dimarts, 12 de setembre del 2017

Mi crónica de la Diada 2017

Mi artículo de elMón.cat sobre la Diada de hoy. Contrariamente a mi costumbre, no haré resumen ni glosa previa.Tengo mucho más que añadir, por supuesto, pero me esperaré a leer otras opiniones.

De momento, el texto en castellano es este:

La Diada abre el camino a la República catalana

Absurda la guerra de cifras. Por mucho que Millo y los del PP mientan y manipulen, lo ha visto todo el mundo: un millón de personas por la independencia en Barcelona. A pesar de las trabas, las amenazas, la guerra sucia, la represión y el lerrouxismo de la “verdadera” izquierda que intentó dividir el movimiento con un éxito tan notable que no estaría de más que Colau, Iglesias y Doménech fueran pensando en dimitir, viendo el tirón que tienen y el peor destino que les aguarda en Cataluña. Había más gente en la manifestación de C’s. Quizá debieran unirse y, en todo caso, es de esperar que esta amarga experiencia fuerce a Colau –cuyo instinto de supervivencia político es el único al que obedece- a replantearse su negativa a facilitar colegios el primero de octubre.

Una concentración libre, democrática, pacífica, un ejemplo de civismo y cohesión. Cuestión de saber si al genio de La Moncloa esto sigue pareciéndole una algarabía o alguien le ha explicado ya que es el comienzo de su fin, el preludio a la votación del 1 de octubre próximo, en la que se firmará el acta de nacimiento de la nueva República catalana.

Las tres semanas que faltan hasta el referéndum estarán seguramente repletas de incidentes berlanguianos como los de la Guardia Civil en Valls, de ridículos sistemáticos de un gigantesco aparato de represión perfectamente inútil dotado de un potencial de overkill innecesario porque no se puede emplear contra todo un pueblo empeñado en emanciparse “de una puta vez”, como dice Lluís Llach con estro poético por dos razones:

En primer lugar, porque es eso, todo el pueblo, todas las clases sociales, un movimiento transversal que viene de muy atrás, de generaciones con una voluntad de ser que ha superado barreras, prohibiciones, cárceles, dictaduras, fusilamientos. Solo habría un medio, no ya de frenarlo, sino de cuestionarlo: sacar a la calle de forma voluntaria y pacífica a otro millón de personas en defensa de la situación actual, de la sumisión de Cataluña a España. ¿Hay alguna duda de que, si pudieran, quienes hablan de “mayoría silenciosa” lo harían? Para ejemplo, cuéntense los asistentes que tendrá la próxima manifestación del día de la Raza el 12 de octubre en Barcelona.

En segundo lugar porque si el movimiento se frustrara por el motivo que fuese, las consecuencias serían terribles. La venganza de los “demócratas” españoles, desde el PP hasta los comunistas de IU pasando por Podemos, el PSOE y otros defensores de la nación española, iría a la raíz misma de Cataluña y su dignidad como nación, que tratarían de destruir como fuera. Y si España entera sufrió las devastadoras consecuencias de haber perdido una guerra en 1939, la experiencia catalana fue ya entonces doblemente dura.

La Diada de 2017 es la mejor respuesta a la política de persecución del gobierno central y sus aliados socialistas y de C’s, esos que blanden la legalidad vigente sin preguntar cuál sea su legitimidad. Su impacto exterior evidente ha estrechado el margen de acción del gobierno central a extremos inverosímiles. Tanto que empiezan a escucharse voces dentro del aparato orgánico y mediático del PP pidiendo la dimisión de Rajoy por inútil. De tener sentido común, este aprovecharía para irse, antes incluso de que esa oposición interna se convierta en un alud, se rompan los equilibrios interiores de la presunta “asociación de malhechores” y el hombre acabe en Soto del Real, con sus amigos.

Y hay algo más y bien patente. Algunos de los diversionistas que han pretendido rivalizar con el “mainstream” de la opinión popular claramente independentista, están empezando a cambiar su discurso. El líder de Podemos, Iglesias, que lleva una temporada haciendo declaraciones contradictorias en clara muestra de que sigue sin entender nada de Cataluña, tan a la desesperada como los del PP, ahora propone una alianza con PSOE y C’s para echar a Rajoy y aceptar un referéndum de autodeterminación. No puede ignorar que tanto el PSOE como C’s son radicalmente contrarios a la idea (en el fondo, como él mismo) pero trata de salvar los muebles de una izquierda que solo surgió, como se ve ahora, para encontrar puestos y sillones para una nueva generación de políticos españoles y españolistas.

Ayer, en Barcelona arrancó la corriente que desembocará el próximo primero de octubre en una avenida de los ríos Alfeo y Peneo con los que el Hércules de la nación catalana barrerá los establos del rey Augías del Estado español. Así acabará el podrido sistema de la tercera Restauración y su clase política de vividores del erario de nueva o vieja generación.

Hoy, Palinuro en Balaguer

A las 20:30 en el salón de actos del Ayuntamiento de Balaguer, en una xerrada  sobre el impacto de la independencia de Cataluña en España. El título tiene algo de provocativo: no hay futuro en España sin la independencia de Cataluña. Puede parecer absurdo desde un punto de vista materialista y cortoplacista, pero no lo es. El mantenimiento de Cataluña a la fuerza dentro del Estado español, supone el del statu quo por los siglos de los siglos. Unas zonas del país (els països catalans y Madrid) productivas y el resto subsidiado a excepción del País Vasco y Navarra que, con su sistema de cupo y concierto al que nos referíamos en un post anterior, Catalanes y vascos, tampoco aportan ni detraen nada y, en consecuencia, son magnitud neutra. Esto significa, en efecto, perpetuación de la lamentable situación actual: ni las zonas más productivas acaban por despegar del todo debido al lastro de los territorios subvencionados ni estos tienen suficiente estímulo para despegar de una vez y vivir de sus propios recursos y su adecuada gestión.

La sacudida de la independencia de Cataluña obligará a la gente a vigilar a la oligarquía española tradicional, a impedir que siga robando, a castigarla en los tribunales y a prosperar por sus propios medios. Al principio puede ser difícil, pero esa misma dificultad obligará a las gentes españolas a exigir responsabilidades a la clase política, políticas y penales.

Solo entonces empezará a cambiar España para bien.

Nos vemos en Balaguer.

dilluns, 11 de setembre del 2017

¿Quién define la democracia?


Hoy, once de septiembre de 2017, se celebra la que probablemente será la Diada más importante de la historia de Cataluña. El propósito de los independentistas es conseguir que supere en asistencia, organización, vistosidad e impacto a todas las anteriores. Y, por todo lo que sé y el entusiasmo con que se lo han trabajado los organizadores, así será. Y tendrá un gran impacto. JxS la presentará a los ojos del gobierno, de España y del mundo entero como la mejor prueba de la voluntad mayoritaria del pueblo catalán de celebrar el referéndum del 1/10. El gobierno la estudiará con suma atención para ver hasta dónde puede llevar su táctica represiva y la comunidad internacional estará atenta para saber a qué atenerse en el caso de que el conflicto entre Cataluña y el Estado adquiera proporciones que impongan una mediación internacional

(Por cierto y antes de que algún lector o lectora se eche las manos a la cabeza escandalizada de que Palinuro dé por descontada la intervención exterior en un asunto interno de España o incluso la aconseje, bueno será recordar que, desde hace ya muchos años, siglos incluso, España no es un sujeto político plenamente soberano. Prácticamente desde la Guerra de Sucesión, todos los conflictos internos españoles han tenido decisivas intervenciones externas, si es que estas no han sido las que han iniciado el conflicto o lo han aprovechado. La última, la guerra civil que ganó Franco gracias a la intervención de Alemania e Italia.)

También Palinuro lo haría (y lo hará porque tiene pensado publicar un artículo al respecto en elMón.cat al final de la jornada) para aquilatar el efecto de la Diada sobre el posible resultado del referéndum.

Hasta ese momento quedará aplazada una respuesta al artículo de Juan Luis Cebrián en El País titulado Visca Catalunya! que es un repertorio de todos los topicazos unionistas y seudodemócratas que pasan por razonamientos políticos de altura en este conflicto y que consisten básicamente en marear la perdiz moviendo como el trile los conceptos de democracia, legalidad y gobierno. Quede para entonces la respuesta. Pero no sin dejar aquí constancia de un principio que todos estos adalides de la reflexión política estratégica al servicio del statu quo jamás mencionan, pretendiendo que se olvide en la maraña de sus logomaquias. El principio de que la única base de legitimidad de un gobierno es la aquiescencia de los gobernados. Nadie, por muy demócrata y legal que sea tiene derecho a gobernar en contra de la voluntad de los gobernados. Ese principio liberal por excelencia que estos servidores del poder ignoran se llama "gobierno por consentimiento" y es un hallazgo de Locke que, de admitirse, resolvería muchos problemas. Por muy democrático y respetuoso con la ley que sea un gobierno, si la voluntad de los gobernados (que, ciertamente, tiene derecho a cambiar) es contraria a él, el gobierno no será democrático sino tiránico y su legalidad, pura arbitrariedad.

Y ¿cómo se sabe cuál es la voluntad de los gobernados? En España hay dos procedimientos: uno, celebrando un referéndum, una consulta popular, cosa hasta la fecha prohibida por "antidemocrática"; dos, atendiendo al presidente de los sobresueldos para quien la mayoría es silenciosa y los independientes, una minoría o, mejor todavía, escuchando a la vicepresidenta, según la cual, el independentismo es inadmisible porque se empeña en hacer un referéndum "en lugar de escuchar a los catalanes", estupidez que no solo no está prohibida sino que es de obligado cumplimiento.

A esa estupidez presta retorcido apoyo el citado artículo de Cebrián.

Pero se verá una vez sepamos qué alcance ha tenido la Diada de hoy.

La segunda vez

Recuérdese el célebre comienzo del Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte en el que Marx, citando a Hegel (en la Filosofía de la historia), dice que los grandes acontecimientos en esta se producen dos veces y prosigue él de su cosecha que la primera como tragedia y la segunda, como farsa. Napoleón I (tragedia) y Napoleón III (farsa). Añadimos nosotros Franco (tragedia) y Rajoy (farsa). El presidente de los sobresueldos es una figura cómica, un personaje estrambótico y acomplejado, lleno de tics y manías, que provoca la irrisión, especialmente cuando se pone serio. Vulgar, ordinario, absurdo, no sabe ni moverse. Cuando camina parece un muñeco de trapo. Tampoco sabe hablar, apenas se le entiende y, cuando se le entiende, fuese mejor que no se le entendiera porque no dice más que sinsorgadas.

El intento de restauración del franquismo, fenómeno trágico en la historia de España del que esta no ha conseguido restablecerse, no es sino una farsa con elementos de la más pura astracanada hispana. El espectáculo de la guardia civil registrando imprentas o redacciones de revistas en busca de papeletas para votar en el referéndum del 1/10 en lugar de vigilar y perseguir terroristas no tiene parangón en el mundo civilizado. Les habían dicho que mantuvieran una actitud seria, responsable, tranquila, inmutable, como si fueran la guardia de Buckingham Palace, y no respondieran a las posibles provocaciones e insultos de la gente. Pero no les habían dicho que, en lugar de insultarlos, el público que se manifestaba contra el atentado a las libertades de prensa y expresión se burlaría de ellos, les regalarían claveles, los obligarían a presenciar simulaciones de votación en la calle y, cuando finalmente se retiraron en sus vehículos todo terreno, les cantarían la canción de "ustedes lo pasen bien". Venían muy serios y circunspectos, prevenidos contra la hostilidad, pero no contra la rechifla. Hicieron el ridículo y lo sabían, por lo cual se les notaba muy incómodos.

Pura farsa que nadie puede tomarse en serio. ¿Y qué decir del ignoto paradero de las 6.000 urnas que, a fuer de transparentes deben de ser invisibles? Estoy seguro de que el ministro Zoido y la vicepresidenta del gobierno tienen a docenas de agentes buscando las malditas urnas que, como las imágenes en la escena de los espejos de La Dama de Shangay tan pronto están como no están. Más farsa y tomadura de pelo de estos franquistas que ya no asustan ni a los conejos.

Cada vez que el de los sobresueldos habla, profiere amenazas que no está en situación de cumplir. Y en cuanto al papel de su vicepresidenta, lo más caritativo es no tomársela en serio nunca pero especialmente, cuando, como el otro día, se pilla un berrinche de bruja mala del guiñol y empieza a soltar exabruptos enfurecidos contra el referéndum y la posible independencia de Cataluña.

Farsa es un Tribunal Constitucional compuesto por magistrados que recuerdan las caricaturas de Daumier, más atentos a los deseos del poder que al sentido de la justicia. Y farsa unos medios de comunicación comprados a precio de oro de los dineros públicos para que tergiversen la realidad según el programa de una presunta asociación de malhechores que carece de programa.

Que el referéndum del 1º de octubre va a celebrarse se sigue indefectiblemente del hecho de que el Sobresueldos haya afirmado ya con toda su cómica y balbuceante contundencia que le caracteriza que no va a celebrarse. Como, al parecer, no se celebró la consulta del 9N, de la que, en cierto modo, trae causa el próximo 1/10.

Como farsa es la apelación a una legalidad más retorcida y arbitraria que el contrato de los hermanos Marx. Farsa el cerrado apoyo de una oposición socialista convertida por arte de birlibirloque en apoyo incondicional a una política de negación del derecho a decidir. Y farsa los distingos entre "soberanía" e independencia  de la otra oposición, la de la "verdadera" izquierda que, si no tiene mucho de esta, menos aun tiene de "verdadera" y que pide sumisamente perdón por retirar pacíficamente una bandera, la de los vencedores en una guerra, que estos impusieron a los vencidos por el terror.

Y farsa es, por último, la de un gobierno que desgobierna un país, lo maltrata, lo esquilma, lo arruina, lo fragmenta al tiempo que proclama que España es "una gran nación" cuando, como puede ver todo el mundo, no es grande y tampoco nación.

diumenge, 10 de setembre del 2017

No entendéis nada

Pero nada de nada. Res de res. Probablemente os lo impide ese acendrado nacionalismo español que empieza por negarse a sí mismo. Los nacionalistas españoles con algo de luces aseguran que no son nacionalistas, faltaría más; que todos los nacionalismos son iguales; que no hay que poner nuevas fronteras (ellos están contentos con las suyas, claro); y, si son de izquierdas, dicen ser internacionalistas cosa que, obviamente, no significa nada.

Es muy llamativo y parte de la complejidad del problema que la izquierda muestre esta incapacidad de comprender. Cataluña no es España ni antes ni después del 1/10 como se demuestra -da vergüenza recordarlo- por el hecho de que haya que decirlo. Cataluña es tierra conquistada, según dijo Fraga a Verstringe. Está en España, pero no es España. Cataluña sabe lo que es y lo que quiere ser. España, no; ni lo que es, ni lo que quiere ser, y la mejor prueba es esta incapacidad para entender a Cataluña que raya en lo patológico. Ha sido necesario que las cosas se pudrieran durante años hasta llegar a la confrontación actual para que los socialistas empiecen a preocuparse y presenten un plan irrisorio de una comisión constitucional de reconsideración del lugar de Cataluña a sabiendas de que, con la correlación actual y previsible de fuerzas, eso es imposible. Por no hablar de ese federalismo apolillado en el que no cree nadie; ni ellos. La propuesta no solo muestra una probable mala fe de tratar de engañar a los catalanes con un señuelo parlamentario, sino que oculta algo peor: el intento de ignorar que la rebelión catalana rechaza la legitimidad del orden constitucional y que, por lo tanto, la propuesta carece de sentido dentro del sistema actual; que es una repetición del "café para todos" 40 años después.

Otra cosa sería si, entendiendo que Cataluña no es España, se propusiera una vía de negociación bilateral entre ambas que incluyera un referéndum de autodeterminación pactado. Pero, en el caso del PSOE, eso es imposible porque comparte con la derecha el nacionalismo español que le hace negarse en redondo al referéndum por una cuestión de acartonados principios borgoñones con el argumento, típicamente orgánico de todo el pensamiento reaccionario, de que la parte no puede separarse del todo, el brazo del cuerpo, la rama del árbol. Y no es esta la única bobada que comporte con el PP. También coincide en sus falacias sobre la legalidad, la Constitución, la estabilidad, la Monarquía y, en gran medida, la colonización del Estado por la Iglesia, etc, y por supuesto, el recurso a la represión y la violencia si se considera preciso, con la única salvedad de que, al tiempo que se reduce a los catalanes por la fuerza, no se deje de llamarlos al diálogo. 

Diálogo como el que ofrecía Sáenz de Santamaría mientras preparaba la guerra sucia contra la Generalitat, los procesamientos de Mas, Rigau, Ortega, Homs etc por medio de sus alguaciles en el Tribunal Constitucional, y una batería de denuncias y amenazas que, en el momento de escribir estas líneas, alcanzan ya a los particulares que desobedezcan al Tribunal Constitucional y eso sin apoyatura jurídica alguna, simplemente por un capricho de esta señora. Teniendo en cuenta que la Generalitat ya cuenta con 50.000 voluntarios para el referéndum, calcúlese el hercúleo esfuerzo represivo que habrá de realizar este gobierno de incompetentes para todo lo que no sea expoliar el erario. 

Eso es lo que el PSOE directa y abiertamiente y Podemos de forma ambigua, esquinada e hipócrita están respaldando: la actividad arbitraria de la administración con el apoyo de unos jueces sumisos y la tiranía como forma de gobierno frente a un problema que son incapaces de resolver. Y, de paso, la condonación de la guerra sucia, la organización de policías políticas, el empleo de la fuerza pública con intenciones intimidatorias, la compra y manipulación de los medios, las amenazas y campañas contra la Generalitat. 

Y no solo eso. Quienes no solamente no denuncian las sistemáticas violaciones de la legalidad y el Estado de derecho, sino que las apoyan, también están siendo cómplices de la corrrupción generalizada de un gobierno sostenido por un partido que es una asociación para delinquir. 

Y todo ello porque estos nacionalistas españoles, de derechas, de centro o de izquierdas son incapaces de entender qué está pasando en Cataluña, una sociedad dinámica y abierta empeñada en librarse de la rémora de un Estado que, tras un breve lapso de una democracia mediocre, vuelve por los fueros de los gobiernos de ladrones, meapilas, franquistas y corruptos que han destruido el país. Literalmente.

Frente a ello, el movimiento independentista que mañana, en la Diada, hará una demostración de fuerza y unidad que conquistará todos los medios del mundo, sigue adelante de modo pacífico y democrático como una "revolución de las sonrisas". De las sonrisas y con sentido del humor. El ridículo episodio vivido ayer por la Guardia Civil registrando una revista como un episodio del Cu Cut de hace más de cien años en busca de papeletas de votación, fue apoteósico y aun alcanzó grados superiores cuando, mientras las gentes regalaban claveles a unos hoscos guardias civiles, estos confiscaban una caja... vacía y el consejero Turull avisaba de que no hacían falta papeletas, pues todos podrán traer impresas de casa.

No, amigos, no entendéis nada y, después del 1º de octubre, si el sí es mayoritario, tendréis que tragar una república catalana libre, mucho mejor y más próspera que la España que deja atrás.

Hoy, Palinuro en el Fossar de les Moreres

Hoy, víspera de la Diada del Sí, participaré en un mitin de ERC en el Fossar de les Moreres a media noche. No hace falta decir nada más. Imposible entrar con mejor pie en un once de septiembre que será histórico. Comparto cartel con Marina Gassol, Marta Rovira y Alfred Bosch. Gente espléndida, en la que cabe confiar. Gente republicana. 

Es un privilegio estar presente en el arranque de la República catalana, cuyo preanuncio será la Diada de este año, más poderosa que nunca, y cuya acta de nacimiento se firmará el próximo 1º de octubre. Será cuando los catalanes, pese a todas las amenazas, chantajes, maldiciones, trampas, agresiones y violencias, del nacionalismo español más franquista y el algo menos virulento pero igualmente contrario de la llamada "izquierda" socialdemocrata y diz que revolucionaria, voten democrática y pacíficamente por su emancipación como pueblo. Y de ahí saldrá un Estado nuevo en Europa.

Ens veiem al Fossar.

Donec Perficiam.

dissabte, 9 de setembre del 2017

La vergüenza de España

En el Canadá y en el Reino Unido puedes hacer un referéndum de autodeterminación sin que todas las fuerzas de la tierra y del cielo vayan contra ti. Como se te ocurra hacerlo en España, puedes acabar en la cárcel... de momento.

A ella te habrá llevado un gobierno presidido por un presunto cobrador de sobresueldos en negro, repleto de ministros reprobados, directa o indirectamente relacionados con la corrupción de la Gürtel, apoyado por un partido con casi mil imputados en procesos penales básicamente por ladrones, fundado por un ministro falangista del dictador Franco, Manuel Fraga Iribarne y dirigido por el discípulo tonto de otro ex-ministro franquista y ultraderechista aristocratizante, Gonzalo Fernández de la Mora. Un gobierno y un partido corruptos hasta los goznes.

Dicho lo anterior, ¿qué más cabe añadir?

Sí, algo más: la "oposición" socialista apoya sin fisuras este gobierno franquista. Además de coincidir básicamente con el ideario nacionalcatólico de la impresentable derecha cerril, la coincidencia se hace hermandad de armas cuando se trata de machacar a los catalanes y sofocar como sea que en Cataluña pueda la gente decidir libremente su destino, como desea el 75 por ciento de la población, o sea aproximadamente cuatro millones y medio de ciudadanos.

¿Cómo se puede decir que se es socialista e impedir que cuatro millones y medio de personas puedan votar? Sencillamente: aceptando las tergiversaciones y falacias de esta corrupta derecha franquista en el gobierno que oscilan desde las majaderías del Sobresueldos sobre la "mayoría silenciosa" a los increíbles apotegmas de la vicepresidenta cuando dice que "Puigdemont quiere un referéndum en lugar de escuchar a los catalanes". Difícil imaginar una estupidez mayor, como si los referéndums no se hicieran precisamente para escuchar a la gente.

Y no solo los socialistas se han puesto incondicionalmente a las órdenes de estos franquistas y sus sofismas sobre la legalidad sino también, aunque de modo más sinuoso y ambiguo, los de Podemos que quieren un referéndum pero no quieren un referéndum y lo invocan mientras lo boicotean, en el estilo de su amiga la oportunista Ada Colau.

Nadie sabe qué pueda pasar pero ya hay muchas cosas claras. Los franquistas están en la restauración de la dictadura y acabarán volviendo a criminalizar las ideas. Con los jueces a su incondicional servicio, los medios de comunicación todos vomitando insultos al unísono y los fiscales pidiendo que se cierre internet, vaya papel que está haciendo la izquierda, al servicio de la derecha.

Qué vergüenza de país.

Catalanes y vascos

Ahora que llevo toda la semana, en los exámenes de la UNED en Bergara, País Vasco, zona de profundo sentimiento abertzale, se me ha ocurrido hacer algunas comparaciones entre las dos (tres, contando Navarra) comunidades autónomas con mas tensión independentista.

A pesar de la furia asesina de ETA en el pasado, el independentismo vasco no asusta gran cosa a la oligarquía española (incluida la vasca) porque las magnitudes no le parecen preocupantes. Con una población en torno al 7% (entre Euskadi y Navarra) del total español y un PIB de 65.000 millones (PV), quinto puesto en la clasificación del Estado y 18.246 millones (Navarra), puesto 14, de marcharse ambas, las cifras no producirían mucho descalabro. Además esa eventualidad está ya descontada pues el cupo vasco y el concierto navarro -que hacen a estos territorios fiscalmente soberanos de hecho- apenas reportan nada al conjunto del Estado, pero sí permiten que tengan los niveles de vida más altos en casi todos los órdenes.

En cambio, Cataluña es muy otra cosa. Con el 16 % de la población del Estado y un PIB de 204.660 millones de Euros, es la primera economía del país. Además, ese PIB, con el que se financia a sí misma y también en gran medida a otras partes de España, supone aproximadamente 21 por ciento del estatal. De irse, la economía española perdería mucho. Sin duda, gran parte del griterío ultrapatriótico español, de los rugidos de los fachas, los balbuceos de Rajoy y los crispados dislates de Sáez de Santamaría reflejan el terror a perder ese momio. Sobre todo ahora que el ministro Montoro, tan parecido a Nosferatu, ya reconoce que el déficit fiscal de Cataluña es de 10.000 millones de euros, cuando hasta hace poco los gobernantes lo negaban y aún lo niegan, siendo así que, probablemente, esa cifra también sea falsa y el déficit se acerque en realidad a los 15.000 millones.

Esos datos demográficos y económicos condicionan sobremanera la evolución política de ambas comunidades y explican que, aunque el independentismo vasco ha sido violento y también articulado en tiempos de Ibarretxe, el que el Estado teme de verdad es el catalán. Dicho en plata, si se otorgara a Cataluña el sistema del cupo vasco, probablemente el país no aguantaría. Se explica igualmente la peregrina y ambigua relación de ambos territorios con España. Hasta hace poco, los partidos mayoritarios (PNV y CiU) llegaban a acuerdos con el gobierno central y completaban mayorías parlamentarias a cambio de concesiones en materia de competencias y financiación. Desde comienzos del siglo XXI (más o menos) la situación ha comenzado a variar y si el nacionalismo vasco todavía llega a acuerdos con el español (el PNV ha votado a favor de unos presupuestos infumables del PP), los indepes catalanes, no. Los caminos se separan o ahora se hace evidente que siempre estuvieron separados. A los vascos les va bien en España gracias al cupo/concierto; a los catalanes, no. Muchos de estos siguen creyendo que tienen un aliado en el nacionalismo vasco, unos por inercia y costumbre y otros porque saben que, aunque no sea verdad, no les interesa abrir nuevos frentes. Pero no es así.

Los frentes están abiertos. La burguesía vasca no solo no es independentista, sino que tiene ramalazos muy españolistas. Quizá la burguesía catalana también lo fuera pero por razones que sería prolijo examinar aquí, se ha hecho independentista. Y ahora es cuando descubre que, en el fondo, no había tal alianza. El nacionalismo vasco amenaza con la independencia pero, 1º) la amenaza es poco creíble; 2ª) no es enteramente sincera y, en el fondo, no especialmente interesado en apoyar el independentismo catalán. ¿La razón? Es obvia. Cuando Rajoy dice que todos los españoles son iguales ante la ley, como siempre, miente. Fiscalmente hablando, vascos y navarros no son iguales a los demás, sino que tienen regímenes privilegiados.

Y eso explica muchas cosas.

divendres, 8 de setembre del 2017

Santiago y cierra España

Era preciso hacer algo para tranquilizar a la parroquia, muy nerviosa con las noticias de Cataluña. No bastaba con la crispada y desencajada reacción de la vicepresidenta del gobierno que salió calificando de patada a la democracia la aprobación de la Ley del referéndum. Al contrario, el ridículo de Sáenz de Santamaría fuera de sí tenía que compensarse con algo que eliminara la impresión de que el Estado está en manos de auténticos orates.

Así que el gobierno decidió compensar un ridículo con otro: puso a Rajoy a hablar. Faltando a su costumbre de no dar jamás explicaciones por nada, el de los sobresueldos, se decidió a informar en su inimitable estilo al término del consejo de ministros extraordinario. Sentó previamente a todos los ministros en primera fila, como doctrinos, convocó a los medios y les espetó la habitual monserga llena de falsedades y topicazos. Había condescendido a dar cuenta de lo que piensa hacer y no iba a tolerar que nadie pusiera nada en cuestión. El núcleo de su discurso fue una enumeración de los recursos mediante los cuales pretende que el Tribunal Constitucional le saque las castañas del fuego de su propia incompetencia,  y un ataque al bloque independentista y al govern de la Generalitat a los que acusa de "autoritarios" y de ir en contra de la democracia. Sin admitir preguntas, sin observaciones, democráticamente. 

Por supuesto todo ello adobado con las consabidas falacias sobre el respeto a la legalidad y la necesidad de atenerse a los procedimientos de reforma previstos. Es inútil repetir aqui que su concepto de legalidad es tramposo y que los procedimientos de reforma están cegados para quien no pertenezca a uno de los dos partidos dinásticos. Es un modo de actuación, este sí, típicamente autoritario y de raíz franquista: el gobernante se limita a reiterar su criterio sin atendender a ningún matiz, crítica o relativización, sin escuchar nada porque para eso dispone de la fuerza coercitiva del Estado, para acallar la discrepancia si, a pesar de todo, esta se manifiesta.

De hacer algún tipo de recapitulación, de meditar sobre las causas que han llevado a esta situación en que el presidente y la vicepresidenta del gobierno salen amenazando a los ciudadanos, ni flores. Sin embargo, está claro que, si hemos llegado hasta aquí se debe en gran parte a la irresponsabilidad política del que ahora se ofrece como garante de la estabilidad con el apoyo entusiasta de los medios nacional-españoles como El País, que salía con un editorial digno del ABC o La Razón, titulado La dignidad de Cataluña. Es un sarcasmo que este título plagie el que en 2010 publicaron muchos medios catalanes (La dignidad de Catalunya) en defensa del Estatut, a punto de ser dinamitado por la sentencia del Tribunal Constitucional de aquel años.

Esta especie de burla es paralela al hecho de que sea precisamente quien más ha hecho por dinamitar el entendimiento entre Cataluña y España quien dice buscar una solución al conflicto. Porque, como sabe todo el mundo, el independentismo catalán ha subido del 25/30 por ciento de la población hasta el 50 por ciento gracias a la demagogia de Rajoy recogiendo firmas contra el Estatuto en 2006 y recurriéndolo ante el TC y todo para hacer juego sucio contra el Gobierno de Zapatero. El Sobresueldos ha destrozado el sistema del 78 para satisfacer sus ansias de poder. Y llegado a él, siguió con la política anticatalana, perfectamente condensada en el propósito más insultante y estúpido de "españolizar a los niños catalanes" del ex-ministro Wert. 

Los  que fueron contra el Estatuto son los que ahora dicen protegerlo. Por la misma razón por la que los franquistas que se abstuvieron en la votación sobre la CE 78 o votaron en contra son los que se erigen hoy en sus defensores y la usan como baluarte contra las aspiraciones democráticas de la gente.

En cumplimiento de su triste sino de ser seguidor de la derecha, el PSOE reitera su apoyo incondicional a los franquistas del gobierno, dando por bueno su simulacro de democracia. Esto lo legitima, al parecer, para no tomarse el trabajo de buscar un entendimiento en Cataluña sustituido por una etérea llamada a un diálogo que no se ha producido nunca, no se produce ahora y no se producirá jamás por cuanto el nacionalismo español solo entiende una forma de relación de Cataluña con España, la de la sumisión y el silencio ante los abusos.

Es un espectáculo patético el del nacionalismo español dando palos de ciego, superado en todo momento por la Generalitat. Ayer el Parlament aprobó la Ley de Transitoriedad para el caso de que gane el "sí" en el referéndum, cumpliendo así la promesa de Puigdemont de "ir de la ley a la ley", impertérrito el bloque del sí ante las amenazas de las autoridades españolas que no pueden hacer otra cosa que eso, amenazar.

Al propio tiempo, el Parlament pedía investigar judicialmente a Rajoy, Santamaría y Fernández Díaz por los delitos que hubieren podido cometer en la "operación Cataluña". 

Unos presuntos delincuentes encargados de aplicar ley en España.

dijous, 7 de setembre del 2017

"¿Es una algarabía? No, Sire, es una revolución"

El País no anda bien de chispa periodística. Quizá le parezca exagerada la similitud con la famosa información del duque de La Rochefoucauld a Luis XVI, aunque es pertinente. Pero podría haber hecho un juego más de casa, componiendo una portada con el títular: "Golpe del Parlament. El País, con la Constitución". Al fin y al cabo, es el espíritu del titular real: "Los separatistas imponen...".

Claro que es una revolución. Encabezada por el Parlament, cual suele suceder. Y con un pueblo detrás, el que lo ha elegido y le ha mandatado. Los parlamentos se mueven a golpe de gestos simbólicos, hoy magnificados por los medios. La imagen de la jornada es la aprobación de la Ley del referéndum, la que echa a andar el proceso para que los catalanes y catalanas decidan si quieren constituirse en República independiente o seguir como están.

El referéndum no es la independencia. El referéndum es una pregunta, no es una respuesta. No haber entendido algo tan sencillo puede costar a los nacionalistas españoles quedarse sin país. Porque si imponer lo que en otras partes del mundo civilizado se hace negociando sin problema cuesta tanta tensión, tanto conflicto, tanta confrontación, la mayoría acabará concluyendo que, en efecto, lo mejor es romper cuanto antes porque esto no tiene arreglo.

Sí,  es una revolución. La revolución de la República catalana. Los dos partidos dinásticos, cerrados en banda a la posibilidad y la excrecencia de Ciudadanos, también, pues el enfrentamiento con el independentismo venía de cuna, de cuando Rivera se fotografiaba in puribus. Pero ¿y Podemos? Es sarcástico que quienes venían cabalgando a lomos de la revolución no la hayan visto pasar a su vera hasta que han comprobado que ellos cabalgaban en un Clavileño.

¿Por qué no entendió el nacionalismo español la diferencia entre referéndum e independencia? Aparte de por pura incapacidad o por la consabida tirria hispana al pragmatismo porque, en el fondo, no es democrático ni cree en el principio democrático sino que se aferra de modo fetichista al principio de legalidad. Ese enunciado que comparten PP y PSOE frente a Cataluña de que sin ley no hay democracia es una tontería. Sin ley no hay democracia. Y con ley, tampoco. Las Leyes de Nürnberg eran leyes y el régimen, una tiranía. Todo depende de la ley y de la democracia.

Solo la ignorancia de aquella diferencia y también del sentido vivo de democracia explica un exabrupto como el de la vicepresidenta del gobierno: hoy hemos vivido una patada a la democracia en el Parlament. Quiere decir puntapié seguramente. El Parlament propinando una "patada" a la democracia. ¿A qué democracia?

"Sí", responden quienes de buena fe en la izquierda se oponen al independentismo "la democracia del PP no es democracia (forma elegante de sintetizar años de saqueos, estafas, ilegalidades, gürteles, Lezos, Bárcenas, leyes mordaza, etc) pero lo suyo no es saltarse la ley, sino reformarla". Quienes dicen esto saben (o debieran saber) que la minoría catalana jamás será mayoría en España, jamás podra reformar las leyes y deberá someterse siempre a la tiranía de la mayoría.

"Bueno", dicen otros seguramente también de buena fe, "en todo caso, no hay que tirar el niño con el agua sucia ni confundir el gobierno del PP (corrupto y profundamente antidemocrático) con el Estado. Alguna vez cambiará el gobierno, regirá la izquierda y el Estado español cambiará".

Eso es falso. Lo niega la experiencia histórica y lo niega la propia concepción de España de la izquierda que, en lo sustancial, es la de la derecha. Véase si no:

La transición fue un proceso hoy muy cuestionado pero que, en todo caso, traía unos compromisos implícitos de carácter incluso lógico. El más evidente era que el franquismo se había acabado y nadie lo resucitaría. Justo lo que la derecha se ha puesto siempre a hacer al llegar al poder y, a partir de su arrollador triunfo electoral de 2011, a marchas forzadas: restaurar el franquismo. De modo vergonzante porque solo los más tontos de ellos se siguen declarando franquistas, pero efectivo. Apenas llegados a La Moncloa en 2011 suprimieron de un plumazo el pluralismo en RTVE, devolvieron la enseñanza a la Iglesia, pretendieron suprimir el aborto, reformaron la justicia para encarecerla y privar de ella a los más necesitados, destruyeron el régimen jurídico laboral, desmantelaron la sanidad pública, promulgaron una ley Mordaza, saquearon el fondo de pensiones y se dedicaron a enriquecerse ilegalmente, ellos y su partido, a cuenta de los contribuyentes que, en España son las clases medias y bajas.

No hay garantía alguna de que esto no vuelva a suceder (de hecho sigue sucediendo hoy día; la Ley Mordaza sigue en vigor y se sigue multando a la gente a capricho de los agentes de la policía), sobre todo por la coincidencia de fondo que hay entre la izquierda y la derecha. La perpetuación del franquismo en todos los órdenes se mantuvo incólume durante los veinte años de gobiernos socialistas (Valle de los Caídos, Fundación Francisco Franco, callejero, honores, símbolos) y solo en tiempos de Zapatero se aprobó una menguada Ley de la Memoria histórica que los franquistas del PP han tirado a la basura.

En realidad, desde que el PP llegó al poder en 2011, en el PSOE había clara conciencia de que estaba desmantelando los pactos implícitos de la transición. En alguna ocasión lo mencionó Rubalcaba. Y era obvio. Como obvio era que se trataba de volver al franquismo sin Franco. Basta con ver el panorama de los medios de comunicación. 

Pero no se hizo nada. En cuatro años de mayoría absoluta de un PP echado al monte no hubo ni una moción de censura, nada digno de considerarse oposición. Al contrario: refugiado el PSOE de Rubalcaba en su política de "pactos de Estado" (que fueron tan dañinos a la izquierda como los "pactos de familia" para España), se complotó una Ley de Seguridad Nacional que se aprobó ya en tiempos de Sánchez y que, según se dijo entonces, no era "contra los catalanes". Esa misma a la que hoy se quiere recurrir contra los catalanes.

No, el Estado español no cambiará nunca. Salvo mediante una revolución.

La catalana.

Si no hay RUI habrá DUI

Mi artículo en elMón.cat de hoy. Esta vez no haré un resumen de su contenido. Prefiero comentar unas reacciones de los últimos días. A medida que nos acercamos al punto de choque, voy ganándome más reciminaciones, advertencias y amenazas por mi relación con Cataluña. Es curioso. Hace años que vengo advirtiendo de que el único problema real del Estado español era el catalán. Nadie hacía caso y todos lo ignoraban con la típica inconsciencia española. Repásense las hemerotecas de hace seis, ocho, diez años: ni palabra de Cataluña. Quienes insistíamos en la importancia del asunto éramos unos pirados.- En la etapa intermedia, hará dos años o así, los analistas, políticos, responsables comenzaron a barruntar que algo podía estar pasando; pero nada serio, una "algarabía" decía el franquista arrogante y estúpido que tenemos en La Moncloa y, ciertamente, quienes avisábamos éramos unos pesados cuando no unos resentidos que lo que queríamos era que se hablara de nosotros. Hoy, cuando Cataluña prácticamente ya se ha marchado (y ha hecho muy bien porque a nadie se le puede obligar a aguantar la ignorancia, el abuso, el mal trato, etc) todos se rasgan las vestiduras. Los franquistas del gobierno, histéricos, hablan de defender la democracia. Ellos, que llevan seis años oprimiendo, robando, mintiendo al país entero y no solo a los catalanes. La oposición, como siempre acobardada, cierra filas con un gobierno de corruptos y delincuentes, de franquistas, centralistas y clericales antes que buscar un entendimiento con los indepes catalanes. Y, por supuesto, a quienes defendemos los derechos de estos por encima de nuestra propia conveniencia, nos llaman de todo, desde tontos útiles a traidores y nos amenazan en las redes. Y lo menos que nos pasa es que perdemos un buen puñado de "amigos", de esos que lo son mientras coincidas con sus opiniones y solo en ese caso. Si discrepas, pierdes la amistad. Lo cual da una idea ajustada del peso que esta tenía en el alma de los tales amigos.

Pequeño repaso. Por defender lo que creo justo en cada momento llevo perdiendo "amigos" toda mi vida. Citaré unos cuantos casos, ciñéndome solo a la transición o época postfranquista. En el franquismo todavía fue peor:

Cuando defendí la permanencia en la OTAN, perdí un montón de "amigos"
Cuando pedí la dimisión de Guerra por la corrupción de su hermano, perdí "amigos"
Cuando defendí al PSOE contra la pinza PP-IU y el "sindicato del crimen", perdí más "amigos".
Cuando denuncié los GAL y pedí que se procesara a los responsables seguí perdiendo "amigos"
Cuando apoyé el nacimiento de Podemos perdí montones de "amigos"
Cuando ataqué el colaboracionismo del PSOE con el PP entre 2012 y 2016 perdí más "amigos"
Cuando denuncié el narcisismo, oportunismo y neocomunismo de Podemos volví a perder "amigos"
Cuando defendí a Sánchez frente a la caudilla Diaz y sus padrinos seguí perdiendo "amigos"
Cuando me pronuncié a favor del derecho de autodeterminación de los catalanes perdí "amigos"
Cuando ataco la claudicación de Sánchez ante la derecha nacionalcatólica sigo perdiendo "amigos"

Me he quedado sin "amigos", pero estoy conforme conmigo mismo por seguir un comportamiento que solo rinde cuentas a mi conciencia y no a consignas de partido, dogmas ideologicos o criterios de tribu.

Tenía que decirlo.

Aquí la versión castellana del artículo:

Tomando posiciones

Con el plazo final a la vista en la hoja del calendario, las partes del conflicto más grave que ha vivido el régimen político de la tercera restauración ultiman sus preparativos para el archicitado choque de trenes. La Generalitat tiene pleno del Parlament el viernes para presentar los proyectos de ley de desconexión a algo más de 48 horas de la Diada.

El gobierno está sobre aviso permanente para impugnar dichas normas ante el Tribunal Constitucional apenas se hayan aprobado. Al propio tiempo tiene a sus miembros profiriendo amenazas más o menos veladas en sus momentos libres entre comparecencias parlamentarias o procesalees, a las cloacas de Interior trabajando a pleno rendimiento y su frente mediático disparando a todo lo que se mueve.

También ha cumplido su amenaza de movilizar a su brazo contable, el Tribunal de Cuentas, para proceder confiscatoriamente contra el patrimonio personal de los imputados por desobediencia, Mas, Rigau, Ortega, Homs y otros sin imputar. Esta práctica represiva es especialmente repugnante porque extiende el castigo por la supuesta falta a los descendientes del autor. Y aun lo es más si se tiene en cuenta que procede de un órgano al que el PP ha estado presentando cuentas falsas durante doce años sin consecuencia punitiva alguna; un órgano compuesto por gentes del PP, militantes y excargos políticos, o afines a él; un órgano plagado de enchufados de los magistrados que actúan en una especie de red de influencias familiares; un órgano que no ha detectado ni fiscalizado ninguno de los infinitos latrocinios cometidos por la trama Gürtel y las anejas.

La oposición corre en auxilio del gobierno, como siempre sucede cuando se trata de Cataluña, y forma con él una especie de unidad de salvación nacional. Ambos partidos dinásticos emplean las mismas o parecidas expresiones. Sánchez llama a los ciudadanos españoles a que no voten en el “simulacro” de referéndum y eso apenas una semana después de haber almorzado con Puigdemont. Un brindis por las nuevas vías de diálogo que abre el nuevo PSOE.

La “auténtica” izquierda de Podemos anda mareando la perdiz. Sin duda los de Podem, de Dante Fachín, apoyan el referéndum así como un “sí” crítico. Pero la versión castellana –o vallecana- de los morados, a través de su líder, Iglesias, ha convocado un acto separado de la Diada en colaboración con los comunes de Colau y Domènech. Un acto con un inconfundible aroma lerrouxista, pues se hace en nombre de la “soberanía” de Cataluña. “Soberanía”, obviamente, no es sinónimo de independencia. Es la potencia de la que deriva el acto, como diría Aristóteles, pero no es el acto mismo. El caso es crear confusión.

Entre todos estos preparativos de zafarrancho de combate, el momento culminante será la próxima Diada. Por lo que sabemos, seguramente habrá una asistencia notablemente superior a las de los años anteriores. Tal cosa tendrá una lectura obligada, sobre todo si, como es de esperar, el aumento de asistencia sigue dándose en un clima abierto, democrático y pacífico porque es el binomio de la movilización social y su carácter no violento lo que confiere su fuerza al movimiento independentista.

Los resultados de la Diada probablemente serán incontestables y permitirán prever una alta participación en el referéndum del 1º de octubre. Este será, seguramente, el caballo de batalla de quienes intenten cuestionar los resultados pasada la votación. Ello debiera ser irrelevante pues ese criterio solo podría emplearse razonablemente si hubiera habido un acuerdo previo respecto al índice de participación. Al no haberlo, los datos de participación que resulten habrán de medirse en proporción al tipo de consulta de que se trata. Por regla general, el rango de participación en las consultas referendarias es inferior al de las elecciones legislativas ordinarias. Y así deberá procederse en este caso, por lo cual, sería válida una mayoría con un índice de participación inferior a un 50 por ciento.

Se da aquí por supuesto que, con una alta movilización en la Diada, el referéndum se celebrará. Se hará como prueba manifiesta de una intensa voluntad independentista a la que ayudará mucho el recurso del Estado a medios inmorales y de guerra sucia. La movilización de la Diada servirá al Estado para comprobar cuántos recursos habrá de destinar a su objetivo de sofocar el referéndum. Sobre todo si quiere hacerlo de acuerdo con el principio de proporcionalidad reiteradamente enunciado por Rajoy. Por lo general se entiende que esta proporcionalidad trata de ajustar a la baja la respuesta del Estado a los efectos de no sobredimensionar su actuación. Pero en este caso, lo más probable es que el Estado haya de ajustar su respuesta al alza, al enfrentarse a un movimiento de masas tan amplio que requiera el despliegue de unos cuerpos de seguridad y mecanismos de represión que el Estado no posee.

Si, a pesar de todo el Estado consiguiera impedir la celebración del referéndum por la violencia, hay pocas dudas de que el Parlamento haría una declaración unilateral de independencia.

dimecres, 6 de setembre del 2017

Sánchez y el Frente Nacional

La foto de El Plural no es del todo justa pues parece como si los cuatro políticos estuvieran aliados frente al "órdago" catalán y no es cierto. Como se reconoce en el título, los del Frente Nacional (FN) son tres. Iglesias no está en él. Tampoco se encuentra muy lejos porque ha puesto en marcha una táctica lerrouxista para dividir al independentismo jugando a la ambigüedad y la mistificación de Colau y los suyos que es, probablemente, tan turbia e inútil como la del FN. Pero no está en él, es de justicia reconocerlo.

El FN está formado por Rajoy, Rivera con el reciente añadido de Sánchez de quien algunos habían esperado alguna aportación original, nueva, audaz y no esta claudicación ante la intransigencia y la agresividad del nacionalismo español más antiguo y casposo. Una pena: pudo ser quien desbloqueara la situación y se hiciera un nombre aportando una solución al problema más grave de España desde 1939, y ha resultado la comparsa del sempiterno centralismo oligárquico y anticatalán.  Pudo haber pasado a la historia y se ha quedado en historieta. Su propuesta de una comisión parlamentaria sobre Cataluña sin los catalanes tiene el mismo valor que el federalismo Pérez Rubalcaba: un intento de tomadura de pelo a todo el mundo que no merece mayor atención. Y prueba de ello es que ya se ha sumado el PP de los sobresueldos y dentro de nada, lo hará su chico de los recados,  Rivera.

Con esta decisión el PSOE respalda a Rajoy y al partido más corrupto de la historia de España, la presunta asociación de delincuentes. Demuestra así que la unidad de España de la derecha (la misma que la del PSOE y, en el fondo, de toda la izquierda española) está por encima de la decencia, la verdad y el respeto a los derechos ajenos. Cosa muy normal. El presidente del Tribunal Supremo, otro devoto ultraconservador, también acaba de decir que la indisoluble unidad de España es superior al Estado de derecho. Doctrina que pone la justicia y su paladio, el Poder Judicial, al servicio del príncipe. Cree el buen hombre que podrá sustituir a los militares en su tradicional función represiva, ahora que ya no sirven, y no sabe que tampoco lo conseguirá.

El presidente de este corrupto gobierno (al que Sánchez se había comprometido a echar como primera providencia) es el mismo que dinamitó la convivencia en España recabando firmas contra los catalanes en 2006 y recurriendo el Estatuto de ese año ante el Tribunal Constitucional que, obediente a la voz del amo, lo destrozó en 2010 con una sentencia vergonzosa. En su estúpida inconsciencia Rajoy lo hizo para atacar al gobierno socialista. Esto es, destruyó la posibilidad de entendimiento España-Cataluña por sus miserables ambiciones de poder.

Al prestar ahora su apoyo a este individuo, Sánchez pecha con la humillación de condonar el juego sucio e irresponsable que se hizo contra su compañero de partido, Rodríguez Zapatero. Claro que este tampoco tenía mayor altura de miras pues, tras prometer que aceptaría el estatuto que saliera del Parlamento, permitió (si es que no apoyó directamente) que Alfonso Guerra lo vaciara de contenido anunciándolo así una de las comparecencias más chabacanas de la historia del parlamentarismo.

Contra los indepes catalanes vale todo en el nacionalismo español. Hasta el empleo de ese Tribunal de Cuentas, absolutamente desprestigiado, poblado de amigos, parientes, enchufados y correligionarios del PP. Este órgano ha amparado la financiación ilegal de su partido durante 12 años y ahora pretende confiscar el patrimonio de los responsables de la consulta del 9N en una actividad represivas repugnantes pues la confiscación del patrimonio de una persona no solo la arruina a ella sino también a sus descendientes.

Eso es lo que el PSOE de Pedro Sánchez está apoyando. La continuación del franquismo con los mismos medios de la represión, la tiranía y el robo. Y no solo eso. Al aceptar la mentira del PP de que el referéndum es ilegal, también está apoyando el resto de la corrupción sistemática de este partido, como la guerra sucia desde el ministerio del Interior (al fin y al cabo, también el PSOE organizó los GAL en su tiempo) y el control férreo de los medios de comunicación, puestos en manos de auténticos energúmenos como ese sujeto que han contratado en la TV pública para cobrar de nuestro dinero por insultar a quienes no votan al partido que le paga.

Esta lamentable actitud, probablemente influida por los elementos más reaccionarios del PSOE (González, Rubalcaba, Zapatero, Bono) así como por sus propias convicciones españolistas y su falta de categoría y audacia lo ha llevado a extremar su servilismo al extremo de pedir a los catalanes que no voten en lo que llama el simulacro de referéndum. Pobre hombre. No ha entendido la naturaleza de la cuestión y está haciendo el trabajo a un gobierno que no tiene ninguna posibilidad de evitar que los catalanes voten y, gracias a su obcecación, que voten "sí" hasta los que iban a votar "no".

Nunca ha estado tan claro y patente cómo una causa se pierde por la incompetencia, la falta de luces, la prepotencia y el autoritarismo de un gobierno que no sabe ni en dónde está. Como tampoco lo sabe la oposición, incapaz de ver que ha sacrificado las posibilidades de un partido de la izquierda histórica ante un gobierno que carece de toda autoridad, prestigio y crédito por ser el órgano de una presunta banda de malhechorees. Un gobierno impotente para imponer su criterio, que solo cuenta con unos medios de comunicación comprados y unos periodistas mercenarios a los que nadie hace caso, así como unos jueces sumisos al poder político que la opinión desprecia.

Cuando el próximo 11 de septiembre se manifiesten millones en Barcelona en la Diada y el 1º de octubre voten en el referéndum y gane el "sí" de modo plastante, todas estas fuerzas del pasado, empezando por el PSOE irán a parar al basurero de la historia. No a otro sitio. Al basurero. Es muy de apreciar esa idea de los indepes de que la separación de Cataluña contribuirá a que España cambie, pero es pura ilusión. España solo puede cambiar de tamaño, ingenio que he encontrado en twitter..

Los nacionalistas españoles tampoco podrán recurrir a su habitual ultima ratio, el ejército. No porque a este le falten ganas. Los cuarteles de España bullen de indignación patriótica y llamadas a la intervención militar. Pero, recuérdese, los militares casi nunca actúan por su cuenta, sino instigados, amparados y financiados por los bancos, las empresas, los consorcios. El ejército es el brazo armado del capital. Franco no se sublevó por su cuent,a sino que encabezó una rebelión urdida y financiada desde mucho antes por la oligarquía española (y vasca y catalana) pero, al día de hoy, en la Unión Europea, lo último que quieren estas clases en España es la intervención y represión militares.

Es, pues, la misma oligarquía, la que impondrá una solución basada en una independencia a más o menos corto plazo de Cataluña.

Esa solución será la tumba del PSOE como partido y de Sánchez como político.

dimarts, 5 de setembre del 2017

Qué manera tan absurda de suicidarse

El PSOE ya ha aclarado que no presentará una moción de censura (MC). La aritmética parlamentaria, sostiene, no lo permite ya que sería preciso sumar los votos indepes, algo inaceptable para los socialistas. Se insiste, en cambio, en pedir la dimisión de Rajoy. Pero eso es como querer que el círculo tenga la gentileza de cuadrarse. Algo imposible. Este hombre solo dimitirá cuando un tribunal de justicia lo condene. Mientras tanto muestra su fortaleza retando a quienes le piden la dimisión a que presenten una nueva MC, justo lo que estos no pueden hacer porque no quiere el PSOE. 

El presidente de los sobresueldos y la corrupción galopante se siente seguro, no por su propia fuerza, sino por la debilidad de su contrario. Sabe que el PSOE no se aliará con los indepes porque, a su juicio, y al de la mayoría del partido (incluido seguramente su SG) y de los analistas esa alianza sería fatal para las expectativas electorales socialistas y dejaría  expedito paso al discurso patriótico del PP. Con la bandera de la unidad nacional, la derecha taparía su desastrosa gestión económica, su corrupción y su fabulosa incompetencia y arrasaría en las elecciones. 

Lo anterior es un supuesto. No puede saberse si correcto a no porque no se ha probado en la práctica. ¿Y si no fuera así? ¿Y si el electorado apoyara una política nueva de entendimiento con los catalanes mediante la convocatoria de un referéndum pactado? Todo cambiaría. El problema es que eso también sería inaceptable para el PSOE y no solo por el asunto de Cataluña sino por el más recóndito de la República, algo en lo que la ambigüedad de los socialistas es patente.

Precisamente para que nada cambie, el PSOE pasó de "no" al "sí". Y en el "sí" se ha mantenido incurriendo en la contradicción de apoyar como defensor del Estado (es de suponer que mediante la legalidad) a aquel a quien se quiere hacer dimitir por la corrupción. Resolver esta contradicción llevará los años que resten de legislatura. Es decir, al final, por las vacilaciones y la falta de audacia y flexibilidad de la izquierda, Rajoy completará su segundo mandato y el país habrá soportado ocho años de desgobierno, abuso, mendacidad y corrupción a ritmo lento de bolero

No era, pues, tan urgente echar a la derecha del gobierno. Lo es mucho más prohibir el referéndum, frenar la independencia, pues impedirla ya no parece posible, y esquivar el iceberg de la República. Por todo ello, el PSOE propone una comisión parlamentaria, pomposmente llamada de "modernización" del Estado autonómico que, como sabe todo el mundo, es la vía más segura de empantanar un problema y de conseguir de paso que un caballo tenga la forma de un camello. Pero justamente esto ya no es viable por cuanto los independentistas continúan con su hoja de ruta hacia el 1/10 y el margen de actuación del nacionalismo español de derecha y de izquierda se ha reducido a menos de un mes. 

La prudencia no parece haber dictado la decisión de Sánchez de ponerse de nuevo prácticamente a las órdenes de Rajoy sabedor de que este, a quien España importa más bien poco, lo dejará tirado si cree tener ventaja electoral. Y más imprudencia ha sido precipitarse a hacerlo antes de la próxima Diada. Todas las miradas están puestas en esa fecha. Todos los actores adaptarán sus decisiones al resultado de la manifestación del once de septiembre. Hubiera sido más sensato esperar y actuar en consecuencia. Si, como muchos suponemos, la participación supera todo lo anterior con la ocupación democrática y pacífica de una ciudad mediante un pueblo en marcha, respaldar un gobierno autoritario de maestro Ciruelo que mantiene la política tradicional del garrote revestida de una legalidad bajo mínimos es un disparate todavía mayor. Si la derecha recurre a la política represiva "con todas sus consecuencias", el PSOE aparecerá uncido a ella y quedará reducido a la irrelevancia por cuanto esa política está condenada al fracaso en función de dos factores: a) el grado de movilización de la sociedad catalana en defensa de sus instituciones, sus dirigentes y las decisiones que estos tomen. Y, de ser esta muy alta, b) el grado de implicación de la comunidad internacional y específicamente europea en el conflicto.

Hay materia más que suficiente para corregir el rumbo y pactar un referéndum como se ha hecho en otros países civilizados. La alternativa es perder la centralidad política y vegetar en una situación subalterna hasta la desaparición..

dilluns, 4 de setembre del 2017

La cuenta atrás

Después del torrente de amenazas del gobierno y su partido al independentismo el sábado pasado, el domingo, día del señor, el tono general ha sido más llevadero y civilizado. Pero la conclusión es la misma: los nacionalistas españoles no saben qué hacer, no saben cómo detener un proceso que, a su juicio, puede acabar con el Estado (lo de la nación queda para más abajo) como ellos lo conciben. El barco del posible entendimiento que llevaba años amarrado esperando y proponiendo alguna forma de acuerdo, finalmente ha zarpado rumbo al 1/10 y ellos se han quedado en tierra, sin saber qué hacer, sin entender lo que ha pasado.

No obstante, es bien sencillo para quien sepa ver las cosas con discernimiento. Todavía hoy pueden encontrar la solución si quieren. Ayer publicaba La Vanguardia una entrevista a Puigdemont firmada por el director, Marius Carol, a quien cabe felicitar por lo pertinente y profesional de sus preguntas. Las respuestas no desmerecieron. La entrevista aclara muchas cosas, desde las prácticas sobre la urnas y dónde están esas pícaras urnas, a las políticas de altos vuelos sobre si España tiene un proyecto para España, pasando por las personales de qué hará el MH cuando haya cumplido su palabra. Aconsejo su lectura porque en España, hay pocas ocasiones de escuchar y leer en directo al independentismo catalán y, por lo tanto, de hacerse un juicio justo. Pero permítaseme llamar la atencion sobre una respuesta de Puigdemont (que, por cierto, no veo reproducida en la versión escrita) según la cual: "estamos dispuestos a pactar la fecha, la pregunta y la mayoría". Y eso afecta al breve mes que queda. Si no hay pacto es porque le gobierno y los nacionalistas españoles de todo signo, izquierda incluida, no quieren.

¿Por qué no quieren? Porque tienen miedo a un resultado que desmienta la idea de nación española que intentan imponer. Y tienen que imponerla porque ni ellos mismos la entienden ni confían en ella.

Ayer publicaba José Ignacio Torreblanca un interesante artículo en El país, titulado el fracaso del nacionalismo catalán. Dado su argumento principal, también podría llamarse "el fracaso de los nacionalismos en España" puesto que traza un paralelismo entre lo que considera el auge y caída de tres de estos: el castellano, el vasco y el catalán. La idea es brillante y tratada con mesura y elegancia. Pero tiene un punto oscuro en su mismo arranque que, a mi entender, falsea la conclusión, convirtiéndola en un puro deseo: el fracaso sucesivo de estos tres nacionalismos permitirá que por fin despliegue sus alas la nación española que será la que quede, democrática, abierta al mundo, respetuosa con la pluralidad de sus elementos componentes, etc., etc., más o menos, lo mismo que, predicado por otros de sus respectivos proyectos, resulta ser la vana ilusión de una imposible arcadia.

Y es un punto oscuro (por lo demás, muy interesante pues toca el trigémino de la nación española y el llamado "ser de España") porque no queda clara la diferencia entre una nación española buena (que, por cierto, está por ver) y una nación castellana intolerante y supremacista. Nada clara. De darse así ¿cuál es el soporte material de la nación española? ¿Galicia? La nación española no existe fuera de Castilla y sus proyecciones/posesiones. Y tampoco existe la nación castellana que, si acaso, fue muerta en Villalar. Lo que existe es el resto de un imperio que ha ido mermando geográficamente y no ha sabido convertirse en nación en sentido moderno. A veces, para sobrevivir, se ha disfrazado de la nostalgia imperial de Castilla (basta con leer a la generación del 98, que iba de España a Castilla y de Castilla a España sin saber en dónde quedarse) como el que se envuelve en un sudario.

El punto más negro de ese punto oscuro es la idea de que el nacionalcatolicismo comienza con el franquismo. Quien acepte eso ha perdido de vista el problema. España ha sido siempre nacional-católica, desde Trento hasta hoy. No existía el nombre, pero sí la cosa. Lo que hizo el franquismo fue imponerlo a (más) sangre y (más) fuego de lo habitual. Volvió a sembrar de cadáveres una nación difunta.

La nación española, si alguna vez pudiera ser, está enterrada en las cunetas de los caminos que ya no conducen a ninguna parte.

Por último, un pequeño toque de sorpresa. Cuando el conflicto ha llegado a este punto, con las opciones enfrentadas bien claras, siempre hay un alma piadosa que trata de embarullarlas un tantico, solo para que parezcan más humanas. Iglesias, Colau y Doménech con sus huestes (pero sin las de Dante Fachín) convocan una Diada por separado en Santa Coloma de Gramenet con el fin oficial de defender la soberanía de Cataluña. No lo hacen en nombre de la unidad, cual suelen, pero sí en pro de un pueblo catalán unido en el derecho a decidir.

¿No tiene esto cierto tufillo lerrouxista?

diumenge, 3 de setembre del 2017

Amenazas

Están muy nerviosos.

Ayer llovieron las amenazas a los indepes catalanes desde las altas instancias del gobierno y su partido. En una reunión de parlamentarios del PP, Rajoy y Sáenz de Santamaria dedicaron sus intervenciones a reafirmar su voluntad de impedir el referéndum, a tranquilizar a los suyos sobre la unidad de España, y a advertir a los indepes de que se atengan a las consecuencias si siguen por el camino que llevan.

Deben de ser las mismas consecuencias que ya aceptaba Jordi Turull hace unos dias cuando reafirmaba a su vez la voluntad del Govern de desobedecer al Tribunal Constitucional "con todas las consecuencias". Así que la advertencia-amenaza del gobierno ya está descontada.

Las tales consecuencias vendrán de la aplicación de la ley que, según Rajoy, es igual para todos, con lo que se garantizará la unidad de España y el respeto a la Constitución. Se trata del principio mismo de la doctrina del PP que luego refina doctrinalmente Sáenz de Santamaría: respeto a la ley, igual para todos. Eso es mentira. La propia Constitución consagra el privilegio al establecer la inviolabilidad del Monarca que, de este modo, está por encima de la ley. Como lo están muchos otros, aunque no ya de derecho, sino de hecho. Como sabe todo el mundo, la ley no es igual para Juan Pérez que para Urdangarin, Blesa, Rato, etc., o para los demás blesas y ratos que son sistemáticamente indultados cuando los pillan, no es posible encubrirlos, y los condenan.

Iguales advertencias y amenazas, aunque con mayor elaboración doctrinal, salen de la boca de la vicepresidenta, la que iba a encabezar una "operación diálogo catalán" que duró un telediario. "Quien está dentro de la ley- dice Saénz de Santamaría, refiriéndose a su gobierno y partido- "no tiene que tener ningún temor a aplicarla con todo lo que supone la fortaleza de una democracia".Es una afirmación con una dosis elevada de inverecundia cuando se recuerda que el PP tiene más de 700 imputados por ir contra la ley y que si ella misma es vicepresidenta del gobierno se debe a que su partido gana las elecciones haciendo trampas, con financión ilegal y saltándose la ley.

Para este prodigio de sabiduría el independentismo es "una serie de señores" para los cuales la democracia es "que los medios no puedan opinar, que los funcionarios se tienen que poner a sus servicios, que todos tengan que bailar al son que ellos marcan". Es una típica proyección de la imagen que el propio gobierno y su partido tienen de la democracia: medios sumisos, funcionarios a su servicio e imposición de su punto de vista por todos los medios, incluido el Tribunal Constitucional, que es un medio más al servicio del gobierno.

Todo está listo, la batería preparada para frustrar la voluntad independentista de "una serie de señores". Y, por si esto fuera poco, acude el señor García Albiol a reclamar la aplicación de medidas contundentes frente al independentismo, como la apolicación del 155 CE.

Esta profusión de gestos y declamaciones después de que el govern haya declarado ya su voluntad de hacer el referéndum "con todas las consecuencias" delata el problema de fondo: el gobierno no tiene ningún medio eficaz de impedir el referéndum que no sea el empleo de la violencia. Y, por muy "proporcional" que quiera presentarse, no dejará de ser la negativa por la fuerza al ejercicio de un derecho democrático. 

Una situación insostenible hoy en Europa. 

dissabte, 2 de setembre del 2017

La política del terror

La expresión de Turull no es muy afortunada: si alguien insinúa obviamente es porque no quiere decir. Prefiere dejar caer la sospecha y que sean los demás los que digan. Incluso como desafío, cual es el caso del Conseller. Pero se le entiende perfectamente: aquí hay quien lanza sospechas sobre los cuerpos de seguridad catalanes. Hay quien duda del recto proceder de las autoridades catalanas .

Desde luego, el descalabro del atentado fue inmenso. Y lo ha padecido la comunidad. Un atentado indiscriminado, a voleo, hecho por un poseído en amok, es un atentado contra la comunidad. Para reaccionar, esta tiene que mostrar su unidad. Y aquí reside el problema, en que estos enfrentamientos no se dan en una comunidad unida sino en una profundamente dividida.

En un muy perspicaz artículo, De Aznar a Puigdemont: trece años después la historia se repite, Ignacio Varela hace una melancólia reflexión sobre las causas de que España gestione, por así decirlo, tan mal estas cuestiones críticas, como los atentados. Establece un paralelismo entre las motivaciones de Aznar en 2004 y las de Puigdemont en 2017 que no me parece enteramente justa. Pero eso no es ahora decisivo, sino la analogía que traza el articulista entre 2004 y 2017. Lo cual es muy cierto y está bien visto, pero no cabe olvidar que ambas fechas tienen elementos distintos y también idénticos. En ambos casos el protagonista es el mismo, el PP en el gobierno. Lo que varia es la contraparte, en 2004 (y años subsiguientes), el PSOE; en 2017 (y los que vengan) los indepes catalanes. Y en ambos casos también se trata de la costumbre del PP de instrumentalizar los atentados sangrientos con fines políticos, cosa que no se puede poner en pie de igualdad con los actos de las contrapartes que, además, obedecen a factores distintos.

Análoga es también la función de los medios de comunicación, apoyando teorías conspirativas. La finalidad es siempre la misma: sembrar la duda sobre el comportamiento de los adversarios, insinuar ilícitos, posibles delitos con el fin de deslegitimar, atacar y, de ser posible, extirpar las opciones políticas ajenas. Relacionar el independentismo con el terrorismo yihadista es la finalidad de estas maniobras.Y lo que se persigue con ellas es extirparlo. Al coste que sea. Lo dijo un alto cargo de Interior en su comparecencia en la Comisión de investigación sobre su ministerio. Preguntado qué estaba dispuesto a hacer por la patria, respondió "todo". Añádase la reciente reflexión de García Margallo de que "Un ataque terrorista se supera; la disolución de España es irreversible" y se verá que ese "todo" del alto cargo de Interior quiere decir eso, "todo".

El próximo 26 Rajoy será recibido por Trump en la Casa Blanca. A saber lo que nos habrá costado esa entrevista. Quizá nos enteremos cuando se desclasifiquen los correspondientes papeles. Porque el de los sobresueldos lleva un objetivo concreto muy caro de conseguir: un pronunciamiento de Trump en contra del independentismo del que sin duda Rajoy insinuará que no lucha con suficiente denuedo contra el terrorismo que nos amenaza a todos.

Cuestiones de organización interna

"Construir" un partido de corte bolchevique/leninista y, por tanto, revolucionario, en una sociedad democrática cuyos postulados jurídicos se aceptan, es muy difícil. En realidad, imposible. A la vista está en Podemos (Vista Alegre II) y Unidos Podemos. Esto no obedece en modo alguno a la creencia de que, de haber triunfado el sector errejonista la formación fuera más viable. El destino de los mencheviques lo llevan en el nombre.

Los bolcheviques, en su ideología. Y si la revolución no se materializa de modo súbito, la organización entera se resiente porque se forjó para triunfar y no para la larga marcha a través de las instituciones. En la espera de la vida cotidiana, surgen mil discrepancias internas de todo tipo: idelógicas, personales, estratégicass, orgánicas, muchas de ellas incomprensibles para la opinión y el electorado, que suele abandonar a las formaciones más dedicadas a sus crisis internas que a las propuestas generales.

Ese conflicto de las comisiones de garantías apunta a una dinámica de oposición interna yugulada por una corriente de fieles a la dirección que ahora se encuentra con una rebelión de las bases. Todo conspira para dar a Podemos un modesto resultado en unas posibles elecciones: la mezcla de IU en el conglomerado (con sus perpetuos desacuerdos), las permanentes desavenencias sobre las alianzas con el PSOE, la falta de entendimiento en el asunto nacional. Esta disonancia es tan aguda que Iglesias entra en una alianza de hecho con los Comunes de Colau/Domènech y al margen de su propia organización, Podem, liderada por Dante Fachín. Cabe esperar una escisión en Podemos de Cataluña. 

La integración de Igesias en los Comunes en Cataluña, paralela a la que tiene en Madrid, es un ejercicio de coherencia porque la fusión reclama el referéndum, pero no postula el sentido de la elección. Esta actitud es la más peligrosa para el independentismo porque puede atraer gran cantidad de votos que coinciden en la apreciación de que el Referéndum ya es un acto de soberanía y no precisa además el voto "sí".El argumento es sutil: en uso de mi soberanía digo que no a la independencia pero, al ser soberano, puedo afirmarla cuando quiera. Pero se puede refutar: si la garantía de una opción es que se pueda revertir ¿por qué no elegir la opción nueva si también puede revertirse aunque García Margallo no lo crea?

divendres, 1 de setembre del 2017

Todo vale para la banda de ladrones

Que el PP no es un partido político sino algo más parecido a una banda, una asociación de malhechores lo sabe ya todo el mundo en España, incluidos los jueces que son quienes han enunciado estas categorías. No hace falta mayor elaboración. Los peperos están en política básicamente para robar y enriquecerse a costa del erario. Han arruinado y hundido el país con sus corrupciones, malversaciones y saqueos y eso está a la vista pública, incluida la de quienes los votan. Si todavía no están todos en la cárcel –que es donde debieran- se explica por una serie de factores que consideraremos continuación.

La actitud general de la banda es hacer una cosa y decir la contraria con absoluto descaro y, por lo general, insultando a quien lo duda o berreando directamente, como suele hacer Celia Villalobos. O con la chulería de matón que se gasta el portavoz , Rafael Hernando, o la arrogancia y desprecio de que hace uso el Sobresueldos en sus casi inexistentes comparecencias parlamentarias. Estas son un buen indicador de hasta qué punto son capaces de mentir unas gentes que, robando a mansalva los fondos públicos dicen que “no están en política por dinero” cuando no están por otra cosa. Según el Sobresueldos, ha comparecido en el Parlamento siempre que se le ha pedido. Una de sus desvergonzadas trolas: lo ha hecho dos veces en seis años y ha sido necesario arrastrarlo para que cumpla.

Por eso es incomprensible que la oposición no solo no denuncie la sarta de embustes y mentiras que el personaje soltó en sede parlamentaria, sino que se deje maltratar de palabra por un chulo que no merece respeto alguno. Si los partidos de izquierda no quieren pasar por dos asociaciones de cobardes que se encogen ante un vulgar perdonavidas cobrador de sobresueldos en negro, deben ir al juez y presentar la correspondiente querella contra Rajoy por perjuro, por haber mentido en la Audiencia Nacional sobre si conocía o no los aspectos económicos de la financiación ilegal de su partido. Y deben hacerlo cuanto antes, salvo que quieran sentar plaza de cómplices.

Si esta obligada querella prospera o no es altamente problemático por cuanto la banda de ladrones, a fuerza de corromperlo todo, también ha corrompido la administración de justicia. Promoción de jueces amigos, incluso por medios ilícitos, aislamiento de los jueces profesionales, cuando no persecución de estos, injerencia permanente en el ministerio fiscal, obstaculización sistemática de los procesos judiciales, ocultación y destrucción de pruebas, falsificaciones de todo tipo, etc., etc. Un panorama propio de la cosa nostra y la mafia, que son las formas de organización del PP. Y justamente, cuanto más interfiere en la justicia, más declama estar colaborando con ella. Esta situación de corrupción de lo judicial a manos de los malhechores queda clara cuando se lee a la vicepresidenta del gobierno diciendo que el Tribunal Constitucional anulará la Ley catalana del referéndum en cuanto se presente. Un sistema político en el que los tribunales reciben las órdenes del gobierno es una dictadura.

La Ratita Hacendosa presume de formación jurídica. La misma que la de los juristas fascistas o soviéticos: el derecho al servicio del poder. Mientras, se habla por los codos de Estado de derecho con la voz engolada, como si estos franquistas tuvieran la menor idea de él.

Y así es todo. Afirma el gobierno y la banda que lo sostiene que en España hay libertad de expresión, cuando la realidad dice lo contrario y los organismos internacionales de estudio de crédito de los medios dicen que los españoles son unos de los menos creíbles del mundo. Por cierto, va siendo hora advertir que esta mentira es sostenida por los otros partidos dinásticos que mantienen relaciones clientelares con algunos otros medios, singularmente el PSOE con El País y Podemos con Público y la Sexta. Proceden con estos medios lo mismo que el PP con los suyos públicos y privados: propaganda a favor de su partido y censura, manipulación y tergiversación sobre los demás.

Lo primero que hizo el Sobresueldos al ganar las elecciones de 2011 fue cambiar la Ley de Televisión de Zapatero (que exigía una mayoría muy cualificada para nombrar director del medio) a fin de nombrar a dedo a quien le diera la gana. Exactamente lo que ha venido haciendo desde entonces: al frente RTVE auténticos esbirros a sueldo del PP, capaces de las mayores bajezas para contentar al jefe que para eso paga. Y eso mientras se dice con la mayor desvergüenza que la información es libre en España.

Como se dice que aumenta el empleo y su calidad cuando a la vista está que es al revés.

Como se dice que estamos saliendo de la crisis y es una evidente, palmaria, mentira.

Igual que se dice que el gobierno lucha contra la corrupción cuando la corrupción es el gobierno.

El PP emplea los dineros públicos como si fueran suyos en subvencionar los medios privados partidarios de su política y comprar periodistas dispuestos a mentir, difamar, calumniar y, en general, ladrar y rebuznar al servicio del amo a cambio de suculentas pagas que salen directamente del bolsillo del contribuyente. Columnistas, tertulianos, presentadores, locutores, toda una recua de mercenarios de la pluma y la palabra, llenando el foro público de basura, insultos, demagogia y pura estupidez.

Tal es el rasgo más característicos de estos corruptos: que engañan a la gente con su propio dinero. Considérense medios como la COPE y TreceTV, financiados por la iglesia con el dinero de todos los contribuyentes y que se dedican a mentir e insultar a quienes no comulgamos (nunca mejor dicho) con sus cuentos y suspersticiones

Este es uno de los misterios de la demoscopia: por qué la gente vota a un partido que la roba y la insulta.

A veces los periodistas al servicio de la banda tratan de hacer méritos propios para agradar más al amo y, seguramente, tener mejor trato en el reparto de los fondos robados. En estas fechas se ha hecho celebre el intento de Enric Hernández, director de El Periódico y hombre literalmente al servicio del unionismo facha y su vicefranquita, Sáenz de Santamaría. El tal Hernández parece haberse inventado un comunicado de una supuesta CIA en el que se avisaba a los Mossos del atentado de la Rambla. La finalidad probablemente era poder acusarlos de negligencia frente al terrorismo o, incluso, de complicidad. Y, de paso, boicotear cuanto se pueda el proceso independentista, que para eso el gobierno subvenciona su panfleto con dineros robados a los contribuyentes

Ignoro si Hernández dimitirá o no. Como periodista pepero ni se le pasará por la cabeza, supuesto que la tenga. Al contrario, dará una conferencia sobre la libertad de prensa y la deontología profesional del periodismo.  Es lo habitual en esta gente, lo típico de la banda: hacer una cosa y decir la contraria.

En cuanto al común de los mortales, conviene que nos preparemos. Las marranadas soportadas hasta la fecha serán nada en comparación con las que nos esperan hasta el 1/10.