobre aquellos. Por supuesto, no hay duda de que, a diferencia de los otros dos intervinientes está convencido de lo que dice. Estar convencido de lo que se dice, decir lo que se piensa, es un privilegio que los otros dos, embusteros sin remedio, ni huelen. No obstante, no es suficiente con estar convencido; es preciso ser convincente. Y ese es el punto más débil de Sánchez: no es tan convincente en las distancias cortas como en las largas, en los mítines y discursos. 

Hizo muy bien en no responder a los machacones ataques de la caudilla (tan tóxicos como los del PP) sobre su versatilidad. Presumir de fortaleza granítica en un tiempo en el que para sobrevivir hay que cambiar y evolucionar ya es ridículo. Pero que lo haga una politica que ha cambiado de opinión, de lealtades y de criterio muchas más veces y no puede decir lo que piensa, entre otras cosas porque no piensa, es todavía peor.

Hizo bien asimismo en no responder a las provocaciones ni permitir que el debate descendiera a navajeo. Y también en concentrarse en cuestiones objetivas, de interés común, positivas. Pero le falta brío y rapidez y tiene que poner más fuego en sus convicciones. Tiene miedo a las palabras, a las grandes palabras, cosa comprensible hasta cierto punto, viendo lo que tenía enfrente. Pero el interés del debate no era que lo escucharan los dos compinches, sino que lo escuchara la ciudadanía. Hizo mucho en este sentido puesto que fue el único que planteó la confrontación con la vista puesta en las elecciones generales mientras la caudilla reserva sus misterios para mañana y al otro eso le cae grande.  

Precisamente por ello debiera haber sido más contundente en el uso de términos que van más allá de lo cotidiano. Fue el único que habló en serio de la juventud, del precariado, del socialismo del siglo XXI, de la nueva socialdemocracia, de la izquierda, de la plurinacionalidad, de la corrupción, de la transparencia, de la democracia. Pero en un tono amable, ligero, como quien no quiere abrumar con grandes propósitos. Y justamente eso es lo que los electores estamos pidiendo: grandes propósitos claramente formulados. Por ejemplo, los tres dijeron que querían derogar la reforma laboral. OK. Pero ¿para hacer qué? Por ejemplo, para acabar con el precariado. Los tres hablaron del socialismo, pero el único que lo vinculó claramente a la militancia fue Sánchez. Nada le costaría señalar que esa es la democracia socialista y por eso propone una nueva socialdemocracia. Y en cuanto a la cuestión nacional (que ha acabado imponiéndose como la más importante a pesar del afán de los nacionalistas españoles por negarla) también hay que romper tabúes. Esa acrítica aceptación de que la militancia del PSOE y, en general, el pueblo español solo entienden el lenguaje de la cabra de la legión no es de recibo. La gente es mayor de edad y sabe que cerrarse en banda del brazo del PP (justo lo que quiere este, El País, el Ibex35, etc) es la receta para la confrontación y el conflicto. Es esencial entender que en democracia se puede hablar de todo pues, si no, no es democracia. Y de todo es también una solución negociada en Cataluña

Mi única preocupación ahora es que, a la vista de este apabullante resultado, que afirma el de los avales, los golpistas, la junta gestora, la caudilla y otros poderes fácticos, monten un pucherazo. Capaces son. Lo han demostrado sobradamente.

dilluns, 15 de maig del 2017

El debate a bote pronto

Todos los medios excepto, imagino, la TV de Andalucía y la Sexta, dan ganador a Pedro Sánchez.

Yo también. Pero no tanto por sus méritos como por los deméritos de Díaz. Esta señora, vista de cerca, es insufrible. Ese "no mientas, cariño" y ese "háztelo mirar", dos chuladas de baja calaña, la descalifican para cualquier discurso político medianamente riguroso. Su falta de modales, su agresividad y su nula categoría son patentes.

Por cierto, se marchó sin explicar quién pagó la alcaldada de Abel Caballero en Madrid a su mayor gloria y quién su apoteosis en el IFEMA en la que hizo sentarse sin empacho alguno al club de los abuelos deel PSOE que, con caras de pocos amigos, estuvieron tragando la quina de los ex-abruptos de este pintoresco personaje. Ninguno de ellos -salvo Zapatero, ya se sabe, que no anda sobrado de luces- ha vuelto a apoyarla en público. Lógico. Están avergonzados.

Lo de Patxi no es de recibo de pura hipocresía y lo de Sánchez algo mejor porque vino en su ayuda la doble miseria intelectual y moral de sus adversarios y eso que obviamente estaban de acuerdo en no atacarse y atacar ambos a Sánchez..

A lo largo de la noche subiré un post más detallado y razonado. Estas son las primeras impresiones al llegar a casa y ojear los medios online.

diumenge, 14 de maig del 2017

Ganando Sánchez

La centralidad política del PSOE es cada vez más sólida. Las primarias monopolizan el foro público. Ya pueden las grabaciones de González mostrar que involucra al Santo Padre en la corrupción del PP. La atención pública se centra en el duelo entre Díaz y Sánchez. Tanto que toman partido hasta quienes votan y militan en otros partidos. Ya pueden los de Podemos convocar un jubileo (que tal parece) el día veinte con el fin de hacerse ver. Lo que importa es lo que pase el veintiuno. Porque tendrá repercusiones en el Estado. Es parecer general que nos jugamos mucho.

Por eso cunde el nerviosismo, sobre todo en la candidatura de Díaz, ya que en la otra van de sobrados. Se endurece el tono; vuelan las insinuaciones, la malevolencia y las amenazas. Fernández Vara afirma que, si gana Sánchez, el estará en contra por razones patrióticas. Le sale la vena nacional-pepera. Es el pánico desatado ante la inesperada verosimilitud de que gane Sánchez.

Y, sin embargo, estaba claro desde el principio. El titular de la estructura da en el clavo. Se vio en el primer momento a nada que se miraran las redes, ese mar de información, hoy dominante. El retorno de Sánchez tras la defenestración puso en marcha la estructura que se articuló virtualmente pero, y esto es esencial, prendió en la estructura real, tradicional. La dinamizó.

No obstante, solo con estructura no se gana, aunque esto es lo que creyó la candidatura de Díaz, sin preocuparse de nada más. Aparte de la estructura hace falta presentar un liderazgo. Este, a su vez, se articula en dos aspectos: la imagen y el discurso.

La imagen de Díaz es mala, fuera, al parecer, de Andalucía. Ese ánimo folklórico no tiene público. Arrastra, además, la sombra del complot para defenestrar al entonces SG, tanto más repelente cuanto que lo hizo para ponerse ella. La imagen de López es desvaída. Su propia candidatura duda de si es avisado seguir en lugar de retirarse. El vasco sigue, más por testarudez que por expectativas. La imagen de Sánchez es buena y tiene fácil presentación como símbolo que viene a deshacer un entuerto. Alienta encendidas simpatías por motivaciones morales: lealtad, congruencia, honradez, mantenimiento de la palabra dada, todas positivas. También las alienta Díaz, pero por otras motivaciones, más bien caracteriológicas y caudillescas: sabe ganar, trabaja sobrehumanamente, está ungida por los dioses y es cien por cien PSOE ganador.

Si la imagen de Díaz es mala, su discurso es inexistente. Los exabruptos que va soltando por la península sobre fraternidad y ganas y voluntad y fuerza no pueden darse como elementos de un discurso racional salvo en lo declamatorio. Y cuando intenta hablar de algo que no sea ella misma, se contradice. Quien sostenía hace poco que el PSOE no es de derechas ni de izquierdas, dice ahora que el PSOE es de izquierdas de toda la vida. La que se ofende cuando detecta alguna falta de respeto en la competencia se apoya en un fiel colaborador que llama hija de puta a una correligionaria. Quien se abstuvo para que gobernara Rajoy dice ahora que va a hacerle la vida imposible.

Díaz planea dar a conocer sus líneas programáticas al día siguiente del anunciado debate con los otros dos. Será para que no se las copien. El programa, ese documento del que tanto Díaz como López carecen. La una porque siempre dio por suyo el del partido ya que era la ungida, el otro porque su candidatura era puramente instrumental o táctica desde el principio. Y así se presentan ambos a un debate con un competidor que trae bajo el brazo un programa completo. Un punto esencial en toda comunicación: quien establece el marco, lleva mucho ganado. Ese programa y los pronunciamientos de Sánchez permiten ver un propósito de articulación de una izquierda democrática, posibilista, socialdemócrata. Exactamente lo mismo que tienen en Portugal y funciona muy bien. Seguramente por eso los medios le dedican menos atención que a Venezuela.

Los límites no están en la izquierda o cuánta izquierda, sino en las propuestas respecto a Cataluña. Aun así, la cautelosa y a todas luces insuficiente propuesta plurinacional de Sánchez (¡ay, el miedo a las palabras!) es mucho más atractiva que la cerrazón de Díaz en un nacionalismo hispano-andalusí que la convierte en subalterna del PP en su política de confrontación.

dissabte, 13 de maig del 2017

Orden y progreso

Es el lema de la doctrina positivista de Auguste Comte, que dominó buena parte de los siglos XIX y XX y aún hoy pervive en la bandera del Brasil, Ordem e progresso, aunque ya desprovisto de sus connotaciones dinámicas, avanzadas, progresistas. Para la mentalidad conservadora, hoy dominante, lo esencial es el orden, hasta el punto de que solo admite el progreso que se dé dentro de él. “El orden reina en Berlín”, escribía Rosa Luxemburg el 14 de enero de 1919, después de la derrota de la revolución y un día antes de que la asesinaran.

El progreso, sin embargo, suele darse rompiendo los límites del orden. Hay lo que llaman el crecimiento orgánico que supone evolución sin rupturas. No obstante muchos otros progresos van acompañados de rupturas del orden previo y, de este modo, la cópula original se convierte en antagónica.

Esa oposición metafórica explica a mi entender el sentido de las primarias: Díaz representa el orden y Sánchez el progreso. Díaz es secretaria general del PSOE(A) y presidenta de la CA andaluza. Orden. Cuenta con el aparato del partido y la gestora. Más orden. Tiene el apoyo de los barones. Orden y ordenanzas. Su discurso es institucional. Un discurso de orden que solo se diferencia del del PP en que quiere ponerse en su lugar.

Sánchez simboliza la mudanza, la renovación, el progreso. Se enfrenta al aparato, la institución, los barones y lo hace como un revenant justiciero, a vengar una afrenta, no en nombre propio, sino en el de aquellos que lo votaron en su día y a quienes se ha arrebatado su elección mediante un golpe de mano. Incidentalmente esto prueba también la inepcia de los golpistas (“chusqueros” los considera Borrell) al no rematar a su víctima. Regla básica del arte de la guerra: no puedes dejar al derrotado en situación de volver a atacar. De hecho, la caudilla lo había formulado nítidamente: “yo a ese lo quiero muerto”. No era un anhelo de necrofilia, sino una orden de ejecución.

Pero la ejecución no se consumó. No hubo tiro de gracia y el derrotado de ayer, habiendo levantado bandería entre la militancia por la recuperación de su dignidad, ha encendido un movimiento regeneracionista interno al PSOE. La ola está muy en la línea de la izquierda actual, con una ventaja añadida nada nimia: no es virtual, como los círculos de Podemos, sino muy real en las agrupaciones y casas del pueblo de todo el país. Esta candidatura ha despertado un adormecido orgullo de partido de izquierda democrática, en clara competencia con Podemos y que los adocenados dirigentes del orden y el aparato ni imaginaban. El progreso, la renovación del partido ha roto los límites del orden establecido y amenaza arrollar a su candidatura, que iba a culminar su carrera de apparatchik calzándose la SG en una vistosa parada.

El lunes que viene debatirán los tres aspirantes casi en cónclave, pues lo harán en Ferraz y a las 13:00, pasando la señal a las televisiones. Casi secreto. A la recogida de avales brotó la primera sangre. Pero el duelo ha seguido. Ahora es a muerte, figurada, claro. Duelo Díaz-Sánchez con el tercero López que, en realidad, por sus posibilidades y lo que dice, es más un testigo y, según algunos, padrino de Díaz. Padrino en el sentido de los lances de honor.

El debate debiera ser más abierto y en una TV pública o privada comercial de amplia audiencia. La gente está interesada en escuchar al próximo SG del PSOE y aspirante a presidenta . La cosa promete. Sánchez llega pertrechado con un documento repleto de propuestas en positivo tanto para la organización del partido y su relación con la otra izquierda, como para la gobernación del Estado, incluido el peliagudo tema territorial. Díaz, por el contrario, no trae nada. Parece que dedicará el fin de semana a pergeñar algo parecido a un programa de gobierno, que así saldrá. En cuanto al partido, nada: que todo siga como está, pero muy unido, con muchas ganas de ganar, en fraternidad de compañeros con ganas de ganar para disponer de un PSOE con ganas de ganar y que haga honor a un glorioso pasado con ganas de ganar. Y así. A veces emprende vuelo: la dirección del partido no tiene que estar en contacto directo con la militancia. Sí señor, para eso se inventaron los “cuerpos intermedios” durante las guerras de religión, muy actuales, como se sabe. El PSOE no es de izquierdas ni de derechas. Ni de centro, que no existe, pues la derecha se toca con la izquierda por su izquierda y la izquierda con la derecha por su derecha. ¿A que está claro? Respecto a la otra izquierda, asegura llena de desdén solo es útil cuando resuelve los problemas de la gente. Cierto. La otra izquierda, la derecha, el centro, el extrarradio y ella misma como persona: solo son útiles si son útiles.

La candidatura de Sánchez reitera su opción por la alianza de izquierda y la plurinacionalidad del Estado, sin entrar en mayores dibujos pues no es el momento. Se disipa así la interpretación malévola de El País de que el candidato daba con la puerta en las narices a Podemos. Hubiera sido absurdo. En primer lugar porque en democracia no debe darse con la puerta en las narices a nadie. Y aprovecho para señalar que “nadie” es “nadie” y no debe pues darse con la puerta en las narices a los indepes catalanes. En segundo lugar, los otros deben poner las narices para que les den en ellas y no parece ser el caso de Podemos ni de JxS.

Si Podemos o JxS se niegan a dialogar o ponen condiciones sine qua non, habrán situado la pelota en su propio tejado. Lo que el PSOE debe mostrar es una disposición a dialogar con todo el mundo sin condiciones. Esa es una posición más sensata y, es de suponer, ganadora, frente a la cerrazón de Díaz, que condena al PSOE a una sola salida: servir de muleta al gobierno del PP. Lo cual tampoco estaría mal necesariamente de no ser porque, en las circunstancias actuales, ni el PP ni Rajoy están en condiciones de gobernar.

divendres, 12 de maig del 2017

Los meandros de la izquierda

El triunfo moral de Sánchez en los avales ha dado un giro a las primarias. La candidatura de Díaz -ya lo había anunciado- ha pasado al ataque; la de Sánchez se ha defendido. Obviamente, ante un ataque, lo primero es defenderse; quizá también contraatacar, pero eso depende de las circunstancias. La defensa es inexcusable. Pero quizá lo más adecuado no sea defenderse a base de identificarse con el atacante. Eso, quizá, después de las primarias, cuando las legislativas, pero no antes porque puede falsear esas mismas primarias: si los dos candidatos proponen lo mismo, ¿por qué se presentan separados?

La izquierda española tiene dos tareas pendientes, de cuya solución depende su acceso al gobierno: su propia unidad y la solución de la cuestión catalana y, por extensión, de la cuestión nacional en España.

En cuanto a la unidad, da vergüenza repetir lugares comunes, como que sin unidad no hay nada que hacer ni perspectiva de gobierno, pero sin unidad se sigue. Y la situación no solo no remite sino que se agrava. Los dos partidos de la izquierda, en realidad, están partidos en otros dos. No hay dos de izquierdas, sino cuatro: dos Podemos (Iglesias/Errejón) y dos PSOE (Díaz/Sánchez). Desde luego ambos niegan fieramente la división. También negaban los enfrentamientos que dieron origen a esa división.

En esta situación de fragmentación se mantiene el deseo de unidad y, si hubiera algo más de coraje y audacia en los planteamientos esta no se plantearía solamente según el trillado criterio de reunificar cada partido dentro de sí mismo. Tan válida podría ser una coalición de errejonistas y sanchistas. Justo lo que ha puesto tan nerviosos a los conservadores del PSOE, con lo que el documento de línea política propugna ahora algo tan etéreo como una "alianza social de progreso", algo que suena a la "Alianza para el progreso" de los yanquies y los latinoamericanos en tiempos de Kennedy. O sea, nada. Palabras. El caso es rechazar toda insinuación de algo parecido a un "programa común de la izquierda", al estilo francés de los ochenta. 

Por eso se ha puesto tan contento El País que anuncia un rechazo de Sánchez al rupturismo de Podemos. Hay quien dice que es una interpretación interesada y quien ve un retroceso de Sánchez en su apertura a la izquierda. Conviene reflexionar brevemente. Más que los ataques de Díaz, lo que pone en un brete la disponibilidad de Sánchez al entendimiento de la izquierda es la sistemática (e inútil) agresividad de Podemos hacia el PSOE. Mantener que no hay diferencias entre el PP y el PSOE y que González, Aznar, Zapatero y Rajoy son iguales a 35 años de corrupción es volver a la más roma visión de "las dos orillas", algo tan elemental y maniqueo que resulta ridículo... y destructivo para el conjunto de la izquierda.

Esa obstinación anti PSOE tan cerrada que favorece a la derecha es algo inherente al corazón comunista que Podemos ha heredado de la absorbida IU. En consecuencia, es también cosa suya cómo cohonestar esa práctica de confrontación con el sempiterno discurso unitario. De la parte del PSOE lo sensato pareciera ser no cerrarse en la negativa de antemano, sino mantenerse abierto a explorar vías de entendimiento para coordinar las acciones, siempre que la otra parte actúe de buena fe.

En cuanto a Cataluña y, por extensión, la cuestión nacional, el retroceso "defensivo" de la candidatura de Sánchez es llamativo. El documento final precisa y aclara el alcance de la "plurinacionalidad" invocada en su día por el candidato. Se trata de naciones "culturales". Una precisión tan inane que, según sus mismos partidarios, no hará necesario tocar el art. 2 de la Constitución. Para remachar, se rehabilita el viejo proyecto federal del que nadie sabe nada; ni quienes lo proponen, porque se sigue con la mentalidad de que aquí no hay nada que negociar, nada que pactar. Aquí basta con imponer. La diferencia es si las imposiciones son más o menos abiertas.

¿Era necesario puntualizar tales trivialidades solo para defenderse de las proclamas patrióticas rojigualdas de la otra candidatura y conseguir no diferenciarse de ella? No, porque aún estamos en primarias y es preciso diferenciarse. Hubiera sido más pertinente reconocer que el concepto de "plurinacionalidad" es muy complejo y obliga a dilucidarlo mediante deliberación pública con intervención de todas las partes interesadas. Y que la forma que tomarían esas deliberaciones y negociaciones de alcance constitucional se decidiría mediante unas elecciones legislativas que podían tener carácter constituyente de hecho como ya lo tuvieron las elecciones de 1977. 

Esto es algo más o menos verosímil (lo creo poco verosímil por tardío) pero es algo. La izquierda no puede dejar de ofrecer una solución distinta a la de la derecha respecto al problema más grave del Estado español.